Duki convierte el Bernabéu en un G20 del género urbano

Bien es cierto que el listón estaba alto. El año pasado, Duki, el cantante argentino más importante de la última década, planeó un aterrizaje en Madrid que en dos fechas juntó a más de 100.000 asistentes. Una cosa es invitar a cantar a Quevedo, en la actualidad el único español que compite en fama con Rosalía. Otra muy diferente, convertir un concierto en una cumbre del G20 del género urbano, un festival de artistas de lujo, de la talla de Bizarrap, Nicky Nicole, Emilia Mernes o Ysy A.

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Pokèmons, camisetas de fútbol de todos los colores y tatuajes pintados en la cara. El público gritaba inquieto y el bonarense salió con su 'Rockstar' para empezar la fiesta por todo lo alto, mientras descendía por una escalinata montada sobre el escenario que simulaba algo así como la ladera de un volcán. Chorros de fuego salieron incesantes de varios rincones del estadio y la temperatura en la pista subía entre botes de los asistentes. A los quince minutos se detuvo el concierto: un desmayo, el primero de varios.

Ningún percance truncó la noche, que según avanzaba iba pasando de entretenida a apoteósica. Acompañado de su banda, guitarra, bajo y batería, el peloteo entre trap y rap fue la tónica dominante. También sonaron varios de sus famosísimos temas de reguetón como 'Si quieren frontear', eso sí, con arreglos instrumentales de rock que añadían mucha frescura y que funcionaron a las mil maravillas, respondidos por el público levantando el puño y la mano cornuta.

Como un Messi en el Bernabéu, el artista cantó y brincó por todo el escenario, sudando a mares, con varios cortes para descansar que desencajaron un poco al público. Público que, como en una noche de bingo, iba tachando el nombre de los cantantes más famosos de Argentina según iban saliendo, y a más de uno se le quedó pequeño el cartón.

Por allí apareció su pareja, Emilia, cantante de gran éxito, pero además, los integrantes de Modo Diablo (Ysy-A y Neo Pistea), Nicky Nicole, Dano, Jhayco, Rei, Lucho SSJ, We$t Dubai y C.R.O. Un repertorio de lujo que perfectamente podría ser el cartel completo de un fructífero festival de género urbano. También el auténtico rey Midas: Bizarrap, ingeniero en la sombra de todo este movimiento.

Así, sonaron al completo temas como 'Ya me fui', 'Rockstar II', 'Harakiri', 'Santo Grial', 'Trap N' Export' o 'Quavo'. Lejos quedó 'No vendo trap', su primera cancion. «Rompí un Wizink, ahora voy por el Bernabéu», cantó en 'Jefes del Sudoeste', cuando la letra original menciona al Wanda y lo que rompió, en realidad, fueron sus propias expectativas. «Una de las noches más especiales de mi vida», dijo ya cerca del final, visiblemente emocionado.

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Poco quedaba ya por hacer. Vino 'Hello cotto', 'Goteo', 'Givenchy' y 'She Dont' Give a Fo'. «¡El rey está en la casa!», gritó Nicky Nicole. Uno es rey cuando tiene quien le siga y Duki es la punta de lanza de una generación de artistas que han desafiado todos los límites.

El trap como hazaña de deconstrucción es entender que un muchacho con la cara llena de tatuajes es capaz de sensibilizar con una balada. Que no es menos rockstar por no querer afinar. Que si le apetece se hace un acapella, como hizo con 'Lost tape'. Que el jueves hizo un spoiler que por tópico nadie se lo imaginaba: «Tengo mis amigos de siempre y en cada ocasión que puedo los llevo conmigo». Aunque coronó como un César, le queda mejor 'alto capo'. Duki llegó, llenó, lloró.