'Este puede ser el lugar. Performar el museo', en Condeduque: La institución como espacio de acción y tiempo expandidos

Esta casi inmutable característica, al menos en el campo del arte, ha sido –afortunadamente– puesta en cuestión y con toda probabilidad superada por algunas de las prácticas artísticas surgidas o implementadas a lo largo de las últimas décadas. Me refiero entre otras a las artes performativas y escénicas que paulatinamente han ido jugando un rol cada vez más presente dentro de las instituciones museísticas.

Este hecho plantea un debate y fundamentalmente una realidad muy interesante, por cuanto parece –solo parece– suscitar una antitética contradicción –que no olvidemos rima bien con fricción– en el ámbito del museo, pero que sin embargo ha provocado nuevas y enriquecedoras reflexiones y soluciones para poder armonizar lo quieto con lo efímero, lo conservable con lo evanescente, lo perdurable con lo fugaz y perecedero. En definitiva, podríamos decir que posibilitando una intención de admitir en su seno estático-estético opciones estéticas dinámicas.

La exposición 'Este puede ser el lugar. Performar el museo' incide en algunas de estas consideraciones. Concebida e inaugurada previamente en el TEA de Tenerife donde pudo verse el pasado año, y comisariada por Natalia Álvarez Simó y Javier Arozena, se instala ahora como itinerancia en la Sala de Bóvedas del Condeduque planteando una mirada ciertamente plural a esta nueva conceptualización de los espacios museísticos a la que hacíamos referencia, y en la que determinadas prácticas de creación de acción, sobre todo la 'performance', se incorporan dentro de su eminente carácter fugitivo a las más estables categorías de registro del museo, difuminando fronteras y taxonomías.

A través de una perspectiva histórica, ligada asimismo a una visión más contemporánea, propone un total de catorce obras de otros tantos artistas, entre los que se encuentran figuras nacionales e internacionales como Pina Bausch, Bruce Nauman, Isidoro Valcárcel Medina, La Ribot o Angélica Lidell.

Todos ellos, desde la diversidad y la particularidad de sus enfoques y el uso de muy distintos medios de expresión (filmaciones de danza, fragmentos sonoros y musicales, 'performances', vídeos, partituras, registros escenográficos, pinturas, dibujos e instalaciones) comparten un rasgo identitario común como es la utilización del cuerpo, en su relación espacio-temporal, generando a través de este material artístico, y también con el concurso del gesto y el movimiento, diferentes posibilidades creativas.

Cada una de las piezas expuestas, sea cual sea su formalización, se convierten en este contexto en obras dotadas de una elevada temperatura de hibridación y mestizaje al aportar, además de sus características inherentes como producción autónoma, nuevas miradas y significaciones dado el especial contexto en el que se inscriben.

Dentro del indudable buen tono general –la propuesta es realmente atractiva y bien construida– quiero señalar algunas obras que destacan. Por establecer un cierto orden de visión, aunque el espectador será libre de deambular a su voluntad e incluso de participar en varias de ellas en un contexto claramente relacional, empezaré por el 'ballet invisible' (pero audible) de Les Luthiers, una agradable sorpresa. La instalación de Radouan Mriziga es una suerte de curiosa cartografía personal en la que el cuerpo actúa como peculiar registro geométrico a partir de las medidas corporales.

Hacer dialogar los lenguajes hermanados de Pina Bausch (maestra referencial) y La Ribot (aventajada alumna) constituye a mi juicio otro feliz hallazgo. Me produce especial satisfacción contemplar en vídeo el trabajo performativo y los dibujos (por primera vez en Madrid) de Pedro Garhel, a quien conocí cercanamente en el emblemático Espacio P del Madrid de los primeros 80. Un pionero que merece ser recordado.

Y una artista, que confieso no conocía, como Heidi Bucher me ha conmovido hondamente con su acción 'a flor de piel' (cuando la vean sabrán a qué me refiero). La singular rayuela creada por William Forsythe, uno de sus llamados 'objetos coreográficos', espera la intervención del público y asimismo dialoga con algunos de los conocidos registros corporales que Bruce Nauman grabó en los 60.

'Este puede ser el lugar. Performar el museo'

Colectiva. Centro de Cultura Contemporánea Condeduque. Madrid. C/ del Conde Duque, 11. Comisarios: Natalia Álvarez Simó y Javier Arozena. Hasta el 8 de febrero de 2025. Cuatro estrellas

Finalmente, otro pequeño tesoro documental: una grabación en 16 mm de Alberto Portera, eminente neurólogo y gran 'connoisseur' del arte, inmortalizando el proceso pictórico de Millares al capturar, desde fuera y desde dentro, como una especie de obra de acción, una de sus espléndidas arpilleras.