El rock no ha muerto pero la contracultura sí

En cualquier caso, 2024 es de Charli XCX, la nueva reina de la modernidad, que ha llevado a lo más alto del 'mainstream' géneros frikis, el bedroom pop y el hyperpop, en estos días tan esplendorosos para lo raro (que aplaudimos), aligerando en 'Brat' su carga experimental para auparse al podio de las divas desde la innovación y encabezar los festivales que otrora nos creyeron hacer que eran algo rebeldes. Ja. Y, en concordancia, protagonizando anuncios de H&M en donde pronuncia palabras huecas que bien las podría pronunciar Lola Lolita o Llados. ¡Ojú como está la contracultura! Que no está, quiero decir. Y me acuerdo de un titular reciente de la antaño también musa modernísima durante los 80, Alaska, ahora desdeñada por facha por las nuevas generaciones (no las del PP, eso sí), cuando ha dicho: «Ahora los jóvenes no se dan cuenta de que no van contra lo establecido». No es la primera ni el primero, por supuestísimo. Es un cambio de enfoque total, en este sentido, y desde hace mucho.

En este (anti)plano de modernez, queremos elogiar también la lista de los diez peores discos del año del usuario digital Mondo Insonoro, que ha tenido que aguantar lloriqueos masivos por decir algunas cosas de Judeline que tienen su gracia y tino, con esa prótesis dental de metal que lleva la nueva estrella, como también se encasqueta Rosalía, de la que es tan legataria, y tantos artistas urbanos más, un absoluto signo de falta de originalidad cuando supuestamente quieren representar lo contrario. Hoy por hoy lo más transgresor es no llevar tatuajes y todo eso, vamos. Lo contrario es falta de personalidad y seguidismo.

Por último, en este balance de luces y sombras musicales, queremos lanzar una ráfaga de cuatro pesares con sus matices. Primero, el disco de vuelta de The Cure está bien pero quizá tan bien, entre el grano abunda la paja. Segundo, la decepción con el nuevo disco de Dua Lipa, compensado por su fantástico concierto en el Mad Cool de la futura chica Almodóvar. Por otro lado, como es una persona apestada, y a Dios gracias no tengo el placer, pero qué ninguneo de las listas a Kanye West y su espectacular 'Vultures 1'. Y, por último, lo de Morrissey contando que Johnny Marr ha impedido la reunión de The Smiths por no soportar al cantante del tupé, la auténtica y más potente reunión que podría haber en nuestros días y no el latrocinio al bolsillo de los Gallagher con un sistema de precios dinámicos para la venta de entradas de lo suyo.

Y qué deslumbrante y encomiable por arriesgada la amplia remesa de nuevos discos que ha lanzado de golpe en el último tercio de 2024 el sello asturiano Humo Internacional, con vinilos de Somos la Herencia, Cachito Turulo, Ramper, Viuda y muchísimos más. Y, en el contraplano a esto, algunos álbumes lanzados con inteligencia artificial muy disfrutables como Las Nenas o Punkteras Rosas, que han dado que hablar en los micromundos musiqueros, y que permitían nuevos juegos creativos que empezaremos probablemente a integrar.

Y todo esto en el plano sonoro, porque en el de la cultura general musical está lo de Ed Piskor, el reputado autor del cómic 'Hip Hop Familiy Tree', que se suicidó tras ser acusado en redes de acoso sexual, como una de las noticias de más impacto del año. «Me han asesinado acosadores de internet», decía su carta de despedida. Pero eso es otra cosa. Espinosa y muy delicada.