PUES DICES TÚ
Toca, toca...
Las dos personas normales pasan tanto calor en la calle que deciden bajar al metro, tan lejos como sea posible del dominio del sol
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Las dos personas normales pasan tanto calor en la calle que deciden bajar al metro, tan lejos como sea posible del dominio del sol. El aire acondicionado funciona a ratos y a rachas; a veces hasta vomita alguna vaharada de aire caliente. Pero en general ... se está bien.
—¿Qué es eso? —pregunta la primera persona normal, señalando algo.
—Un piano, ¿no? —contesta la segunda persona normal.
—Y ¿qué hace un piano ahí, en mitad del vestíbulo?
—Pues estar, supongo. Lo que hacen todos los pianos. Estar hasta que alguien los toca.
—Y, cuando alguien los toca, ¿ya no están?
—Estar están, pero no es lo mismo. Cuando alguien los toca, ya sirven. Y, cuando algo sirve, ya no está. O no está solamente. ¿Me explico?
—Eso que has dicho es muy profundo, ¿lo sabías?
—Lo imaginaba. Pero no creas que lo he pensado. Yo no pienso nada, en realidad; yo hablo al tuntún y ya está. Y a ver si sale algo.
—Muy buena idea.
Un muchacho de aspecto oriental, con una mochila negra al hombro, mira alrededor y se sienta en la banqueta.
—A ese lo he visto yo en un vídeo —dice la segunda persona normal.
—En un vídeo, ¿dónde?
—En un vídeo en internet. Me lo enseñó la chica mía. Va por las estaciones tocando; y se le acercan las muchachas y le piden canciones.
—Y ¿era ese mismo?
—Yo creo que sí. El que yo digo era chino.
—Ya no se puede decir chino.
—Pues china.
—No digo eso. Digo que, si no sabes de dónde es, pues no puedes decir chino.
—¿Y si sí sabes que es chino?
—O china.
—O china. ¿Y si sí sabes que es china?
—Y ¿cómo lo vas a saber?
—Pues por la pinta.
—Pues por la pinta es justo lo racista. Hay que preguntarlo antes.
—¿No vale con tener pinta de chino?
—Los japoneses también tienen pinta de chino.
—Y las japonesas.
—Y las japonesas. Y los coreanos y las coreanas. Y la gente de alrededor de China, en general.
—Y, entonces, ¿qué hay que decir?
—Hay que decir ser humano. Y preguntar enseguida.
—Y, si no sabes hablar en chino, ¿cómo lo preguntas?
—Ah, ya…
El joven toca los primeros compases de un arabesco de Debussy. Se equivoca enseguida. Mira alrededor de nuevo, algo sonrojado. Se va.
—Pues no era el del vídeo.
—¿No?
—Yo creo que no. El del vídeo no fallaba ni una, este no es chino ni es nada; este ha nacido aquí, te lo digo yo.
—Pues igual, Como ahora, con la democracia, ya se puede…
—Ahora ya sí.
La primera persona normal lleva un rato dándole vueltas a algo. Estudia el entorno y dice:
—Pues dices tú, pero nos podíamos tocar algo.
—¿Quiénes? ¿Tú y yo?
—O tú nada más, si prefieres.
—Yo no sé tocar el piano.
—¿Qué sabes tocar tú?
—¿Yo? Nada. ¿Y tú?
—Lo mismo que tú. Pero podemos probar, aunque sólo sea por el gusto. ¿No ves que es un piano bonito?
—¿Por fuera, dices?
—El piano es uno de los instrumentos más buenos que hay, por eso suena tanto en las películas. Cuando hay amor y eso.
—¿Cuando hay amor no es más violines?
—Pues cuando hay tensión y eso.
—Y cuando hay terror, ¿no?
—¿Cuando hay terror hay piano?
—A veces. A veces, cuando hay terror, le dan a la misma nota todo el rato.
—Y eso, ¿por qué?
—Pues no lo sé. ¿Probamos?
—Mejor tú...
La primera persona normal se sienta y le da todo el rato al mismo fa, aunque no sepa que es un fa. Primero despacio y luego rápido.
—Pues es verdad —admite la segunda persona normal.
—Da miedo, ¿eh? ¿Pruebas tú?
—Es que va a sonar cualquier cosa.
—Pues decimos que es jazz y ya está. El jazz es la mejor música del mundo.
La segunda persona normal se sienta junto a la primera persona normal. Deja caer la mano de cualquier manera, con un acorde disonante.
—¿Lo ves? —le dice la primera persona normal—. Jazz puro.
—¿Eso es jazz puro?
—Jazz puro. El jazz se hace sin mirar. Escucha esto…
La primera persona normal aporrea las teclas negras. La segunda persona normal dice:
—Pero eso es también terror, ¿no?
—Un poco sí. A lo mejor es terror jazz.
—¿Eso lo has mirado en algún sitio?
—Pues no. Pero el jazz no se mira, se siente. Toca, toca…
La segunda persona normal engrosa sin control la cacofonía.
—¡Y sin ser chinos ni nada!
Las dos personas normales tienen que alzar la voz.
—¡¿Lo notas por dentro?!
—¡Sí!
—¡¿Se te va el cuerpo solo?!
—¡Un poco!
—¡El jazz es un estado de ánimo! ¡¿No notas que es un estado de ánimo?!
—¡Sí!
—¡Porque es un estado de ánimo! ¡¿Notas que te llenas de emociones?!
—¡Me lleno, me lleno! ¡Lo noto!
—¡Yo también lo estoy notando! ¡Ese que viene corriendo, ¿no es el de seguridad?!
—¡Yo creo que sí!
—¡Pues venga, tú por la derecha y yo por la izquierda! ¡Así tiene que elegir!
—¡Me lo estoy pasando en grande!
—¡Te lo dije! ¡El jazz es así!
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