'Como hacer posibles conversaciones imposibles', de Peter Boghorssian y James Lindsay: tender puentes en tiempos de trincheras

Cabe decir que los autores no vienen de la torre de marfil y que su método ha sido ensayado en la práctica. Boghossian lo destiló en miles de horas de diálogo con creyentes intransigentes y con reclusos del sistema penitenciario de Oregon; Lindsay, con personas cuyas convicciones políticas, morales y religiosas le eran opuestas. El libro presenta la culminación de ese aprendizaje: treinta y seis técnicas para hablar con cualquiera, incluso con aquel ante el que se nos abre un abismo.

ENSAYO

'Cómo hacer posibles conversaciones imposibles'

• Autores Peter Boghorssian y James Lindsay
• Editorial Ladera Norte
• Año 2025
• Páginas 288
• Precio 19,90 euros

En una época de cámaras de eco y algoritmos que caricaturizan al adversario, los autores sostienen que el remedio a la degradación del discurso público pasa necesariamente por el cultivo de la conversación. Su propósito consiste en brindar al lector los aparejos necesarios para trocar el inútil trueque de sermones por el ejercicio fecundo y civilizado del diálogo.

El método se condensa en siete principios: fijar objetivos, ver al otro como socio y no adversario, crear sintonía, escuchar, evitar el sermón, suponer buenas intenciones y saber cuándo alejarse. No se trata, por tanto, de 'ganar' discusiones, sino decomprender al otro.

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Algunas tácticas ilustran bien el enfoque. Por ejemplo, hablar en los términos morales del interlocutor: si a un conservador le importa la seguridad y a un progresista el cuidado, reconocer un alfabeto compartido tiende puentes que los datos fríos nunca lograrán establecer. O disciplinar la ira: no negarla, sino impedir que arrase la razón, detectando detonantes y parando a tiempo.

Más: si estamos ante un ideólogo, afirmar su valía moral y mover la charla a los valores de fondo, sembrando dudas sobre el camino que lo llevó a su postura. Se trata, en resumidas cuentas, de una cirugía de mínimos; introducir pequeñas cuñas que separen identidad y creencia, sin herir el amor propio del interlocutor.

Este libro reivindica un socratismo práctico formado por preguntas claras, temas manejables y un repertorio de cuestiones que mantiene la conversación más o menos embridada.Late de fondo una intuición platónica: nadie desea el mal a sabiendas, salvo que sea un psicópata, y actuamos con la mejor información de que disponemos. Si esta cambia, ¿por qué no han de cambiar nuestras conclusiones?

Una virtud del libro es su eficacia comprobable: bastan un par de capítulos para que el lector, sin esforzarse apenas, empiece a conversar con más tino y menos solemnidad. La combinación de ejemplos, escalas de confianza y guías de preguntas —con advertencias sobre sesgos y trampas psicológicas— lo vuelve un manual de cabecera para periodistas, docentes, cargos públicos y, por qué no, toda esa mayoría de ciudadanos que quiere hablar con libertad sin echar a perder, por exceso de celo, la bendita paz de la sobremesa.

Quien busque un recetario para aplastar al contrincante saldrá defraudado; quien quiera entender y ser entendido hallará un manual de campaña de enorme utilidad. No descubro nada si digo que discutir es fácil y conversar es difícil, pero lo difícil, qué le vamos a hacer, suele coincidir con lo necesario. En época de trincheras, tender puentes no es ingenuidad, sino inteligencia.