El (tercer) ojo de Hilali Singh Soin

En la rueda de prensa del proyecto, Guillermo Solana sugirió lúcidamente que «el hielo es el más fabuloso archivo de la Historia humana», y que incluso podría ser apreciado como un museo. Himali, jugando con el comienzo de 'Cien años de soledad', apunta que viajó, para conocer el hielo, de la Antártida al Ártico, y de ahí al imponente territorio del Himalaya. En vez de retornar con 'historias glaciales', encontró una energía cordial que le llevó a plantear, con formatos diferentes (textiles, vídeos, instalaciones o procesos performativos), visiones de la crisis climática, desmontajes de los prejuicios poscoloniales y, sobre todo, «sugerencias de que podríamos vivir de otra manera».

La comisaria Soledad Gutiérrez y la artista llevan trenzando el proyecto en conversaciones iniciadas antes de la pandemia, entendiendo que lo fundamental era poner en escena «un proyecto de vida». La sala de exposiciones temporales reclama lo que parece que no tenemos: tiempo. Todo está dispuesto para demorarse y conseguir una concentración que no suponga una mera 'toma de conciencia'. La ciencia está conjugada con la mística, en un giro geológico que revela ritmos que pueden ser curativos.

En cierto sentido, la teoría de las catástrofes ilumina el desastre planetario. Tenemos que estar atentos al aleteo de una mariposa, pero, sobre todo, no adoptar la estrategia del avestruz frente al colapso del Antropoceno. Los hielos se derriten y, como pudo comprobar Hilali cuando accedió a las remotas regiones polares, parecía que estaba adentrándose en un pasaje de lodo pardo. Las metáforas meditativas que esta creadora propone son catastróficas, pero intentan generar una catarsis en la que lo decisivo no sea el miedo, sino la intuición de algo diferente.

El sonido es fundamental en este trayecto magnético, ya sea con hermosos pasajes del compositor victoriano Edward Elgar o las piezas de percusión de David Soin Tappeser. La 'fiesta reparadora' llega a sugerir que la Antártida es una 'rave queer', aunque también podríamos sugerir que el trance puede estar a punto de ser cortado en seco por eso que Ranciere llama «la policía». Hilali camina por regiones solitarias, 'vestida' con una tela plateada, como un alien del futurismo surasiático al que rebautiza como «subcontinentamiento».

Exposición

Hilali Singh Soin

'El tercer polo'. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. Paseo del Prado, 8. Comisaria: Soledad Gutiérrez. Hasta el 29 de enero de 2023

Esta creadora sugiere que podemos ser erráticos, modulando aquella sentencia romántica de que navegar es más necesario que vivir. Somos «lo barco», un estado en el que la ontología y la epistemología confluyen. Más allá del dualismo, invita a dejarse llevar por las olas con la esperanza de que puedan aparecer nuevos caminos. Necesitamos volver a tejer, al crepúsculo, para que los relatos, tal y como advirtiera Benjamin, nos recuerden las promesas, regalen el mapa del tesoro o recuperen el placer del 'érase una vez'.