'El vendedor ambulante', de Ch. Bobin: cerrar los labios para decir una oración

Desde Le Creusot, el pueblo de la Borgoña asolado por los altos hornos, miró lo maravilloso de las cosas sencillas con los ojos de San Francisco de Asís, y ante la herencia de una literatura del dolor, del absurdo y del hombre reducido a una tragedia sin fin, él buscó la grandeza de lo sencillo, el entusiasmo ante la vida, la redención a través de las palabras de un poema.

ENSAYO

'El vendedor ambulante'

• Autor Christian Bobin
• Editorial El Gallo de Oro
• Año 2023
• Páginas 49
• Precio 15 euros

Su extensa obra de libros minúsculos fueron el desafío de una biografía hecha contemplación, de una contemplación siempre dispuesta espiritualmente a la redención. Poemario a poemario, piedra a piedra toda su obra construye un templo para orar, un lugar que se convierte en una continua acción de gracias. Desde las visiones de aquella infancia de niño enfermo hasta sus últimos años recluido en una casa del bosque, cada verso suyo, cada texto suyo contiene una poesía tan original que va más allá de los géneros.

Su voz ha sido siempre demasiado pura para ser sólo literatura, su talla humana demasiado intensa para no ser un escritor de esa verdad que brilla en los seres más humildes. Miró las cosas cotidianas como si fueran un episodio, una manifestación de lo eterno, buscó en el humo y la polución de las industrias de su pueblo el color de unos pétalos y el olor distinto y único de aquel niño que se fue con el ángel y el perro que iba detrás, como escribió el profeta Tobías.

En ‘El vendedor ambulante’, el bellísimo libro que acaba de aparecer en El Gallo de Oro, la carreta que hace circular ante nuestros ojos Christian Bobin, que llama a nuestra puerta o se planta en medio de cualquiera de nuestras plazas nos trae palabras e ideas, reflexiones y aforismos encontrados en algunos de los grandes caminos de la vida, esos que se inician en la infancia y no son tiempo, como quería Machado, sino apertura, una forma de ir hacia todos los horizontes que están escritos a la vuelta de cualquier página.

Este vendedor que aparece aquí lleva una carreta que es la escritura y la lectura mismas, donde cada objeto es una representación del conocimiento, del amor y del silencio. Bobin dialoga con el Apocalipsis, con trovadores y con filósofos, con soñadores y con solitarios para meditar, poema a poema, sobre el acto supremo de leer, sobre aquello que está dentro de cualquier libro y más allá del él: el infinito que llamamos poesía, es decir, «desplegar esa escalera que está en el alma, cuyos escalones se pierden de vista, tanto hacia arriba como hacia abajo».

‘El vendedor ambulante’ es, como siempre en este poeta, una intensa, fascinante aventura espiritual, aquella que está en cada palabra y que rueda, como un carromato, dentro de nosotros, cuando cerramos los labios y todo se convierte en una oración, en un acto de despojamiento, en una forma de desnudez. Eso es escribir, eso es leer no una manera de acaparar conocimientos, sino una manera de aprender a desprenderse, de quedarse desnudo ante la maravilla del mundo.