ARTE
El tamaño sí importa en la Fundación Juan March
MADRID
Es una de las citas de la temporada. Una aproximación a la escultura de la segunda mitad del siglo XX con la escala como uno de sus rasgos definitorios. Grandes nombres y buenas obras
Cuando la fotografía ocupó escepcionalmente las salas de la misma fundación
Madrid
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Iniciar sesiónDentro de los lenguajes artísticos del siglo XX, la escultura ha sido casi con seguridad el medio que ha experimentado una evolución más singular, y también probablemente más plural. Un lenguaje que pasó de ser el menos permeable a la revolución vanguardista para convertirse en ... el depositario de algunas de las mayores transformaciones espaciales de su tiempo, en dura pugna con el arte objetual, el diseño y las instalaciones. No es extraño, pues, que este peligro de pérdida de identidad llevara a Rosalind Krauss en los 70 a establecer como afirmación una doble negación: «Es escultura lo que no es arquitectura ni es paisaje».
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En este contexto de la constante revisión y reflexión sobre las prácticas escultóricas contemporáneas, la Fundación Juan March presenta una nueva cita, inmersiva y global que tiene como eje fundamental una amplísima mirada a la que se ha venido practicando durante la segunda mitad del siglo XX, siempre desde la particular perspectiva del concepto de escala.
Un concepto que, obviamente, no se limita a reflexionar sobre la gradación de su tamaño, sino que profundiza mucho más en su análisis, tal como señala Penelope Curtis, comisaria invitada: «La escala como algo más que una simple forma de ampliar o reducir un modelo original, puesto que tiene una gama más amplia de significados y es en sí mucho más flexible de lo que se le atribuye en el debate convencional».
Un debate a mayor escala
De esta forma, la muestra se enmarca en un debate a mayor escala –nunca mejor dicho– con respecto a la evolución experimentada por el lenguaje escultórico, especialmente a partir de los 70. Una evolución entre cuyos rasgos identitarios podríamos citar la expansión del espacio expositivo más allá de los límites del museo o galería, el abandono del pedestal, ya iniciado tiempo atrás por Rodin, ante la voluntad de romper con el sentido de monumento tradicional e integrar más profundamente al espectador, las múltiples sinergias que se producirán con las nacientes instalaciones e intervenciones, el compartir una temperatura espacio-temporal en muchos casos análoga a las sintaxis de la 'performance', y también un fértil diálogo con la arquitectura, aspecto este último que siempre ha sido capital en el hecho escultórico.
Esta cita se inscribe igualmente dentro de una clara vocación, que podemos denominar espacial o tridimensional de la Juan March, y que habría que vincular a anteriores propuestas como las monográficas dedicadas a figuras como Giacometti, Julio González e Isamu Noguchi, o posteriormente, ya en los 80, citas como 'Minimal Art', 'Estructuras repetitivas', y, sobre todo, 'Medio siglo de escultura (1900-1945)', excelente proyecto que analizaba estas prácticas desde las vanguardias hasta mediados del siglo XX.
La muestra reúne más de 100 obras de 70 artistas de primer nivel. Y se estructura alrededor de cinco secciones que ocupan, no solo los espacios expositivos habituales de la Fundación, sino asimismo el vestíbulo, las escaleras, la entreplanta, el patio, el jardín contiguo de la Banca March e incluso las calles que lo circundan, armando de esta forma una espléndida y muy bien pensada propuesta expositiva, esa mirada global y envolvente a la que hacía referencia al principio del artículo.
No quiero dejar de ponderar la dificultad de llevar a cabo un proyecto de estas características en el que, como tesis principal, emerge la idea de escala en escultura, un concepto, por otra parte, extrañamente poco reflejado con anterioridad. A mi juicio, sus organizadores salen decididamente airosos del reto, fundamentalmente al comprender con inteligencia que un proyecto así requería de un despliegue que superase el espacio expositivo tradicional, reflejando de esta forma uno de los rasgos básicos de estas nuevas prácticas escultóricas como es el de su expansión espacial.
Un concepto de hogar
Dentro de las propias salas de la Fundación, la muestra se articula en cuatro apartados. 'Recinto' alberga obras de autores tan destacados como Noguchi, Giacometti, Louise Bourgeois, David Smith o Juan Muñoz, en las que puede percibirse claramente el concepto de hogar, de habitar, la representación de estancias, que a la vez pueden proteger o atrapar, en una dialéctica que va de lo público a lo privado. 'Medida' refleja el deseo, a veces incluso la obsesión de determinados artistas, por una polisémica voluntad de medición que no se encontraba ajena a ciertas prácticas espacio-temporales características de los 60, fuertemente antropocéntricas. Aquí destacaría piezas de Duchamp, Pistoletto, Carel Visser, Richard Long o la curiosa presencia en un contexto aparentemente distante del matrimonio Eames.
'Progresión' explora el estudio de las formas sometidas a los procesos de repetición, permutación y seriación. Enfoques muy diversos, unos, más vinculados a las matemáticas y la geometría, otros, más líricos y narrativos, incluso filosóficos, que pueden verse en artistas como Hans Hacke, Sol LeWitt, Elena Asins, Bruce Nauman, Dan Flavin, Donald Judd o Gabriel Orozco. Por su parte, 'Proporción' se centra en determinadas prácticas volumétricas entroncadas con la arquitectura y la escenografía, en las que el juego de escalas y el concepto de maqueta se maximiza y minimiza en función de los intereses expresivos. Pienso así en Naum Gabo, Oldenburg, Dan Graham, Katharina Fritsch,Carl André o Chris Burden.
El último capítulo, 'Ocupación', se expande -literalmente- por otros espacios más allá de las salas. El sentido de escala adquiere especial significado al combinar obras tan dispares en tamaño, medida y lenguaje como las de Elizabeth Wright, Miguel Palma, Tony Oursler,Dominique Gonzalez-Foerster,Luis Camnitzer, Navarro Baldeweg u Oswaldo Maciá.
Exposición
'Escala: Escultura (1945-2000)'
Colectiva. Fundación Juan March. Madrid. C/ Castelló, 77. Comisarios: Penélope Curtis, Manuel Fontán del Junco e Inés Vallejo. Hasta el 2 de julio
Por último, el espectador de esta espléndida muestra, indudablemente una de las mejores de la temporada, aun tendrá ocasión de deambular, como un auténtico flâneur auditivo, por los alrededores de la Fundación para escuchar una serie de quince fragmentos sonoros que suponen distintas aproximaciones al concepto de escala desde la perspectiva del arte sonoro. Definitivamente, Krauss debía tener algo de razón. La escultura se expande... Y se contrae. Cuestión de escalas.
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