ARTE

Sara Rubayo: «La insititución arte, por ser bastante endogámica, se encarga de dejar fuera a quien no supera cierto punto elitista»

INFLUENCERS DEL ARTE (II)

Dice esta historiadora del arte, que ahora triunfa en YouTube, en el universo pordcast y hasta en la tele, que el suyo es un trabajo de traducción cultural: Hacer accesible el arte desde las redes a todo tipo de públicos. Y lo logra

Lea otros textos de este autor

Sara Rubayo con uno de los libros de 'PintorAs' Paidós

Comenzó a volcar contenidos en redes porque se dio cuenta de que esa forma de aproximarse al arte. haciéndolo cercano, faltaba. También porque era una manera de llenar lagunas, de abordar cuestiones a veces no tan alternativas como la presencia de la mujer en los ... grandes manuales. Y por la misma razón, también comenzó a escribir libros, «esos libros que a mí me habría gustado leer cuando empecé a interesarme por la creación plástica». Hoy, pilota varios podcast (como 'La señora del arte', en el que no falta el salseo), colabora con programas de televisión como 'El condensador de fluzo', visita de otra forma las colecciones de grnades museos como el Thyssen y publica interesantes manuales, como 'Te gusta el arte aunque no lo sepas' y, más recientemente, 'PintorAs' (Paidós). Su misión no es hacerle la guerra al divulgador tradicional sino hacer más cercano el arte al gran público «para que el historiador del arte no se extinga»

—¿Cómo descubre esta segunda vocación que es la de convertirte en una persona que genera contenidos digitales? 

—La respuesta bonita es que vi que había un hueco para mí: no había lo que yo buscaba en las redes sociales, sobre todo en YouTube, y yo soy muy de «pues si no lo hay ya lo hago yo». La realidad era que estaba embarazada, no pegaba a ojo por las noches y consumía YouTube en cantidad ingentes, y me daba cuenta de que había gente que hacía contenido contando su porquería de vida y que con ello podían vivir.

Cada vez que yo comentaba que estaba estudiando Historia del Arte, la mayor parte de la gente o bien no sabía que era eso o pensaba que los historiadores no pintamos nada: la gente no sabe qué hace un historiador del arte. Había que explicarlo. Por otro lado, también veía que faltaba contenido cultural en redes sociales.

Por eso me abrí un canal de YouTube para hablar de Historia del Arte o, al menos, no tirar mis apuntes a la basura una vez que terminase la carrera. Iban a servir para algo, para construir guiones y contarle al mundo que la Historia del Arte es mucho más bonita de lo que de lo que se suele pensar. Vi ula posibilidad de utilizar el canal de YouTube como una vía de expresión y de comunicación que no se estaba utilizando para la cultura y sí, sobre todo, para el 'lifestyle' y los videojuegos.

—Hoy está más que diversificada: tiene dos podcasts, trabaja en televisión, escribe en prensa, publica libros... ¿A qué se dedica, Sara? 

—Me dedico a dar la turra, me dedico a investigar, a investigar sobre la Historia del Arte porque nunca paro de aprender, sobre todo cuando hemos descubierto que nos faltaba la otra mitad de esa historia, la compuesta por las mujeres, o que yo al menos en la carrera no la vi.

Rubayo, en 'El condensador de fluzo' de RTVE RTVE

También justo estoy viviendo una etapa de desmontaje o desaprendizaje de lo que nos han enseñado siempre: se nos ha enseñado una historia totalmente rígida e inamovible, y nos estamos dando cuenta de que no, de que todo hay que reescribirlo, hay que desaprenderlo, porque nos faltan muchísimas piezas y lo que hemos aprendido en los libros es un discurso hegemónico dictado por unos pocos que por supuesto siempre está incompleto: no solo faltan las mujeres, sino también, faltan las personas racializadas, gente de otros países, otros puntos de vista... Faltan demasiadas cosas. Y nos hemos dado cuenta de que nosotros mismos también podemos ser partícipes de la reescritura de esta historia.

Yo sigo aprendiendo y, a la vez que aprendo, lo comunico. Doy clase, no me gusta considerarme profe, pero es verdad que doy clase a un grupo de jubilados en el pueblo en el que vivo y es una maravilla porque, con cada nueva clase que preparo, aprendo cosas nuevas y me sorprendo.

–¿Es la misma Sara Rubayo en los podcast, en 'El condensador de fluzo' (RTVE) o en su libro 'Pintoras'? Es decir, ¿cómo se diversifica?

–Forzosamente siempre soy la misma y, de hecho, es un debate que últimamente además tengo mucho conmigo misma porque estoy creciendo tanto que el hecho de que me reconozcan por la calle me perturba en cierta manera, y no sé si tengo que separar a la persona del personaje, porque no sé hasta qué punto esto puede influir en mi propia salud mental.

Pero, al margen de todo eso, es evidente que cada medio exige su manera de expresarse: no es lo mismo escribir para un libro que para un guión que luego vas a cantar, o no es lo mismo hablar para una plataforma gubernamental como es RTVE que hacerlo para tu propia red social, en la que, en Instagram, soy yo misma en mi casa en pijama, sin más. Me voy adaptando, pero creo que la gente sabe perfectamente cómo soy yo en verdad, muy normal, muy del pueblo, muy accesible, que utilizo un lenguaje bastante callejero incluso para muchas personas, a veces estridente, pero al fin y al cabo era la misión que yo quería cumplir cuando abrí el canal: funcionar como traductora de ese arte que yo había estudiado en la carrera y del que veía que había una distancia abismal con el público general, que parecía que solamente pertenecía a la élite academicista.

Por eso también me gusta mucho funcionar como guía dentro de museos como el Prado y el Thyssen, porque lo que hago es acercarle a la gente normal, sin tener que hacer turismo, sus propios museos. Para mí ha sido un logro que después de siete años haciendo visitas guiadas en el Museo del Prado ya por fin me están llegando madrileños, que son los que menos visitan el museo, lo que me sorprende muchísimo.

—¿Cómo la recibe, como recibe su frescura, la propia institución? 

—Yo, como historiadora, lo miro todo con perspectiva histórica y si bien es cierto que cuando empecé era una repudiada total por el hecho de cómo hablo, de ir tatuada, llevar el pelo de colores o ser simplemente joven, ahora ya no me ocurre porque tengo 40 años. Pero la propia institución, que es bastante endogámica, se encarga de dejar fuera a los que no han superado cierto punto elitista. También te digo que, por suerte, al final hasta los dinosaurios más antiguos también se mueren: los tiempos pasan y, al final, a fuerza ahorcan.

La pandemia puso todas las cartas encima de la mesa y las redes sociales han venido para quedarse. De hecho ya funcionan como un sistema más y no son una novedad. Pero cuando yo empecé, cuando abrí mi canal de Youtube, ni siquiera se me consideraba: simplemente era una niñata que estaba utilizando los apuntes de clase para perder su tiempo. Sin embargo cuando empiezas a tener un alcance y una notoriedad y empiezas a adelantar a las instituciones por la derecha, al principio se indignan.

'La gata verde', canal de Youtube de la autora YouTube

Pero la pandemia hizo que ellos mismos se dieran cuenta de que las redes sociales no eran sus enemigos, sino un medio más de comunicación más y por supuesto, toda la gente que ya llevaba un tiempo trabajando en estas vías de comunicación comprobaron que no éramos sus enemigos, sino sus aliados, y que estábamos deseosos de colaborar con ellos en todo momento.

Ahora el vínculo depende de la institución, depende del museo: hay quien tiene una directiva más abierta, o con más vistas a futuro o más necesidades, y decide abrir las puertas. Y luego hay simplemente algunos que se mantienen todavía regios, y que poco a poco van entrando en el saco porque no les queda otra. Nosotros no hemos venido para quitarles el trabajo a los de la academia, sino, al contrario, para echar una mano, porque se estaban quedando un poquito anquilosados en el pasado.

—¿Es posible que instituciones más académicas les hayan recibido mejor? Es decir, no es normal que el mayor tiktoker del arte en España sea el Museo del Prado y no el CA2M o una feria como JustMad.

—Es que, por ejemplo, una feria como JustMad tiene un recorrido vital extremadamente corto, o sea, tiene cuatro días de vida para el público: están trabajando todo el año, pero esos cuatro días son lo único que ve el público. Sin embargo, en el Museo del Prado, hay un trabajo importantísimo por parte de mi amigo Javier Sainz de los Terreros, que es el que empezó a dirigir sus directos, el que abrió brecha cuando empezó la pandemia. Si no hacían nada, el museo iba a quedar en la oscuridad y, desde que el mundo es mundo, lo que no se cuenta no existe: la única vía que había era contar la actividad del museo a través de lo que la gente tenía en sus casas que eran las redes sociales.

Yo también pegué el petardazo cuando vino la pandemia, lo que no deja de ser triste, pero el covid puso las cartas sobre la mesa, y mientras todo el personal sanitario y toda la parte científica de la humanidad se puso manos a la obra para salvar a los enfermos, toda la parte de las ciencias sociales, la de humanidades y Bellas Artes se pusieron a trabajar para salvar a los que estaban sanos en sus casas, porque todo el mundo empezó a ver conciertos, a ver películas, a hacer cursos, a disfrutar de esas partes culturales para las que nunca habían tenido tiempo o a las que nunca habían decidido prestarle atención porque la rutina no lo permitía.

—Hablando de las estrategias digitales ¿a qué público o públicos se acerca usted? 

—Cuando empecé, no me planteaba nada de eso, ni siquiera sabía que existía la palabra divulgación. Abrí el canal el 5 de octubre de 2015 y realmente no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Sabía que tenía dentro de mí una pulsión, sabía que era lo que tenía que hacer, lo que me apetecía hacer, y que iba a conseguir algo un dinero justito para pagar mis facturas. Nunca pensé que iba a tener esta repercusión; pero sí que sabía que podía ser mi futuro, que no quería seguir estudiando, hacer un máster, y además tenía un crío y quería hacer una conciliación familiar y esto me permitía trabajar desde casa.

Perfil de la historiadora en IG, con más de 74.000 seguidores IG

Yo no empiezo una estrategia, yo simplemente hago lo que creo que tengo que hacer, y no planteo si va para un público o para otro: soy consciente de que mi nicho va a ser muy pequeño, que va a ser solamente gente que tenga pasado mañana un examen sobre Barroco y que por eso va a buscar mi vídeo, o alguien que simplemente caiga en mi vídeo y le haya caído en gracia mi manera de hablar, mi cara o lo que sea, y se quede. Realmente estaba siguiendo las estrategias que ya estaban poniendo en funcionamiento otros youtubers pero que no me contaban lo que yo quería oír, de forma que sus estrategias no necesariamente me tenían que funcionarme a mí. Pero poco a poco va surgiendo y cuál fue mi sorpresa cuando empecé a crecer.

Yo alucinaba porque mi target va desde los 12 años hasta los 99, hombres y mujeres por igual: eso significa que a la gente en general le interesa el arte. Abrí un curso online en pandemia y tenía alumnos de 12 años y también de 86.

—Eso tambiénle obliga a modelar el discurso para llegar a franjas tan diferentes.

–Sí,pero lo que todos comparten es lo de estar hartos de que se les hable desde un pedestal: la gente quiere que le hables de tú a tú como si fueses un amigo. Eso es lo que yo hago: yo hablo a la gente como si se lo estuviese explicando a mis hijos o a mi amiga tomándome una cerveza. Cuando empecé a dar clases presenciales a jubilados, recuerdo que los primeros días me miraban con la nariz arrugada. El primer taco en clase o la primera palabra que no es académicamente aceptable sino mucho más coloquial siempre sorprende. Pero realmente luego se paran y dicen: «Joder, aprender así es mucho más divertido, es mucho más normal y naturalizado».

Al final es la manera que tenemos todos de hablar. El estar continuamente encorsetado en un discurso elevado y lleno de tecnicismos es agotador porque lo que te hace es sentirte absolutamente estúpido e insignificante: Por eso te digo que yo funciono como una traductora cultural, y que tengo la capacidad de tragarme conferencias interesantísimas pero de un tono soporífero y plagado de tecnicismos que después traduzco, condenso y lo compacto en un vídeo para Instagram o para Youtube porque conozco los códigos de los dosámbitos, conozco los códigos académicos y los de las redes sociales, y yo sé que tu tiempo es oro y que cuando vas a buscar cómo se hace una tortilla de patata o cómo arreglar la cisterna del váter, vas a buscar el vídeo más corto y a quedarte con la definición más corta siempre ¿Por qué? Pues porque somos vagos y porque el tiempo es oro. Y lo que me interesa es ganar adeptos, que tú tengas de repente interés por el tema que yo te estoy contando y luego, ya si tú quieres investigar por tu cuenta, explicarte que ahí está internet.

—¿Es una casualidad que todos los influencers del arte tengan ya una edad?

—Es necesario tener una trayectoria para que la marca sea sólida y válida. Nunca se sabe lo que va a funcionar, pero sí que te puedo decir que pertenecemos a una generación en la que estamos entre Pinto y Valdemoro: Yo ahora mismo, con 40 años, estoy desgranando la página web del Thyssen, y, sin embargo, me miro y llevo una sudadera con muñequitos de los años 80. Somos una generación puente: igual que hemos sido analógicos y digitales a la vez, también somos capaces de tener un pie en una adultez más severa, somos capaces de estar sin dar la nota en una conferencia de gente trajeada y de fiestón pegando voces.

Yo no tengo ningún problema en bailar Lola Índigo, pero también de repente me pongo una Edith Jones o una Ella Fitzgerald o un Puccini. Somos la primera generación en la que estábamos estudiando gustosamente Historia del Arte pero que también nos dábamos cuenta de que a lo mejor rezumaba un poco de caspa, los primeros que más que cuestionarla, que nos dimos cuenta de que se puede contar las cosas de otra manera y que, de hecho, deben empezar a contarse de otra manera si no queremos que la generación de historiadores del arte se mueran, nos extingáis, nos extingamos por puro aburrimiento y por pura endogamia.

'La señora del arte', uno de los podcast de Rubayo en Podimo Podimo

Al final sí que creo que durante mucho tiempo ha habido un secuestro por parte de la élite academicista de que si no entiendes mi discurso no vales nada. ¿Por qué hace 50 años se escribía textos para no entenderse? O como ahora, que estoy redactando unos textos teóricos de unos artistas que son súper jóvenes me dicen: «Por favor, es que necesito que se entienda, porque lo que me han escrito hasta la fecha no sé qué dice de mí, no sé qué pone, no sé qué está contando esta gente sobre mi propia obra». La gente está harta de sentirse estúpida y no creo que eso sea ni minusvalorar, ni frivolizar, ni menospreciar la Historia del Arte. Es bajar las cosas a la tierra.

—Acaba de publicar libro...

—'Pintoras' es una locura que se me vino a la cabeza y que nunca pensé que podría ser posible, pero, bueno, como soy una ingenua y una ilusionada de la vida, sabía que esto le iba a gustar a mucha gente. Eso sí: la primera parte la tuve que autopublicar hace dos años porque Paidós dijo que era un proyecto muy caro, y que bla bla bla, y ahora están felices y contentos porque en los cuatro primeros días de venta hemos llegado a la segunda edición.

Estamos todos muy contentos porque realmente es un proyecto muy ambicioso, muy loco y también muy necesario, o sea, realmente falta reescribir una Historia del Arte completa, pero para completar el puzzle falta encontrar primero todas las fichas. No es el libro que yo quería escribir, yo quería escribir primero el anterior, 'Te gusta el arte aunque no lo sepas', pero como ya llevo trabajando tantos años sobre las mujeres yo sí que conozco esas fichas que faltan y por eso pude construir este libro que es un manual completo dentro de lo que las páginas limitadas me permitían, un pequeño manual sobre la Historia del Arte paritario, completo, con sus hombres y mujeres contados de una manera muy fluida y natural, no sin añadidos y excepciones o raras avis como muchas veces parece que son las mujeres en la Historia.

'Pintoras' era un paso necesario que había que hacer y la aventura está siendo apasionante porque estamos trabajando ya en el siglo XIX y ya tenemos la friolera de 3.000 autoras, lo que se va a comer 2 y 3 volúmenes fácilmente, que ya están apalabrados con la editorial.

—¿La idea es llegar hasta hoy?

—No. El siglo XX lo vamos a dejar ya para las chiquillas que están ahora en grado, vamos a dejar un poco de trabajo para los demás, porque además también la gente ya está reclamando que si escultoras, que si arquitectas ,que si fotógrafas.

—Ha abierto un melón.

—¿Un melón? Sí, una frutería he abierto, una frutería.

—Recomiéndeme usted nombres de gente en la que se refleje en este ámbito de los influencers.

—Depende, porque si me pongo modo historiadora, pues tengo unos nombres, y si luego me convierto, si soy personaje, sigo a otros; y si estoy intentando ya desconectar total, porque también tengo que parar un poquito de pensar todo el día en Historia del Arte, me voy a una rama totalmente diferente que la gente se sorprende, que es que me gusta mucho la criminología. Pero voy a barrer para casa y voy a recomendar, por supuesto, Arte Compacto, porque es un podcast maravilloso. Y te voy a recomendar el blog de Investigart y Cipripedia, dos webs de referencia continua a los que siempre estoy remitiéndome sin parar. Me ha gustado mucho un podcast, además en el que he tenido la suerte de poder participar, que es el de Maya Pixelskaya, que ella es presentadora y humorista, y ha mezclado historiadores con humoristas.

—Véndame los suyos.

—Por supuesto: te vendo los míos. Te vendo 'La Señora del Arte', que está en Podimo y estoy a una de vueltas de hacerlo a lo mejor con público si me da la vida; mis libros, por supuesto, es que mis libros son maravillosos, o sea, es que igual que abrí mi canal de Youtube porque era el canal que quería que hubiera y no existía, los libros que he escrito son los que me faltaban y no existían entonces: ¡Ojalá se hubiese embarcado en 'Pintoras' otra persona! ¡Me lo hubiese pedido por Reyes y me hubiese quedado tan pancha!

La autora, con sus dos libros de 'PintorAs' Paidós

Por su parte, 'La Señora del Arte' es un podcast en el que llego al extremo. Igual que nosotros todos los años nos proponemos o bien en septiembre o bien en enero, que son como las fechas clave del año en las que reiniciamos y dices: «No. Vamos a dejar de fumar, vamos a ir al gimnasio, voy a llamar más a mi abuela», todas esas cosas que luego a los cuatro días se nos han olvidado, la Historia del Arte es exactamente igual, o sea, cuento todo el rato que los artistas no se diferencian en absoluto de nosotros.

Por ejemplo te cuento la historia de Van Gogh, que estuvo toda su vida siendo un bala perdida hasta que pintó los últimos nueve años de su vida, o sea, que no pasa nada si no sabes o no conoces tu vocación y abandonas la carrera cada dos por tres; esto le pasó hasta a los más famosos. Y luego el hecho de entrar en la norma y romper la norma que hacemos constantemente nosotros de lunes a domingo lo hace la Historia del Arte con, por ejemplo el Neoclasicismo, el Barroco y el Renacimiento. Cuando la gente entiende que el arte no está tan alejado de nuestras propias vidas es mucho más divertido. Aparte que la escena del arte, te puedes imaginar, está lleno de salseo todo el tiempo.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios