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'Scarface', el alma oculta del hampa
Howard Hawks estrenó en 1932 este filme, una obra maestra convertida en referencia de todas las películas de gánsteres
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Iniciar sesiónUna revista de cine de Hollywood se preguntaba a finales de los años 60: «¿Quién demonios es Howard Hawks?». La respuesta está en sus 40 películas, de las cuales una decena podrían entrar en la categoría de obras maestras del séptimo arte, a la altura ... de las mejores creaciones de John Ford, Hitchcock o Huston.
Es muy difícil elegir una en su extensa filmografía, pero, sin duda, 'Scarface', estrenada en 1932, reúne muchas de las características del cine de Hawks, que la consideraba su favorita. El filme tuvo muchos problemas con la censura e incluso tuvo que ser retirado durante algún tiempo tras ser tachado de incurrir en una apología de la violencia.
'Scarface', que significa «cara cortada», está inspirada en la vida de Al Capone. Cuenta la historia de un gánster llamado Tony Camonte, un personaje brutal y arrogante que no duda en recurrir al crimen y la traición para lograr sus ambiciones. Carece del menor escrúpulo moral y es un fanfarrón que atemoriza a su hermana y mata a su principal amigo y colaborador.
Hawks eligió para el papel de Camonte a Paul Muni, actor de origen ucraniano, que acierta a reflejar el carácter contradictorio del personaje. Bajo su apariencia implacable, es un hombre lleno de miedos y carente de afectos, que se derrumba cuando las circunstancias son adversas. El guion de la película es de Ben Hecht, basado en una novela de Armitage Trail. Como era habitual en él, Hawks sacó de la narración lo que le interesaba y profundizó en la descripción de este gánster que podría estar inspirado en un drama de Shakespeare.
La realidad y la ficción se funden en la biografía de Hawks, que gustaba inventar anécdotas sobre su pasado
Hay un toque de cruel ironía en el final de 'Scarface' cuando Camonte yace en el suelo, abatido por los disparos de la Policía. La cámara se dirige a un edificio cercano el que brillan unas luces de neón que dicen: «El mundo es tuyo». Nadie como Hawks combina los elementos dramáticos de la narración con el sarcasmo.
Hawks fue el cineasta de Hollywood peor valorado de su época en relación a su filmografía. Siempre se le consideró un director menor en comparación con los maestros de las décadas de los 40 y 50. Pero esta percepción ha cambiado y ahora su genio es reconocido por la crítica y los historiadores del cine como uno de los más grandes.
Como subraya Todd McCarthy en su monumental biografía, publicada por Hatari Books, el genio de Hawks no fue comprendido por la aparente sencillez de las tramas. Creía en el cine de entretenimiento y en el espectáculo. La medida del valor de una película era para él la taquilla. Ello le granjeó el respeto de los productores de Hollywood y facilitó su libertad de creación.
Pero, como afirma McCarthy, la versatilidad de Hawks se confunde con una falta de estilo, lo que es un grave error porque pocos directores ponen más atención a la sintaxis de las imágenes, a la creación de personajes y a la puesta en escena. Era un perfeccionista y un trabajador incansable pese a su aparente y estudiado antiintelectualismo.
Hombre refinado, culto y distante, infundía respeto e incluso miedo entre sus colaboradores. Pero era a la vez generoso y sensible, con grandes dotes para descubrir actores como Paul Muni, George Raft, Carole Lombard, Jane Russell o Rita Hayworth. Lo mejor de su cine se manifiesta en la adaptación del talento de estos actores en la creación de personajes complejos en los que rehúye los estereotipos.
Arte refinado
La realidad y la ficción se funden en la biografía de Hawks, que gustaba inventar anécdotas sobre su pasado como que había aconsejado a Josef von Sternberg cómo tenía que vestir a Marlene Dietrich o como que Victor Fleming había seguido sus consejos para dirigir 'Lo que el viento se llevó'. El fotógrafo Robert Capa dijo sobre él: «Hay dos clases de mitómanos. Los que son así porque nunca han hecho nada. Y los que han hecho tantas cosas que nunca están satisfechos. Hawks es el perfecto ejemplo de esta segunda categoría».
Una imaginación que brilla en todas sus películas y que las convierte en un arte refinado y sutil, sin incurrir jamás en los tópicos ni en la complacencia fácil. 'Scarface' es una película compleja, con muchas interpretaciones y una ambigüedad que le causó problemas. En los títulos de crédito tuvo que insistir en que el retrato de Camonte era una denuncia de los métodos criminales de los mafiosos, algo que sin duda contravenía sus convicciones.
Tras su estreno, 'Scarface' se convirtió en el paradigma de las películas de gánsteres, imitada por muchos de los cineastas que se aventuraron el género. Brian de Palma rodó un 'remake' en 1983 sin llegar a la altura de la obra de Hawks, hoy un clásico de la gran pantalla.
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