Reescribir la familia

Todos los verbos que rodean a la familia encuentran una nueva conjugación en los trabajos de Carla Simón, Aixa de la Cruz, Pilar Palomero, Sara Mesa o Alauda Ruiz de Azúa, entre otras; una generación de artistas que actualizan un tema eterno

Itziar Barrios

Cuando Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) empezó a escribir después del parto, algo había cambiado. No era el cansancio, ni la concentración, ni el ruido, sino una sensación más profunda y misteriosa: una revolución del tacto, del pulso, de la prosa. «Yo estaba ... acostumbrada a impostar una delicadeza y una dulzura en los gestos que de pronto ya no era impostada. Había pasado tres semanas con un bebé en brazos que me seguía dando miedo por la fragilidad que proyectaba, y de repente es como si hubiera incorporado en mí una nueva forma de tocar, y me enfrentaba a la escritura con un ritmo más delicado, con una cadencia distinta, tocaba las teclas del ordenador como si fueran las de un piano». Lo cuenta gesticulando, mientras recuerda la génesis de 'Las herederas', una novela que gira en torno a una casa y cuatro nietas que tienen que repartirse el legado de su abuela, una suicida.

Precisamente a la abuela del bebé que por entonces todavía crecía en su vientre dedicó su último trabajo Carla Simón (Barcelona, 1986). Lo tituló 'Carta a mi madre para mi hijo', y comparte con Aixa una sensibilidad en la mirada y una sacudida vital marcada por el alumbramiento de su hijo y por la aproximación al concepto de familia. «Hago cine para imaginarte y para imaginarme, o puede que lo haga porque no quiero morir», lee en el cortometraje una directora que tanto en 'Verano, 1993' como en 'Alcarràs' reflexiona sobre la familia desde el prisma de quien perdió a sus padres por el sida cuando era una niña. Junto con Aixa y Carla, las cineastas Alauda Ruiz de Azúa (Baracaldo, 1978) y Pilar Palomero (Zaragoza, 1980), y las escritoras Ana Iris Simón (Campo de Criptana, 1991) y Sara Mesa (Madrid, 1976), entre muchas otras, incluida la cantante Rigoberta Bandini (Barcelona, 1990), autora de 'Ay mamá', forman una generación que ha emprendido una reflexión en paralelo sobre un tema que atraviesa la vida, es decir, todas las vidas. Porque no hay asunto más transversal ni del que se haya hablado más. Desde los primeros tiempos. La obra de arte figurativo más antigua del mundo tiene 43.000 años y ya mostraba ocho siluetas humanas cazando juntas; los mitos sobre los dioses griegos no son otra cosa que una familia muy mal avenida (que, además, daba explicación a aquel mundo clásico), y Shakespeare hizo de cirujano del alma con, entre otras cosas, la familia de un rey que de ser actual la llamaríamos disfuncional.

Fotogramas de 'Carta a mi madre para mi hijo', 'La maternal' y 'Girasoles Silvestres

En el último siglo, el arte que cambió la forma de entender el mundo, el cine, también tuvo la maternidad y la familia como epicentro y eje de las más grandes historias. Pero aquellos relatos quizá tengan un encaje difícil en un presente donde cada generación parece distanciarse un milenio de su predecesora, y que necesita nuevos referentes, nuevas narraciones, nuevos giros. Al menos eso piensa Pilar Palomero, ganadora del Goya por 'Las niñas' y que en breve estrena 'La maternal', dos títulos que no esconden nada. Ella es una de esas artistas que han comenzado a mirar a un tema que otrora sonaba arcaico. Encajonado. Ideologizado. Ajeno, incluso.

«La familia es una fuente inagotable de historias -explica la directora-. Más concretamente, las relaciones con los padres, que son las más contradictorias, esas donde puede haber amor y rencor». Ella cree que detrás de estas reescrituras de la familia hay una necesidad por adaptarla a los contextos de hoy, a los problemas de su generación. «Los modelos de familias con los que nos hemos educado ya no existen, y estamos intentando entender cuál es el nuevo modelo y ver cómo encajamos», indica la realizadora, que con su última obra ilumina un drama como el de los embarazos adolescentes.

Ana Iris Simón, que sacudió con 'Feria' los prejuicios de su generación sobre la maternidad y la familia, sostiene que estamos ante el resultado de una nueva perspectiva. «Esta necesidad de rescatar la familia como tema, que surge sobre todo de creadoras femeninas, probablemente venga de ese cambio de paradigma por el cual la familia pasó de ser un imperativo social (pensemos en nuestra abuelas) a una rémora (pensemos en expresiones como «cargas familiares») para la realización personal, que en el modelo del capitalismo tiene que ver, fundamentalmente, con lo que uno produce (su trabajo) y consume (ocio, viajes, un estilo de vida)». «Venimos de un contexto histórico bastante cercano en el que la izquierda había sido particularmente crítica con la institución de la familia -apunta, por su parte, Aixa de la Cruz-. Y de pronto, después de la primera crisis económica, incluso la izquierda se pliega a este discurso de vendernos la familia como un valor, porque esto es incuestionable: cuando caen las estructuras de protección estatal, lo último que nos queda, el último refugio, es la familia. Creo que perdimos un poco de juicio crítico que siempre había existido sobre la familia, porque ese periodo histórico nos obligó a refugiarnos en ella. Y yo vengo de ahí».

Adaptar la tradición

Lo explicitado por las tres se condensa en una idea: el deseo de encajar el mito de siempre en el hoy. «Hemos dejado atrás un mundo en el que se daba por supuesto que uno iba a casarse y a tener hijos; ahora, en las últimas dos generaciones, se ha dado la vuelta a esto muy rápidamente, sobre todo para las mujeres», señala Pilar Álvarez, directora literaria de Alfaguara Hispánica. «Es un tema que se está analizando desde muchísimos puntos de vista. En la generación más joven es uno de los grandes asuntos», asevera. Ana Iris Simón profundiza más aún: «Pienso, por ejemplo, en 'Sexo en Nueva York' y en el prototipo de mujer que vendía a las mujeres como deseable: profesional liberal y rica que se centra en su carrera, sus viajes y sus compras, basa su identidad en lo que produce y consume y pospone la maternidad 'ad infinitum'. Es el arquetipo de mujer libre y liberada con el que crecimos las de generaciones posteriores, y contra el cual hay quien se ha rebelado. Y pienso en 'Girls', el 'Sexo en Nueva York' de los 'millennials', y en su final, con la protagonista siendo madre y yéndose de la ciudad». También 'Friends' acababa justo en el momento en el que los personajes formaban sus propias familias, cuando decidían fundar un hogar, algunos lejos del ruido de Nueva York.

«Hay quien se ha rebelado contra el arquetipo de mujer libre y liberada con el que crecimos. Pienso en 'Girls', el 'Sexo en Nueva York' de los 'millennials', y en su final, con la protagonista siendo madre y yéndose de la ciudad»

Ana Iris Simón

Autora de 'Feria'

En esta clase de matices bucea Alauda Ruiz de Azúa, que ganó en el Festival de Málaga con 'Cinco lobitos', donde la precariedad marca a una pareja que, una generación atrás, no hubiera dado para protagonizar la película. «Creo que hay algo generacional en revisitar la maternidad. Nuestras maternidades o paternidades son muy distintas de las de nuestras madres y padres», confirma la autora. Y Palomero remata: «El hecho de que haya una necesidad de contarlo es para poder comprenderlo. La familia, en ningún sentido, tiene que ver con lo que era». La actriz Bárbara Lennie (Madrid, 1984), con la ilusión del embarazo brillando en su rostro, valida la tesis: «Estamos en un momento, nosotras al menos, de replantear los tiempos, las exigencias, de hacernos las preguntas honestamente de lo que se puede y lo que se quiere y lo que no, y claro: cómo no va a ser la familia, que es un pozo sin fondo, un lugar para rescatar historias. Hay muchos temas que nos importan, pero este no lo hemos tratado tanto». Otra actriz, Anna Castillo (Barcelona, 1993), que en la nueva película de Jaime Rosales da vida a una joven madre a la deriva en busca de algo a lo que llamar familia, defiende que «vivimos un momento clave». «El feminismo ha hecho que nos deconstruyamos también en la maternidad. Por eso ahora hay muchas mujeres que nos sentimos con la potestad y la garra de hablar sobre un tema que siempre ha sido muy importante pero muy silenciado».

Fotograma de 'Cinco lobitos'

Una idea perenne

Por su parte, Sara Mesa, que acaba de publicar 'La familia', niega la idea de que estemos ante un fenómeno que se pueda acotar, porque eso empobrece los resultados. «La familia es un tema que se ha tratado en todos los tiempos, ahí tenemos a Shakespeare. Y lo digo con seguridad porque he leído muchos libros centrados en familias, de los siglos XIX y XX y XXI, historias de todo tipo y tono porque es un campo de trabajo inagotable. Por eso, si pensamos que es una moda y englobamos productos muy distintos bajo una misma etiqueta estamos echando por tierra todas las particularidades y matices, justo lo más, o lo único, interesante».

Pilar Palomero entiende que así es como funciona el imaginario colectivo, y que «unas historias inspiran otras». Alberto Olmos (Segovia, 1975), en cambio, aventura que hay un clima de opinión detrás de esto, tal vez un despertar en mucha gente que ahora piensa que «a lo mejor no quiero ser tan moderno todo el tiempo y que no tengo por qué avergonzarme de ello». «Así, en efecto, la familia tradicional puede haber sufrido un espaldarazo como temática narrativa, ya sea para ensalzarla o analizarla o directamente para volver a hundirla... Hay que tener en cuenta también que la literatura, y supongo que el cine, se mueve por modas, y, si alguien escribe sobre un asunto y se habla de él, de modo no necesariamente oportunista, otros pueden de pronto sentir deseos de abundar en ello con otro libro, u otra película», desarrolla el escritor y columnista, que narró en 'Irene y el aire' su entrada a la paternidad, al igual que han hecho recientemente Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971) en 'Un hijo cualquiera' o Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) en 'Umbilical'. O el compositor Julio de la Rosa, que ha dedicado un disco íntegramente a su hija recién nacida...

Son obras que apuntalan un pensamiento que recorre estas líneas como un tren subterráneo: el proceso de volcar a la creación la situación personal es diferente en hombres y mujeres. «Cuando uno es padre, el cambio es inenarrable, es ontológico. La dimensión familiar es lo que más nos marca», asevera Jaime Rosales (Barcelona, 1970), que estrena 'Girasoles salvajes' la próxima semana y que cita a Kierkegaard para ahondar en ese «cambio» que es la paternidad. «La transición de la etapa estética del adolescente, donde el 'yo' es muy potente y todo es posible, a la ética de buscar tu lugar en la polis para desempeñar un oficio y buscar una familia es esencial. Eliges una persona para fundar una familia y un oficio con el que contribuir a la sociedad… y pasas de ser quien recibe cuidados a ser el cuidador».

«Yo no creo que la familia sea un tema tanto de género como generacional. Hay una generación que no puede comprar una casa»

Pilar Álvarez

Editora

«Yo no creo que la familia sea un tema tanto de género como generacional. Hay una generación que no puede comprar una casa, que no espera heredar nada y que tiene que subsistir alquilando. Ya no es el discurso de tener o no tener hijos, de si la relación es a largo plazo o no, es algo anterior: la casa, porque lo primero es dónde meterse… La casa sí es uno de los grandes temas de la literatura reciente», apunta la editora Pilar Álvarez. En este sentido, señala 'La ciudad', de Lara Moreno (Sevilla, 1978), como un caso paradigmático que, sin reflexionar sobre la familia, sí lo hace sobre el hogar, esa odisea urbana. Y ahí, por cierto, está otra de las claves del asunto: la tensión entre el campo y la ciudad, el lugar donde poder fundar una familia o no…

Lejos de la política

Todas estas claves, más allá de la literatura y el cine, son las que marcan el día a día de todo el mundo. «En la calle, la familia, el sexo y el dinero están siempre en primer plano, da igual si la prensa, el cine o la literatura eligen como conversación una cosa u otra, si hablan sin parar de poliamor o de madres solteras o de transexualidad; la familia en concreto, y además como la conocemos canónicamente, nunca decae como primer alimento de cualquier charla con amigos o conocidos», subraya Olmos. Porque la mayoría de la gente ama y odia a sus familias, piensa y habla de ellas más allá de los discursos políticos, que, claro, acaban filtrándose en las obras artísticas. Aunque hay algo que comparten estas visiones creativas que son casi líneas asíntotas: su asiento en la realidad, en lo vivencial, más allá de que se les intente constreñir dentro de los esquemas políticos (Ana Iris pone el foco en la politización de la familia que hacen unos y otros, y que va de los discursos antinatalistas y abolicionistas a «la supuesta defensa» de la tradición). Eso no significa que las obras recientes aquí mencionadas estén exentas de ideología: «La familia como institución está atravesada por realidades en las que siempre median las decisiones políticas», dice la autora de 'Feria'. 'Cinco lobitos' refleja también la precariedad de la pareja que tiene una cría, del hacinamiento en las grandes ciudades al que están abocados los jóvenes, mientras que 'Alcarràs' retrata cómo una familia ve destrozado su futuro (y su pasado) por el negocio de las energías renovables. «Las decisiones que se toman en los despachos de Bruselas inciden en nuestra vida cotidiana y familiar, el modelo antropológico que da como resultado del modelo económico en el que vivimos también, y es por eso que quizá no se puedan hacer relatos familiares en los que no se refleje esto, este contexto social y sus consecuencias: sería hacer ciencia ficción», remata la escritora.

Primera persona

Al tiempo, lo que pasa en las calles, o en la propia casa, empapa la ficción. Lo sabe bien Aixa de la Cruz, que tras pasar el confinamiento en un piso de cuarenta metros cuadrados huyó con su marido y su hija a la aldea burgalesa donde había nacido su abuelo. Por eso cree que ha sido la pandemia lo que ha disparado estas reflexiones, esta corriente. «La pandemia no solo nos confinó en casa, sino que nos confinó con nuestras familias, con todo lo que eso implica: un regreso a la familia como problema», afirma. En ese pueblo pergeñó 'Las herederas', aunque ahora se ha ido a Laredo (Cantabria) por temas de comodidad, porque lo rural también tiene sus esquinas. Ana Iris Simón, otra que sintió la necesidad de alejarse de la ciudad para ver crecer a su hijo, lo resume así: «Ya no le escribimos a la familia como lo hacía Natalia Ginzburg porque ya no vivimos su tiempo, pero le seguimos escribiendo a la familia. Y nuestras hijas y nietas seguirán escribiéndole a la familia, tema universal y atemporal, pero con distintos matices a los nuestros».

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