fotografía
Pierre Gonnord y la llamada de lo salvaje
málaga
El fotógrafo de origen francés nos 'cuenta un cuento' en Málaga en el que sale ganando la fotografía y la Naturaleza
Málaga
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Iniciar sesiónEn su conocido ensayo de 1928, «Morfología del cuento», el antropólogo y lingüista ruso Vladímir Propp analizaba los componentes estructurales de los cuentos populares e infantiles señalando, entre otros, su carácter ancestral, ligado a los más profundos lugares míticos del imaginario colectivo, espacios insondables ... y recónditos que se vinculan de una u otra forma al diálogo primigenio entre ser humano y Naturaleza.
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Nerea Ubieto
Ciertamente encuentro adecuada y oportuna esta referencia al contemplar el nuevo proyecto expositivo que puede verse actualmente en la sala de exposiciones del Rectorado de la Universidad de Málaga, un espacio, por cierto, muy bien liderado por el entusiasmo y la energía de la vicerrectora de cultura Tecla Lumbreras junto a su equipo de trabajo.
Necesaria dialéctica
'Cuentos' es también el título de esta muestra. Y no hay duda de que indaga asimismo en esa difícil, milenaria y necesaria dialéctica entre el universo humano (civilización y artificio) y el universo natural (origen y raíz), este último cada vez más frágil y amenazado.
En esencia se trata de una cuidada selección de las últimas obras de Pierre Gonnord (Cholet, Francia, 1963), en particular un conjunto de nuevos dípticos comenzados en 2019, que se presentan por vez primera en España, y en los que establece singulares sinergias entre distintos rostros humanos y aves, complementados por una serie de diversos paisajes, que ya habían sido mostrados anteriormente.
La génesis de este singular diálogo hombre-pájaro surgirá en 2018 al realizar una primera pieza, Christopher y la corneja Carlos –también puede verse aquí expuesta– que sería inicialmente encargada para un proyecto en el Museo del Prado.
Pierre Gonnord, que, tras su dilatada y permanente estancia en nuestro país, ocupa un lugar preminente dentro del género del retrato fotográfico, revela aquí un personal interés por establecer relaciones entre los seres humanos y estos animales, pero no se limita a urdir diálogos más o menos felices y «originales» sino que ahonda y bucea con mucha más profundidad en determinados pliegues de la naturaleza, espacios imbricados en pulsiones atávicas que se adentran en un territorio mítico, cercano a esas raíces que subyacen en los cuentos infantiles, y en el que las fuerzas de lo imaginario y de nuestro inconsciente dejan oír con claridad e inquietud la voz de su misterio.
Un locus simbólico al que a veces –casi por arte de magia de la imaginación– aún podemos acceder si nos desprendemos, al menos en parte, del rígido corsé de nuestra supuesta civilización, y somos capaces de incursionar en el recóndito territorio de las emociones y volver a escuchar «la llamada de lo salvaje», esa parábola de la facilidad con que los seres humanos vuelven a su estado primitivo y salvaje, tal como nos recuerda E. L. Doctorow al referirse a la novela de Jack London. Un territorio que paradójicamente quizás tenga la inesperada y sorprendente capacidad de devolvernos a nuestro estado de máxima humanidad.
Estos dípticos reflejan de nuevo la excepcional calidad técnica y la profunda introspección psicológica que atesoran los retratos de Gonnord. Se establece una sugerente e inquietante dialéctica de miradas y sensaciones entre hombres y aves que parece lograr unirlos en una mítica y ancestral geografía común. Una geografía igualmente representada por sus espléndidos paisajes, que se ligan e interactúan juntamente con esas otras imágenes fotográficas. Una excelente propuesta expositiva.
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