TERRA IGNOTA / ROMANISCHES CAFÉ
El corazón de la izquierda
El local de Berlín fue saqueado por los nazis y luego fue destruido por un bombardeo en 1943

El Romanisches Café de Berlín fue arrasado por un bombardeo aliado a finales de 1943. Situado en la Breitscheidplatz, en el barrio de Charlottenburg, el local ocupaba los bajos de la Romanisches Haus, un monumental edificio de estilo neorrománico construido en 1899 por el arquitecto ... Franz Schwechten. Fue el centro de la vida intelectual berlinesa desde 1916, la fecha de su apertura, hasta 1933 cuando llegaron al poder los nazis.
Las fotografías tomadas hace un siglo muestran una gran sala rectangular, iluminada con grandes cristaleras, mesas de mármol, ceniceros y sillas de madera con cojines de tela. Tenía dos entradas. En la principal, que daba a la Tauentzienstrsse, había una puerta giratoria.
El café era el punto de encuentro de escritores, artistas, políticos e intelectuales de la izquierda berlinesa, por lo que sufrió numerosos ataques de las SA hitlerianas a partir de 1927. La victoria de Hitler les permitió vandalizar con absoluta impunidad el Romanisches, que perdió su carácter hasta su total destrucción durante la II Guerra Mundial.
Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda, escribió: «Los judíos bolcheviques se sientan en el Romanisches Café para urdir sus siniestros planes revolucionarios. Por la noche, invaden los locales de esparcimiento de la Kurfürstendamm, se dejan incitar al baile por orquestas de negros y se ríen de las miserias de la época».
La lista de clientes del establecimiento incluye a una nutrida representación de la intelectualidad liberal y de izquierdas: Bertolt Brecht, Alfred Döblin, Elías Canetti, Albert Einstein, Marlene Dietrich, Thomas Mann, Erich Maria Remarque, Franz Werfel y Peter Lorre, por citar algunos nombres. El escritor catalán Josep Pla frecuentó el local cuando era corresponsal en Berlín en 1923.
Una de las mejores descripciones de su ambiente es la de Géza von Cziffa, director de cine y guionista, cliente habitual. «Allí no había nadie de derechas y sí de las diversas tendencias liberales, comunistas, anarquistas y socialistas». Von Cziffa señala que en la parte izquierda de la entrada principal se celebraban las tertulias de los artistas que aspiraban a ser famosos. Era conocida como ‘La piscina’ o la sección de los nadadores. La parte de la derecha estaba reservada para los más pudientes y quienes disfrutaban de un estatus social, incluyendo las celebridades.
Von Cziffa relata cómo conoció en el café al escritor Joseph Roth en el ala de los nadadores. Estaba en la entrada del servicio cuando se le acercó un hombrecillo desconocido y le dijo: «¿Es usted el señor Cziffa? Deme 50 céntimos o me orino en los pantalones. Le debo tanto al tipo de ahí dentro que no me deja usar el retrete». Le dio un marco y desapareció tras la puerta.
Picado por la curiosidad, Von Cziffa preguntó a un amigo si ese desconocido era un loco o un gorrón. «Ni una ni otra cosa. Es un periodista que se llama Roth y acaba de escribir un libro. Tiene dinero a manos llenas, lo despilfarra y se queda a dos velas». El libro era ‘Hotel Savoy’, las desventuras de un soldado que vuelve tras la guerra a Lodz.
Días después, Roth se acercó a la mesa y le pidió a su benefactor que utilizara sus contactos para que los periodistas hicieran una crítica favorable a su obra. Von Cziffa se sorprendió y le respondió que él era un escritor conocido, con mejores contactos. Roth respondió: «Todos esos son malvados y envidiosos. Me boicotean». En un posterior encuentro, Roth le saludó y le entregó una costosa cartera de piel de cocodrilo. Al preguntar la razón, argumentó que el editor le había dado un fabuloso adelanto por el libro. Roth murió a los 45 años en 1939, cuatro años antes de la destrucción del café.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete