Hellboy visita las 'pinturas negras'
Stéphane Levallois: «Goya es para mí una biblioteca de monstruos»
El creador de monstruos del cine y dibujante visita el Museo del Prado y la Lázaro Galdiano buscando inspiración. Allí charlamos con él sobre Goya, criaturas fantásticas y amistad
Madrid
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Iniciar sesiónEncontramos a Stéphane Levallois en su última parada, frente al pequeño óleo titulado 'Aquelarre', en la Fundación Lázaro Galdiano. En este espacio recóndito mezcla monstruos antiguos con otros actuales dentro de su cabeza, que ha inventado criaturas para el cine y las historietas. Es ... extraño. Mientras Levallois dibuja a toda velocidad y la tarima del viejo palacio cruje bajo nuestros pies, hablamos muy bajo, en susurros, para no molestar a los visitantes que se asoman a lo que está haciendo. Susurros de una charla sobre Goya, los monstruos y la amistad.
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Levallois juega con los fantamas de Goya
Asier Mensuro -
—¿Qué busca cuando mira un cuadro de Goya?
—Entender, primero, su técnica, cómo trabaja, cómo crea la imagen, y el equilibrio entre el dibujo, la composición y la pintura al dar forma a una figura como este demonio del 'Aquelarre'. Descubro aquí al dibujante asombroso. Amo sus obras, me vuelan la cabeza. Pero lo mejor es comprobar que hay muy, muy poco dibujo en sus pinturas.
—¿No es paradójico?
—Matisse decía: «Pinto con el color». Y creo que Goya dibuja cuando pinta. Por eso es tan libre, y a la vez tan preciso. Es increíble ver la luz en un ojo, que supone un milímetro de pintura. Es un miniaturista prodigioso. Incluso en las miniaturas puedes ver la gestualidad, su manera de mover el pincel, la energía de los trazos.
—¿Y las 'Pinturas Negras'?
—Veo cómo le fascinaban los rostros. Su trabajo de distorsión le lleva a un territorio nuevo, más allá de la caricatura, busca una visión diferente del alma humana. Podríamos decir casi humana, para expresar temor, terror, envidia…
—¿Cómo ve su evolución?
—Los grabados son más políticos, denuncian el horror del mundo. Ahí hay monstruos reales, literales como los que ha visto, como los cuerpos amputados por la guerra. Pero también se nota el gozo del dibujo que los sustenta. Y la imaginación. Como si fuera su juego favorito.
—¿Juego?
—Goya pedía a sus amigos que le pusieran cinco puntos en el papel y él los convertía en una figura con las extremidades y la cabeza en los puntos elegidos. Algunos de sus personajes, anatómicamente tienen poses imposibles, curvados, es casi un pre-Picasso, que deconstruye la figura.
—¿Cómo se enfrenta a este juego un autor de cómic?
—Cuando hablas de cómic y novela gráfica, lo más importante es la historia que cuentas. Y las imágenes de Goya son tremendamente narrativas. Hay historias en sus cuadros en distintas capas y niveles en cada imagen.
—¿Qué es lo que más le hace pensar?
—Está fascinado por el rostro humano. Por eso juega, hay cierta alegría en su trabajo. Y por supuesto hay algo más: la luz increíble. Es directa, casi como si usara 'flash'. Caravaggio desarrolló la luz direccional, casi como en el cine, es el antecesor de la iluminación cinematográfica. Con Goya se añade algo rudo, brutal, escenas en las que la luz se concentra en lo que quiere mostrar.
«Los monstruos son parte de la humanidad, tal vez lo más frágil en algún sentido. Un monstruo es también alguien que sufre»
—¿La luz entre la oscuridad?
—Cuando dibujas, tú estás orgulloso de tus trazos. Sin embargo, a Goya, a veces, sobre todo en los grabados, parece que no le importa nada más que mostrar lo que quiere mostrar, así que puede poner mujeres o hechiceras en la más completa oscuridad para que el espectador tenga que mirar donde él quiere. Otras veces sorprende. Por ejemplo, en el grabado del Elefante, el genio de Goya no está en el animal, sino en el vacío blanco, como un lago de luz, que está detrás. Ese dibujo tan bien hecho, con ese fondo, es algo que sólo está al alcance de un genio. Cualquiera habría puesto ahí mil detalles, pero él entiende el poder del vacío.
—¿Qué es lo más actual?
—Hay algo esencial, la casi absoluta ausencia de belleza. Sus mujeres no portan belleza, sino carácter, a veces deformado. Creo que no está interesado en la perfección, ese no es su tema. Me recuerda la mirada de Brueghel, al mismo tiempo que a algunos cuadros del Veronés, como 'Las bodas de Caná'. Más allá de cualquier perfección muestra la vida de la gente.
—¿Como un testigo?
—También le asusta el ser humano, por eso muestra cuán violento puede ser, podemos ser, como animales.
—¿Por qué cree que nos impresiona todavía?
—La fuerza de Goya es que provocó una enorme grieta en la Historia del Arte. Está abriendo la puerta del futuro, rompe todas las reglas. Inventó su camino, conectado con su futuro, con Francis Bacon. Goya puede trazar el gesto de un rostro con un golpe de pincel que atraviesa la cara, como una herida, no hay anatomía, sólo movimiento y energía. ¡En esos años! ¡Es de locos! Hay pocos artistas que hayan llegado tan lejos dentro de la oscuridad del alma humana. Él, Max Beckman y Bacon, tal vez.
—¿En qué le ayuda Goya?
—Yo creo criaturas para el cine que puedan ser terribles. Una criatura es la expresión de la pura creación, en un sentido orgánico. Buscas formas. Y con Goya entras en un circo de criaturas extrañas, una biblioteca de monstruos, de formas con enorme fuerza y libertad sin límite. Me gusta explorar ese camino extremo de Goya. En él me siento como en casa.
—¿Queremos ocultar la monstruosidad o nos fascina?
—El monstruo es una catarsis de nuestros propios temores primarios. Creo que también hay gente tan hermosa que da miedo. ¿Los ocultamos? No sé. Hay muy pocos hoy. En Goya ves personajes con los rasgos deformes, pero hoy tenemos cirugía estética, dentistas, al menos en Europa todo está normalizado. Y la monstruosidad es la diferencia.
—¿Tenemos una relación cómoda o incómoda con los monstruos?
—Ambas. Nos asustan, pero también a la gente le gustan los monstruos. En los cuentos está el lobo, el dragón, siempre hay algo que viene de la oscuridad. Con ellos aprendemos a afrontar nuestro propio temor.
«La fuerza de Goya es que provocó una enorme grieta en la Historia del Arte. Está abriendo la puerta del futuro, rompe todas las reglas»
—Goya valoraba la amistad en un mundo de monstruos.
—Cuando trabajas tanto como Goya sobre la naturaleza humana, es natural desarrollar empatía por la gente. No puedes pintar así sin una enorme sensibilidad. Algo que te aporta una inmensa alegría y, a la vez, una manera de sufrir más intensa.
—¿Empatía hacia el monstruo?
—Es que los monstruos son parte de la humanidad, tal vez lo más frágil en algún sentido. Un monstruo es también alguien que sufre. Goya también se siente aislado, exiliado, enfermo, sordo y desesperado. La tristeza de sus ojos en algunos autorretratos es una negrura rotunda, ojos como cuevas. Y también hay cielos vacíos en alguno de sus grabados finales, como una revelación.
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