ILUMINACIONES
Maj Sjöwall y Per Wahlöd, arte y ficción tan real como la vida
La pareja sueca publicó 'Él hombre del balcón' en 1967, una obra maestra que influyó en los autores nórdicos del género
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Iniciar sesiónTodo artista está en deuda con los que lo han precedido. Lo afirma Jo Nesbo en su prólogo a 'El hombre del balcón', la novela de Per Wahlöö y Maj Sjöwall, publicada en 1967, reconociendo su deuda con este matrimonio sueco, pionero del género. ... Nesbo dice más: que esta novela tiene la construcción de un mecanismo de relojería y la califica de «arte».
'El hombre del balcón' es la tercera de las diez novelas de Wahlöö y de Sjöwall, publicadas desde 1965 a 1975 y editadas por RBA. Leí sus primeras entregas en castellano en los años 70 y quedé fascinado por su calidad literaria, su ritmo y la definición de sus personajes. Quiero confesar que fui amigo de Maj Sjöwall hasta su muerte en Estocolmo en 2020. Falleció poco después de que me invitara a su casa a probar su estofado.
No hay ninguna duda de que sus novelas inspiraron a Henning Mankell, Stieg Larsson, el propio Nesbo y otros muchos autores nórdicos del género negro que bebieron en las fuentes de esta pareja. Su obra escandalizó a la sociedad sueca al denunciar la desigualdad y la corrupción en un país que era hace medio siglo un modelo para el mundo. Los dos habían militado en el Partido Comunista en su juventud.
'El hombre del balcón' está basada en los asesinatos de dos niñas en Estocolmo a mediados de los años 60. Cuenta la investigación policial de unos crímenes similares por parte del inspector Martin Beck, un honrado y tenaz policía que hace su trabajo pese a la incompetencia de sus jefes y la falta de medios. Es un hombre melancólico, poco hablador, con tendencia a beber y con problemas con su pareja. Beck es el protagonista de sus diez novelas y no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de la similitud de carácter con Kurt Wallander, el detective de Mankell, que siempre reconoció la gran influencia de sus predecesores.
Quiero confesar que fui amigo de Maj Sjöwall hasta su muerte en Estocolmo en 2020
El texto comienza con un hombre que se pasa horas observando la calle desde el balcón en una avenida de Estocolmo. Una vecina lo denuncia y es tomada por loca por la policía. Sólo al final de la obra el lector entenderá el papel de este observador que fuma y mira a los transeúntes. En medio, los autores construyen la trama de una investigación policial que no avanza tras aparecer una niña asesinada en un parque. Gracias a la paciencia de Beck y a su comprensión de la importancia de detalles que escapan a sus compañeros, la Policía logrará atrapar al asesino, que resulta un hombrecillo común, que pasa desapercibido por su oficio.
Los autores toman una distancia en un relato que se convierte en una crónica periodística de los hechos, de suerte que surge una sensación de realidad, hábilmente construida por la narración de la vida cotidiana y la mediocridad de los personajes. Nesbo apunta que, tras concluir la novela, tenía la sensación de conocer Estocolmo, sus calles, sus parques y la idiosincrasia de sus habitantes.
No falta tampoco en esta obra una crítica social que evidencia las miserias de una sociedad sueca con una fuerte desigualdad y una cierta hipocresía colectiva, enmarcada en el desinterés y las rutinas de una Policía que actúa más con criterios políticos que para perseguir el crimen. Beck es un hombre frustrado, que siente un rechazo instintivo a los rudimentarios métodos de trabajo de sus compañeros.
El último libro de Wahlöo y Sjöwall apareció en 1975, año en el que falleció el primero de un fulminante cáncer de páncreas, lo que puso final a la serie. Su título era 'Los terroristas', otro magnífico trabajo en el que los personajes adquieren en algunos momentos un perfil dostoievskiano. Cuando leí su clarividente canto del cisne, encontré un cierto paralelismo con 'Los demonios', la genial creación del escritor ruso al que tanto admiraba la pareja.
Como ya he contado, la última ocasión en la que me encontré con Maj fue en Barcelona. Cuando comíamos en un restaurante del puerto, se volvió hacia mí y me quitó las gafas. Las limpió meticulosamente con un paño y me las devolvió: «Así usted verá mejor». Me habló de su marido, nueve años mayor que ella, y de su decisión de no volver a escribir para cuidar a sus dos hijas de muy corta edad. Fue entonces cuando me dijo que quería demostrarme sus dotes de cocinera y enseñarme los secretos de Estocolmo y los escenarios de sus novelas.
Murió y siempre me he arrepentido de no coger un avión para despedirme de ella. El tiempo es limitado y resulta un error no aprovechar las ocasiones. Ese es el sentimiento que me ha producido la relectura de esta novela, una verdadera joya del género negro y con la cual quiero comenzar esta nueva serie.
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