ARTE
Pedro Cera: El galerista con alma de coleccionista que empezó como abogado
ARCO 2024
Desde su nueva galería en Madrid, el marchante portugués relata su visión de la profesión mientras desgrana su carrera
Lea la crítica de la exposición actual en la galería

En octubre, Pedro Cera celebró el vigésimo quinto aniversario su galería homónima en Lisboa con la inauguración de una nueva sede en Madrid. Este doble hito es la oportunidad para adentrarse en la historia de un hombre que pasó de ser un exitoso abogado a convertirse en referente internacional del arte contemporáneo: la impronta de su trabajo, su visión sobre los artistas y coleccionistas y los motivos para desembarcar en la capital española.
Cera lo dice sin rodeos: su formación en derecho y sus años como abogado no aportaron nada significativo a su relación con el arte. Sin embargo, destaca cómo cada examen en la universidad lo enfrentaba al 'quid iuris' —la «cuestión de derecho»— de una situación concreta; cómo el derecho lo preparó para tomar decisiones y la visión adquirida sobre el funcionamiento de instituciones internacionales. Y es desde estos antecedentes que se puede apreciar la claridad de la visión con la que Cera describe a los actores que intervienen en el mercado del arte, y los criterios que él mismo aplica como galerista. Todos son conceptos, en su opinión, vertidos desde la franqueza, la honestidad y una visión crítica de sí mismo.
Un largo y fructífero camino
Mientras gestionaba su estudio jurídico con su socio, y cuando ya había adquirido algunas obras, Cera descubrió que el mundo del arte le gustaba más que el derecho, y decidió dejar paulatinamente la práctica legal para abrir su propia galería.
Desde ese entonces, ha recorrido un largo y fructífero camino, en el que también ha encontrado dificultades. «Lo que puedes conseguir como galerista depende de muchos factores externos que no puedes controlar», nos explica Cera. Y agrega que estos factores impactan en «las posibilidades que te dan para participar en determinados eventos», lo cual puede condicionar el acceso de una galería a un mayor número de artistas. Por eso admite que «no hay una libertad total» en su ámbito y que, como galerista, poder conseguirla implica «pagar un precio».
Pero también señala que nunca perdió el placer de encontrar y adquirir una obra interesante, como tampoco dejó de decepcionarse al no poder incorporar una gran pieza. Él es, según sus palabras, un galerista con alma de coleccionista.



En 1998, inauguró su primera galería en Lisboa, cerca de la estación de Santa Apolónia, y diez años después se mudó al barrio de Campo de Ourique, un espacio mayor que le permitió ampliar su proyecto con la incorporación de artistas internacionales.
La flamante expansión a Madrid con su segundo local fue una decisión concebida desde diversas perspectivas. Tuvo en cuenta la comodidad geográfica respecto a Lisboa, y el hecho de que la capital española contaba con «poca representación de los artistas que integran su galería, en comparación con otras ciudades europeas».
Que la nueva sede se encuentre en la calle Barceló, en el barrio de Justicia (Madrid Centro), tampoco es casual: Cera pensó en un potencial comprador de arte que pasa pocos días en Madrid, y priorizó una ubicación en la zona céntrica de la ciudad.
No hay diferencias
Para el galerista no hay grandes diferencias entre los mercados de arte de las dos ciudades en las que está presente, incluso remarca la aparición de un número considerable de nuevas galerías lisboetas. Aun así, reconoce que la oferta cultural en Madrid es notoriamente superior y que los grandes museos de la ciudad constituyen una ventaja para el turismo.
Para Cera, la experiencia frente a una obra es importantísima. Lo ilustra con un ejemplo personal, cuando vio la célebre 'Vista de Toledo' de El Greco: «Ya había visto esa pintura en el Metropolitan de Nueva York y la vi también en la exposición de Toledo por los 400 años de la muerte del pintor. Y te digo que no es lo mismo, fue absolutamente extraordinario verla en la capital manchega».
Cera se refiere al concepto de «aura» de Walter Benjamin: el contexto único y singular que le da a una obra el tiempo y el espacio en el que es apreciada. Ver la obra de El Greco en Toledo fue una experiencia vital, marcada por una carga que de otra manera no existiría . La obra es la misma, pero la vivencia es otra. Y experiencias como esta son las que construyeron su relación personal y profesional con el arte.
A lo largo de este cuarto de siglo, el gestor portugués ha sido testigo de la aparición de nuevos creadores y coleccionistas. Esto le motiva a mantener la frescura de la galería, con la incorporación de artistas emergentes y colaboradores jóvenes que interactúan con los compradores, buscando que todas las partes conecten alrededor de piezas con intereses en común.

Pero Cera no oculta que sus gustos personales se guían por cierta concordancia generacional, ya que se identifica mejor con las producciones de artistas de entre 50 y 65 años. El arte, considera, es muy generacional: «El acercamiento al arte y a los artistas tiene mucho que ver con tu edad, tu momento vital, las cosas que te gustan». Reconoce también que el mercado actual le gusta «menos que el de hace años», pero lo atribuye a que ha ido «estrechando» su visión, siendo «cada vez más selectivo».
La galería representa actualmente hasta a veinticinco artistas de distintos orígenes y generaciones, como David Claerbout (artista con el que se estrenó en octubre en Madrid), Berlinde De Bruyckere, Tobias Rehberger y Anna Hulačová, y continúa alternando las exposiciones con la participación en ferias y eventos.
A Cera le gusta pensar que «se pueden identificar relaciones entre algunos de los artistas de la galería» según sus intereses y las temáticas abordadas, un cierto aire de familia, pero remarca que no quiere «limitar de ninguna manera» esos criterios. La jerarquía y representación con la que puedan contar previamente los artistas constituyen desafíos distintos, pero igualmente atractivos para este experimentado galerista. Para Cera lo mejor de su profesión es poder estar cerca de ellos y agradece que le permitan formar parte de sus procesos creativos.
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