El día en que el cineasta Michelangelo Antonioni se convirtió en el personaje de «Blow up»
La Virreina expone sus collages pictóricos sobre montañas oníricas y las contrapone con la fotografía conceptual del italiano Luigi Gherri
Casi dos décadas después de su muerte, la obra del cineasta sigue más viva que nunca
Carlos Sala
El cineasta Michelangelo Antonioni fue, como muchos otros, un artista frustrado. De pequeño, desde su Ferrara natal, recorría todas las exposiciones que podía y miraba asombrado catálogos y libros de arte. Sin embargo, a la hora de plantear sus ideas al lienzo, ... no le salía nada. Un día, más frustrado que nunca ante un retrato que no le satisfacía, cogió la imagen y la rompió en mil trozos. Más calmado tras su estallido de furia, miró los restos esparcidos por el suelo, y aquellas formas y colores sueltos, sin narrativa, sin lógica estructural, le cautivó. Cogió los restos y los recopiló en un collage, que luego fotografió y amplió y amplió hasta que la imagen que dibujaban le recordaba a cimas de montañas maravillosas. Nacía así su gran serie artística 'Montagne incantante', 160 cuadros de pequeño formato que le reconciliarían con sus ansias artísticas.
El Centro de la Imagen La Virreina, en Barcelona, acoge una muestra de esta serie de obras, en la que es una de las vertientes menos conocidas en la trayectoria del director de 'La Notte' o 'El Eclipse'. Bajo el título 'La montaña análoga', que se podrá ver hasta el 15 de febrero, la exposición muestra esa otra cara del célebre cineasta y la pone en valor. «Antonioni nunca se atrevió a considerarse artista, sino que se definía como un cineasta que pinta. Está claro que el tratamiento del color y las formas de estos trabajos le sirvió como banco de pruebas para sus películas a partir de los 70», explica Federico Montornés, comisario de la exposición.
La técnica de Antonioni se iniciaba con acuarelas, pasteles o tintas que luego pasaban por una lente fotográfica. Como si del protagonista de 'Blow up' se tratase, realizaba una ampliación tras otra hasta que la imagen resultante quedaba difuminada a medio camino de un cuadro figurativo y abstracto. A partir de la imagen resultante, el cineasta la retocaba en formato collage para dar esa impresión de cima onírica bañada por el sol. Su especialidad era precisamente jugar con las texturas y el color para potenciar esa sensación lírica. «En películas como 'Desierto Rojo' vemos esta experimentación con el color, donde busca la combinación perfecta de gamas cromáticas evocadoras y misteriosas. Esos mapas de color es de donde emergen sus montañas encantadas», explica Montornés.
La serie se pudo ver por primera vez en la Bienal de Venecia de 1983. La sorpresa fue mayúscula al descubrir la faceta pictórica del director de 'La aventura' o 'Zabrinski Point'. El trabajo del azar en las obras, basadas en sobre posiciones en formato collage, y la temática homogénea serán los elementos clave. Durante la presentación, una de las visitantes le pregunta: «No teme agotarse pintando sólo montañas». Antonioni, circunspecto, le contesta al instante: «Son montañas imaginarias, así que nunca se agotarán».
La exposición muestra una veintena de piezas, cedidas por el Archivo Michelangelo Antonioni de Ferrara. Además, se incluye el documental experimental del cineasta que frecuentó en los 80 donde explica el método de su trabajo. Las obras de la exposición están expuestas con marcos de plexiglas definidos por el propio Antonioni para subir la luminosidad de las obras y equipararlas a un fotograma de una película. «Él era de Ferrara, donde la montaña más alta mide 500 metros, con lo que crea espacios imaginados, oníricos, sin importarle la obra como documento o verdad», concluye Montornés.
El maestro de la fotografía conceptual
La exposición confronta las montañas de Antonioni con las fotografías del italiano Luigi Ghirri. También nacido en la misma zona, en Regio Milia, el fotógrafo volvió a la idea de montaña durante toda su trayectoria, y al igual de Antonioni, desde un punto de vista único, detallista, basado en elementos en los que poca gente se fija, como un envoltorio tirado detallista un panetone a una postal rasgada por la mitad. «Ghirri recibió el impacto de las películas de Antonioni y sus ideas le influyeron a la hora de crear su particular punto de vista. Las imágenes de uno y otro crean un diálogo que las enriquece«, asegura Montornés.
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La muestra también recoge una veintena de piezas de Ghirri, una de las figuras más importantes de la fotografía conceptual europea, gracias a la implicación del Instituto Italiano de Cultura. Las obras de Ghirri se caracterizaban por una mirada cotidiana, con la utilización de elementos que el fotógrafo unía a la imagen principal como postales, carteles o mapas. «Las imágenes subliman cualquier ilusión documental. Ghirri desplaza el objetivo a lo que aparentemente no es tan significativo y demuestran que la belleza no viene solo de momentos importantes o grandes escenas», afirma Valentí Roma, director de La Virreina.
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