'Si el sol o el corazón se esconden', en el Museo Barjola: Javier Garcerá o la belleza del misterio

La muestra toma su título de un verso del poema 'Eclipses' de Mario Benedetti y supone un nuevo punto de inflexión en la trayectoria del artista levantino, que en los últimos años viene sorprendido a propios y extraños con sus valientes intervenciones en espacios públicos y privados, y con éxitos en las ferias internacionales de arte contemporáneo.

Su sabiduría para armonizar la docencia y la pintura le sirve para idear eficaces lecciones estéticas sobre las relaciones entre la naturaleza humana y la creatividad. En un momento histórico donde la banalidad y el dominio brutal de las imágenes convierte el arte, con frecuencia, en mera cita o reapropiación autorreferencial, se agradece este chute de ingenio y buen hacer de Garcerá, cuyas pinturas siempre destilan pasión, simbolismo,virtuosismo y calidad plástica a partes iguales.

La exposición está llena de sorpresas en cada rincón de la sala y en cada centímetro de la gran tela que domina el espacio y de los pequeños papeles que la acompañan. El autor, al modo velazqueño, nos regala juegos visuales, perspectivas, puntos de fuga y conjugaciones múltiples que arropan a esa trinidad a la que rinde homenaje, esa fusión de mente-cuerpo-espíritu donde Garcerá se siente muy cómodo y que es la piedra filosofal de este proyecto.

El soberbio retablo que preside la pared principal de la Capilla, con sus filtros rojizos y sus intrahistorias místicas, subraya una cavilación profunda sobre la sociedad y sobre la fragilidad de nuestros días que, como afirmaba Javier Díaz-Guardiola en la presentación de la exposición, «se establece como plano-guía de la senda que ha de emprender nuestra intuición». No en vano, Garcerá nos invita a detener la mirada en las luces emotivas, «dejándonos a la intemperie, invadidos por la incertidumbre», añade el comisario.

Podemos extraer otras lecturas del conjunto basándonos en sus aspectos referenciales, sus redireccionamientos a la pintura romántica o al arte oriental, su reconstrucción de diluidos paisajes, su facilidad para traducir a poemas lo indefinible, o sus profundos planteamientos conceptuales. Garcerá consigue que las influencias externas se sitúen lejos de la inspiración de sus obras, que brotan libres, como un cielo privado y otras fronteras probablemente humanas.

Es consciente de la importancia de educar la mirada, de la necesidad de estimular la palpitación contemplativa; sabe muy bien que la realidad tiene múltiples significados y que somos nosotros quienes los asumimos como parte indivisible de cada una de nuestras vidas.

Javier Garcerá

Javier Garcerá. 'Si el sol o el corazón se esconden'. Museo Barjola. Gijón. C/ Trinidad, 17. Comisario: Javier Díaz-Guardiola. Hasta el 8 de junio. Cuatro estrellas.

Si los recursos mediáticos han cambiado nuestra relación con el arte contemporáneo y han alterado nuestro modo de enfrentarnos a las obras, Garcerá apuesta una y otra vez por despertar nuestra capacidad sensitiva frente a bellezas y misterios.