PUES DICES TÚ

Ahora ponen cortinas

Un nuevo y suculento diálogo de la serie 'Pues dices tú', del cineasta y escritor Rodrigo Cortés

Las dos personas normales se encuentran en un centro comercial. Una lleva una bolsa reciclable de una firma de ropa, la otra sale de la sección de libros con un paquete envuelto en papel brillante. Que esconde a la espalda.

—Hola. ... —Ah, hola.

—¿Qué llevas ahí?

—¿Yo? Nada.

—No será cultura, ¿no?

—Pero es para regalo.

La persona desvía la atención señalándole a la otra persona su bolsa:

—¿Eso es ropa?

—Sí, es que ahora está muy barata, menos por lo de la inflación. Un jersey muy bueno, me he comprado. ¿Te lo enseño?

—No, no.

—Menos mal. Está muy bien doblado, no creo ni que me lo ponga.

—También a mí me cuesta doblar la ropa.

—Normal.

—¿Cómo la doblarán en las tiendas?

—Con máquinas.

—¿Y las camisas?

—Con más máquinas. Por eso tienen tanto alfiler y tanto clip y tanto plástico, porque las máquinas lo quieren así.

—Pues dices tú, pero eso son puestos de trabajo. Y de eso los sindicatos no hablan.

—No interesa.

—De lo que les importa a ellos bien que dicen; te montan una protesta por nada.

—Y luego no van.

—Y luego no van. Pero cuando les dobla la camisa una máquina, de eso no dicen ni mu.

—La corrupción de siempre.

—Así están los probadores, llenos de alfileres y de cosas, que no puedes ya ni sentarte. Que ni los quitan ni nada, las dependientas.

—Y diles tú algo.

—No les digas nada, que encima te miran mal.

—Y los dependientes.

—Las chicas esas tan altivas, que se creen que la tienda es suya. Que te dicen que te queda bien todo.

—Y los chicos.

—Y los chicos. Que lo único que quieren es vender.

—El dinero abre todas las puertas, como digo yo.

—En los probadores no. Ahora ponen cortinas, en los probadores.

—Ya.

La primera persona normal vuelve a reparar en el paquete que lleva la segunda persona.

—Pues dices tú, pero una vez me compré yo un libro.

—De Pérez-Reverte, sería.

—Ese mismo.

—Lo tengo yo.

—Uno de espadas y honores.

—Sí, sí. El que tengo en casa.

—Sudaban todos muchísimo, y estaba lleno de crueldades, pero de las de antes, que entonces estaban bien vistas. Se resaltaban muy bien los valores. Y la camaradería.

—¿Y había barro?

—Mucho barro.

—Es el que tengo yo.

—Me gusta a mí mucho Pérez-Reverte; cuando sale por la tele y te dice las verdades a la cara.

—Que también hay que atreverse.

—Ese está de vuelta, a ese le da igual todo. Antes era reportero, creo. Te contaba las batallas.

—Y las escaramuzas.

—Disparaba él mismo, me parece.

—Creo que sí.

—Creo que ganó una guerra.

—Me quiere sonar.

—Creo que le cogió el fusil a un muerto y se puso a disparar. Y ganó la guerra él. Con camaradería.

—En pantalones largos, ¿no?

—Creo que sí.

—No le pongas bermudas a ese hombre. Por ahí no pasa.

—Ahí tiene una línea roja.

—Es un caballero de los de antes. De los de valor y barro.

—Y pantalones.

—De los de antes, pero ahora.

—Pues dices tú, pero lo que está lleno de barro es la calle.

—Es una vergüenza, sí.

—Luego vas a las calles de los ricos y ya no. Pero donde las clases medias…

—Sobre todo, cuando llueve.

—La lluvia es buenísima para el campo.

—Para el campo sí. En los barrios de los ricos llueve menos. Y quitan el barro a primera hora. Pero donde las clases medias…

—No hay lluvia que no escampe, que digo yo.

—Ni mal que cien años dure.

—A falta de pan, buenas son tortas.

La segunda persona normal suspira entonces y consulta el reloj de pulsera.

—Pues dices tú, pero algo habrá que comer a mediodía, ¿no te parece?

—Pues lo mismo sí.

—Que la comida no se hace sola.

—Ojalá. Ojalá se hiciera sola. Ojalá la hicieran las máquinas y no hubiera que hacer nada. Ojalá hubiera una máquina en casa que te preguntara qué quieres comer y que te lo hiciera como a ti te gusta.

—Ojalá.

—Pero no interesa. Cuando el progreso es para las clases medias, no interesa.

—Porque los políticos hacen lo que quieren. Lo que les viene a ellos bien.

—Ya ni preguntan.

—Ya no. No es como en los países de nuestro entorno, que allí te preguntan siempre.

—Ahí me gustaría vivir a mí.

—Y a mí. En las democracias más avanzadas.

—Allí no hay que doblarse la ropa.

—Ahí no hay que doblarse nada. Y ponen muchos menos alfileres.

—Pues sí.

—Pues sí…

La primera persona normal echa un último vistazo al paquete.

—No irás a leerte eso, ¿no?

—No, no. Es un cuaderno.

—Ah, bueno.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios