Dahlcólicos anónimos
En una desternillante recreación, varios personajes literarios de Roald Dahl se reúnen para recibir terapia de deconstrucción de sus supuestas ofensas
El caso Roald Dahl: una censura infantil para tiempos sensibles
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Iniciar sesión[INTERIOR TARDE NOCHE]
En una sala destartalada, de altos techos y suficiente amplitud, varios personajes literarios de Roald Dahl forman un corro con sus sillas metálicas. Todo suena desvencijado: el ambiente, los protagonistas y el terapeuta que los escucha.
—TERAPEUTA: Hola a ... todes. Sabemos por qué estamos aquí, ¿no?
[Silencio]
Lo primero es aceptar por qué hemos venido, afrontarlo y, finalmente, exponerlo. Creo que ya llevamos un tiempo con este trabajo que requiere valentía y aceptación. ¿Quién quiere empezar?
—MATILDA: Creo que, como niña sabelotodo, debo empezar yo. Hola, me llamo Matilda y soy dahlcólica.
—TODOS: ¡Hola, Matilda!
—MATILDA: Me es muy duro contar esto. En mi libro el autor nos obligó a referenciar a Conrad y a Kipling, dos autores colonialistas. No nos dimos cuenta del terrible daño que hacíamos a las personas racializadas. Necesitamos reconciliarnos con ellos y usar a otros autores más inclusivos como Austen o Steinbeck.
—TERAPEUTA [Entusiasmado]: ¡Muy bien, Matilda! ¡Más testimonios!
—OOMPA LOOMPA: Los Oompa Loompa somos los grandes perjudicados por las acciones de Dahl. Durante décadas nos han llamado «hombres pequeños». ¡Por fin nos llaman «personas pequeñas»!
—TERAPEUTA: ¿Veis? Hay que celebrar que el pueblo originario de los Oompa Loompas se sientan considerados persones y puedan desarrollar su interior con libertad.
—NUBÍCOLA DE 'JAMES Y EL MELOCOTÓN GIGANTE': ¡Y los Nubícolas ahora somos Nubícoles!
[Levanta la mano WILLY WONKA]
—W. WONKA: Perdonad… Como sabéis, el negocio del chocolate va muy mal. Últimamente todo el mundo está preocupadísimo por su efecto nocivo para la salud. Algunos ya piden que no se hagan anuncios, que se etiquete como el tabaco y que se prohíba su consumo en bares y terrazas. Nuestra producción ha bajado mucho pero, aún así, todavía nos quedan algunos clientes. Por eso, pregunto. Si llamamos «personas pequeñas» a los Oompa Loompa, ¿cambiarán sus derechos laborales?
—TERAPEUTA: ¡No se preocupe! Seguirán currando como animales. Incluso, si usted lo necesita, puedo certificar que están capacitados para repartir Glovo y así les saca un dinero extra.
—EL NIÑO DE 'LAS BRUJAS': Bueno, ya me alegro que nos dejemos de terapias…
—TERAPEUTA: Esa no es la actitud, Niño Sin Nombre. Aquí estamos para mejorar y evolucionar.
—NIÑO: Ya, pero es que a mí se me pide que deje de decir que tiro del pelo a las mujeres. Y eso entenderéis todos…
—TERAPEUTA: Todes.
—NIÑO: Eso. Y eso entenderéis todes que a mí me destroza el modelo de negocio. A mí se me paga, como autónomo, por bruja cazada. Esto implica tirar del pelo de las mujeres porque las brujas llevan peluca. Ya sé que a veces la he liado pero, en general, me es una herramienta muy útil para mi trabajo. ¡Y me la quieren quitar! ¿Quién me paga la cuota de autónomos?
—TERAPEUTA: Nos estamos distrayendo del tema principal. A todos nos cuesta cambiar pero hay que hacerlo. Hay que evolucionar… [mira su reloj] ¡Uy, se nos ha acabado la sesión! Enhorabuena a todes. ¡Hasta el martes!
[EXTERIOR NOCHE]
Tras recoger metódicamente sus sillas y atravesar múltiples estancias, los personajes se separan en la puerta de la antigua fábrica de chocolate. WILLY WONKA cierra sus enormes puertas metálicas. Los despide un chirrido intenso. Dos personajes de Lewis Carrol pasean por la acera de enfrente, en tertulia.
—HUMPTY DUMPTY [con tono desdeñoso]: Cuando yo uso una palabra quiere decir lo que yo quiero que diga. Ni más ni menos.
—ALICIA: La cuestión es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes…
—HUMPTY DUMPTY: La cuestión es saber quién es el que manda. Eso es todo.
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