HISTORIAS ANTICLIMÁTICAS
Partido revolucionario de los poetas vivos
Los mapuches eran los encargados de desarrollar los protocolos de mediación, terraplanismo comunitario y alucinaciones colectivas
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Iniciar sesiónFue así como comenzó la Guerra de las Especies. Hace mucho tiempo, en un país gobernado por hombres blancos de dientes cuadrados, se constituyó una Sociedad de los Poetas Vivos. La integraban un guajiro de la rama 'pushaina', tres taínas de segunda generación, dos ... mapuches nacidos en Rhode Island y cuatro estudiantes de hispánicas que defendían su derecho a sentirse animales. Todos los lunes, sentados ante una réplica de la rueda de la fortuna creada por George Washington Gale Ferris para la Exposición Mundial Colombina de Chicago de 1893, los Poetas Vivos se reunían para oficiar su gran asamblea de Salvación.
Estas conferencias semanales servían para abordar los asuntos de intendencia moral y política en un nuevo mundo que aboliese el heteropatriarcado y el homocentrismo. Aquellas excelsas reuniones marcaron el devenir del mundo Occidental como si de un Foro de Sao Paulo se tratara. Ahí se firmó una exégesis del Protocolo del gato de Schrödinger, en cuyas páginas se dictaminó que el felino en ningún caso debía ser hostigado o maltratado, por mucho que los avances en materia cuántica dependieran de ello.
También en esas asambleas de la Salvación, la Sociedad de los Poetas Vivos trabajaba temas como el perdón, la reconciliación y la reinserción de los herejes y pecadores en el tejido moral del mundo despatriarcalizado. Los mapuches eran los encargados de desarrollar los protocolos de mediación, terraplanismo comunitario y alucinaciones colectivas, todos ellos mecanismos de reeducación y aprendizaje que permitían a muchos infieles acceder a la iluminación.
El resultado era asombroso. Aún más que las duchas frías o los trabajos forzados en plantaciones. Aquellos adoctrinados que antes no veían la luz, se les encendía de golpe. En menos de 45 minutos, los que hasta entonces habían sido liberales, accedían a la epifanía del ecologismo, el comercio justo, el animalismo, así como todos los hiperfeminismos de subvención oficial, el turismo humanitario y la pornografía ideológica.
En menos de 45 minutos, accedían a la epifanía del ecologismo, el comercio justo, el animalismo...
Una de las iniciativas más aplaudidas en este tipo de Asambleas de la Salvación fue la puesta en marcha de una serie de medidas para rescatar de la pila de la cancelación a cualquier poeta, pintor, músico o mecenas, que, a su juicio, mereciera una segunda oportunidad. El razonamiento era simple pero efectivo. Si el aludido había nacido hombre blanco, lo resucitaban mestizo, homosexual y animalista, así lo hicieron con Ted Hugues, a quien además de darle la voz poética de Amanda Gorman, ya antes de darle su forma mental canina, le asestaron ochenta latigazos como castigo por haber hecho infeliz a Sylvia Plath.
Cada caso variaba según el individuo, cuya pena era revisada, conmutada o indultada. Si su riqueza provenía del tráfico de seres humanos, ellos lo convertían en miembro de algún consejo de ancianos en una isla de la Polinesia que les permitiera expiar sus culpas. Así salvaron del purgatorio a Walt Whitman, que les parecía demasiado blanco para ser homosexual y poeta. También a Hemingway, al que rebautizaron Ernesta para evitar la quema de sus libros en la plaza del rectorado o a Rimbaud, al que nombraron fundador del primer Open Armas. En la versión alentada por la Sociedad de los Poetas Vivos, jamás llegó a comerciar con esclavos, ¡al contrario!, los salvaba de las garras del capitalismo.
—Amigues, estamos aquí reunides para replantear el enfoque de la lucha –dijo, seria, la india taína número uno.
—¡Cuenta! ¡Cuenta! –preguntó, maullando el animalista más joven– ¿Haremos una acción en honor a Moby Dick arrojando pintura roja a la Biblioteca Universitaria?
—No exactamente –prosiguió la taína número dos.
—¿Entonces qué? –el guajiro dejó de coser su chinchorro ancestral y se incorporó al debate– ¿Esta vez sí vamos a demoler la Noria?
—¡Silencio! –la taína número dos retomó el mando– Si queremos prosperar en nuestras luchas, ¡será necesario un golpe maestro!
Guardaron silencio.
—Mientras existan la memoria, las bases de datos, las hemerotecas y las bibliotecas –prosiguió– no habrá esfuerzo que merezca la pena… ¡Estaremos perdidos!
Prender fuego al campus les pareció engorroso y delictivo, también el robo y la destrucción de datos era un plan abocado al fracaso. Así que decidieron organizarse políticamente y crear el Partido Revolucionario de los Poetas Vivos, encaminado a llamar a una constituyente que refundara las bases del poder estudiantil. Todo marchó con relativa armonía, hasta que el guajiro se autodeterminó y entró en pugna con las taínas y los mapuchees.
—¡El homocentrismo tiene los días contados!
Una facción felina del Departamento de Estudios Hispánicos llenó el campus de mininos, a los que no se podía cazar ni controlar la natalidad. También encontraron el camino despejado una piara de cerdos que tomó por asalto el Rectorado. Las palomas se estrellaron contra las cristaleras de la biblioteca y las torcazas formaron sus nidos sobre los fondos históricos del Campus. Al estar penalizada la fumigación o cualquier forma de control sobre su hábitat, los pajarracos, junto a los felinos, los pavorreales, los cerdos y luego los perros, los topos, las ratas, las marmotas y las serpientes pitón escapadas de sus peceras propagaron primero una infección respiratoria y otra cutánea que desembocó en hepatitis, cólera, neumonías bilaterales y la primera de las cinco batallas que dieron origen a la Guerra de las Especies.
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