La resistencia íntima de Tito Pérez Mora en 'Después de antes', proyecto para la Fundación Ortega Marañón

Sin embargo, sus inquietudes no se dirigieron hacia la esfera pública y sus debates políticos, sino hacia los acontecimientos y los trabajos rutinarios del hogar: preparar y compartir la mesa, lavar la ropa, ordenar la casa, cuidar y ser cuidado; acciones de una cotidianidad menospreciada por el pensamiento contemporáneo, pero reivindicada por una reciente 'filosofía de la proximidad' que, según el pensador Josep María Esquirol, se funda en oposición al dogmatismo de la actualidad.

En sintonía con esta resistencia íntima, Pérez Mora aborda la dimensión lírica de los tiempos muertos, aquellos que escapan de la inmediatez y de la urgencia: por ejemplo, la cocción del pan casero, la aparición de la ceniza en la chimenea o el progresivo amarillear de las sábanas blancas.

Para el artista, ahora en la Fundación Ortega-Marañón en Madrid, lo mundano no dista de ser sublime: así, su políptico 'Paisaje doméstico NCS', realizado con pintura plástica para techos y paredes, nos sitúa entre el acto de pintar el hogar y la imposibilidad de representarlo. Otra clave de esta estética de la proximidad son las palabras: bordadas, mecanografiadas, fotocopiadas o manuscritas, evocan siempre una «obra abierta» puesta a disposición del otro.

A Pérez Mora le interesa apropiarse de aquellos materiales que, debido a su familiaridad, se sitúan debajo del umbral de la atención. No son elecciones transgresoras o arbitrarias, como ocurría con los pioneros 'ready-made' dadaístas, sino que se sustentan en su potencial simbólico como elementos conductores (el cobre), de reparación (el hilo de sutura), protectores (la cera de abeja) o de limpieza (el jabón doméstico).

Con pastillas de último, Pérez Mora edifica el pilar que, según su trazado estructural lógico, le falta al espacio expositivo, al tiempo que recupera su memoria olfativa: en origen, esta sala fue la lavandería de la Residencia de Señoritas, institución pionera en la enseñanza universitaria para mujeres en las décadas previas a la Guerra Civil.

La cita es un bellísimo ejercicio de poetización de la intimidad familiar, donde se exploran no sólo los afectos, sino también las pérdidas y los desacuerdos. La afirmación de Merleau-Ponty de que «vivir es despertar en los vínculos» es interpretada por el artista como un hábito que es posible adquirir. Este fue el propósito que impulsó los 366 dibujos hechos día a día por Pérez Mora, con la mano izquierda, a ciegas o sin luz, durante todo el año 2020, y cuyo conjunto ahora late como el corazón de esta exposición memorable.