'Dixerunt' dignifica la arqueología musical

La severidad del mercado es tan formidable que a la avalancha de propuestas y a su aparente dinamismo se une el agotamiento general, redundando en lo tópico de muchas programaciones, en lo manido de tantos propósitos y en la inmediatez de numerosas realizaciones. Por supuesto, hay vida más allá de lo evidente.

Lo ejemplifica 'Dixerunt', uno de los varios y ya muy importantes esfuerzos que se han hecho en las últimas décadas por valorar en su exacta dimensión la música española del siglo XVIII, es decir aquella que surge tras la llegada a España del primer Borbón, Felipe V, en 1700, y el incendio del Alcázar madrileño en la Nochebuena de 1734, lo que implicó la pérdida de su archivo musical con documentos acumulados desde la Edad Media.

'Dixerunt' parte del empeño de José Antonio Montaño en rescatar obras sacras para alto y en latín a partir de Francisco Corselli, maestro de la Real Capilla de Madrid. Una vez destruido el Alcázar, Corselli y José de Nebra fueron los artífices y promotores de la regeneración del repertorio musical acorde a una actualización estética que supuso la penetración de la música italiana en una corte de raigambre francesa.

La conjunción de elementos, con el añadido del factor español, es tan fascinante como inaudita y polémica. No hace falta retroceder demasiado en el tiempo para leer que la llegada de los italianos supuso el remate del «arte nacional ya muy debilitado». Contra la falsa españolidad y la ignorancia han trabajado los historiadores que han facilitado una imagen más veraz de aquella monarquía, como lo hacen ahora los músicos que permiten el acceso a un repertorio necesario para el encuadre de la historia cultural española de la época, con sus tensiones y sus evidentes grandezas.

Ese, sin duda, es el propósito final de 'Dixerunt', demostración asimismo de que existe un camino para el rescate histórico. La propuesta de Montaño nace con el apoyo de una Beca Leonardo que la Fundación BBVA ofrece a creadores e intérpretes en su categoría de música y ópera, y con ella llegó la investigación, la posibilidad de colocar las viejas partituras en una edición accesible y la grabación del programa. El registro incluye obras de Corselli, del milanés Giovanni Battista Sammatini, propuesto por aquel como proveedor de repertorio para la corte, y de Mauro D'Alay, el violinista favorito de la reina Isabel de Farnesio. Montaño dirige a su orquesta barroca La Madrileña.

Y junto a ellos está el contratenor Carlos Mena, un fiador indiscutible de la música española pues siempre hace creíble lo que ofrece. La escucha del disco así lo revela y aún lo ha hecho la interpretación en directo que la Fundación BBVA, dispuesta a recomponer la asimetría del mercado, acaba de incluir en la programación de su temporada con sede del Palacio del Marqués de Salamanca en Madrid, no por casualidad denominada Contrapunto. Se pueden considerar muchos aspectos en un proceso que desde la idea se abre a varios frentes, incluyendo la posibilidad de integrar músicos españoles de tanta calidad y especializados en el repertorio. Aunque nada es más gratificante que el estricto descubrimiento de la dimensión sonora de un espacio histórico tan poderosamente sugerente.