Crítica de:
'El último vuelo', de Fernando Castillo: anatomía de la huida
ENSAYO
El historiador madrileño relata la fuga de colaboracionistas nazis y comunistas durante la Guerra Civil española
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Iniciar sesiónLa huida es intercambiable. Cosmopolita. Sucede, o les sucede, a diversos individuos de ideologías distintas y distantes. Se huye de una amenaza. La detención o la ejecución. Depende del momento. Y no valen las medias tintas. Se huye. Despavoridos. Se diluye esa imagen de poder ... frente a una nueva fisonomía: la del miedo a ser capturados. Para huir todo vale. Y de todos se valen, los que huyen. Claro que ese miedo, o temor, aumenta respecto a los que más comprometidos estaban con el régimen que desaparece. Por cierto, esto no es nada nuevo, pero cada época muestra su particular guion.
Este libro de Fernando Castillo (Madrid, 1953), buen conocedor de unos años decisivos en el siglo XX como ya ha demostrado con anteriores entregas, 'Noche y niebla en el París ocupado. Traficantes, espías y mercado negro' (2012), 'Los años de Madrigrado' (2016) y 'Fervor del acero. Cuatro testimonios de la guerra de Europa' (2023), entre otros, recrea, de manera concisa, precisa, documentada y con una prosa ensayística de enorme valor literario, por cuanto el ritmo de los acontecimientos se convierte en un vértigo histórico de singular interés, la huida en 'El último vuelo'.
ENSAYO
'El último vuelo'
- Autor Fernando Castillo
- Editorial Renacimiento
- Año 2025
- Páginas 484
- Precio 24,90 euros
¿Quiénes componen esta sinfonía de fugas, exilios? Por un lado, los dirigentes comunistas españoles, y algún asesor soviético, y, por otro lado, sin mayor equidistancia que la huida común, los colaboracionistas del régimen nazi. La historia, todas las historias, se compone, y se construye, como una narración.
Y he ahí cuando el pulso literario de Castillo alcanza sus mayores cotas de calidad descriptiva. Escribió Jorge Guillén: «Mira/¿Ves?/Basta» y eso es este libro. La pormenorizada nómina de los huidos. En capítulos que se leen con pasión y asombro, por lo que el lector descubrirá. Las fugas y los aviones, porque aquí la clave fue salir por los aires. Cómo Elda se convierte en la capital del comunismo español que huye (no se pierda el lector los nombres que aparecen, habrá, si no sorpresa, sí desolación moral), la fuga de los parisinos colaboracionistas, qué personaje siniestro Guilbaud o algo peor, si es posible, el belga, tan querido por los franquistas, Léon Degrelle.
Qué pensarían los leales soldados comunistas cuando veían cómo gentes distinguidas, cultas se disponían a abandonar España
En el despegue, se habla de los aviones que permitieron la huida. Y el aterrizaje de Monóvar a Orán, por ejemplo, o el amerizaje en La Concha del citado Degrelle y un capítulo final que señala e informa de quienes eran, qué hicieron y qué fue de los protagonistas. Un libro muy necesario. Uno descubre, hay que insistir en ello, la catadura moral de los huidos. Y deja un poso de melancolía por un aspecto lateral, pero que permanece en la retina y en el pensamiento del lector: los que se quedan.
Qué pensarían los leales soldados comunistas cuando desde el aeródromo veían cómo gentes elegantes, distinguidas, cultas (Rafael Alberti y María Teresa León), se disponían a abandonar España para, en poco más de dos horas, aterrizar en Orán, o en Marsella, o así, comenzar una nueva vida, frente a lo que les esperaba a esos chicos: fusilamiento o campo de concentración.
Esta es la gran lección ética, moral de este formidable libro. Siempre pierden los mismos. Los menos responsables de los hechos, las grandes victimas del siglo XX. Los otros, con la retórica de la huida, acogidos y respetados, siguieron su vida. Menuda lección. Menudo libro.
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