LIBROS

La torrencial creatividad verbal de Irene Solà

NARRATIVA

La autora catalana ha escrito una historia que vive en el gozo de la página más que de la trama. El festín del lenguaje la sostiene y justifica

Otras críticas del autor

Irene Solà Sáez es poeta, narradora y artista plástica

Al margen del éxito de recepción y crítica obtenido por su novela anterior, ‘Canto yo y la montaña baila’ (2019), lo que asalta al lector de ‘Te di mis ojos y miraste las tinieblas’ es la convicción de hallarse ante una escritora potente, original ... y sobre todo cuidadosa con la función que el lenguaje tiene que cumplir en la creación literaria.

Me doy cuenta de que la originalidad proclamada es relativa puesto que el mundo narrado lo asocia el lector experimentado con modelos anteriores, bien sea de García Márquez, Rulfo, el más cercano ‘Obabakoak’ de Bernardo Atxaga para la literatura vasca, o el muy reciente de Gómez Bárcena para la castellana.

NOVELA

'Te di mis ojos y miraste las tinieblas'

  • Autora Irene Solà
  • Editorial Anagrama
  • Año 2023
  • Páginas 118
  • Precio 17,90 euros

Pero embebidos como estamos en espacios urbanos de habitación menesterosa en que jóvenes tienen necesidad de decir su desarraigo o indigencia, que una joven narradora, con casi recién cumplidos treinta años, salga de su habitación propia, o mejor convierta en suyo el folklore de la región montañesa del Montseny catalán, y se sienta heredera de viejas historias de transmisión oral, es digno de celebrarse.

Significa que el lazo del futuro puede bien anudarse con el pasado en civilizaciones que son antiguas, pero que el progreso dejó arrumbadas en valles donde los mitos se han venido reproduciendo sin que la transmisión a los jóvenes de hoy sea fácil. O que no suene a exotismo ‘camp’. Que sea poética. El problema de toda vindicación de lo rural y atávico radica en que solo la forma puede hacer revivir el sentido de lo contado.

Que se sienta heredera de historias de transmisión oral, es digno de celebrarse

Esta novela se sostiene en su forma de expresión, desde su lenguaje. Mientras la leía he venido lamentando no conocer el catalán, porque imagino lo que sería el gozo de haber asistido a esta creatividad desde sus vocablos originales. Por eso vindicaré aquí el gran papel de la traductora al castellano. Carmen Cardeñoso Sáez de Miera ha colaborado por necesidad en la fortuna final de su acabado, porque incluso para el castellano el torrente de vocablos aquí exhibidos resulta un chorro de creatividad desbordante y feliz.

La trama es un breve hilo de repeticiones sobre lo que acontece durante siglos a las mujeres de esos valles, en relación con parir hijos, y la mitología que los miedos (y a veces realidades confirmadas de malformaciones) de la procreación han ido generando en situaciones que han suscitado la necesidad de justificar el Mal, en las formas varias en que puede sucederse el pacto con el Diablo, sea de macho cabrío, de toro o adopte las decenas de metamorfosis que los mitos locales ha ideado para él.

Buen criterio

La Brujería a la que hemos asistido por vía de los estudios de Julio Caro Baroja fue condición explicativa más fuerte de lo que hoy en creemos. Solà ha tenido el buen criterio de descubrir honestamente sus cartas cuando en el Epílogo enumera libros en los que se ha inspirado, con decenas de recopilaciones de fábulas en que la relación con el Maligno ha cobrado la forma de la animalidad más radical. La novela se la juega en hacer que el lector conciba cada historia no como un contenido tópico sino en la expresividad conseguida por una creación formal llena de ritmos, acumulación de sensaciones, visceralidades, pero también imágenes poéticas.

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