CRÍTICA DE:
'La palabra que vence a la muerte', de Rob Riemen: liberemos a las Musas de los prostíbulos
ENSAYO
En este trabajo, el filósofo neerlandés utiliza nomenclaturas inventadas por él para definir y agrupar las categorías del poder en la actualidad
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Iniciar sesiónEn su libro 'La palabra que vence a la muerte', el filósofo neerlandés Rob Riemen utiliza una serie de nomenclaturas inventadas por él, para definir y agrupar las categorías del poder hoy. Habla de Grandeza que toma la forma del Poder; de la Gran ... Cantidad a la que también denomina como Mamón; o de lo Máximo.
Esto último abarca a la secta así como a la élite social-política y económica que son los sustentadores y promotores de la Gran Cantidad, a la que todo el mundo debe someterse. La Gran Cantidad son los economistas, banqueros y dueños tecnológicos. Es decir, los Musk, los Zuckerberg o los Bezos, entre otros. Todos ellos representan el Espíritu de Dominación, el Imperio o la Riqueza. Evidentemente, Riemen está pensando en el monstruo de Trump, pero lo extiende a Putin, Orbán, Erdogan o Netanyahu, desde la extrema derecha; o Xi Jinping, Kim Jong o Maduro desde la extrema izquierda.
ENSAYO
'La palabra que vence a la muerte'
- Autor Rob Riemen
- Editorial Taurus
- Año 2025
- Páginas 160
- Precio 17,95 euros
En realidad, Riemen vuelve a rebautizar lo que ya sabemos. Estamos gobernados por gentes totalitarias y populistas. Hoy, el verdadero poder no es el político como antaño, sino el económico y tecnológico. En la 'Civilización de las máquinas' solo importa la Cantidad no la Calidad. Y esta nunca defenderá la Libertad, porque lo único que interesa es el dinero. Antes fuimos dominados por las armas, ahora por la Cantidad. Hemos perdido la dignidad. Somos serviles y sumisos. Somos obedientes e irresponsables. Grandeza es un impostor, un embustero y un falso.
Hay cuatro impedimentos que actualmente separan a la Humanidad de la Civilización. La degradación de la justicia. La idolatría de los ayer, encarnada por Hitler o Stalin, y los hoy readaptados como Trump, Putin y adláteres. La santificación extrema del dinero. Y, por último, la ausencia de lo espiritual sea religioso o laico.
Este ensayista holandés, presidente del Nexus Institute, pide volver a reencontrarnos con estos auténticos ideales civilizatorios, con las «verdades eternas que aún existen». En el fondo, sería como una especie de reespiritualización. Y Riemen saca a la luz a algunos intelectuales y escritores que le sirven de ejemplo para llevar a cabo su propósito. A Simone Weil, por ejemplo, hoy perejil de todas las salsas ensayísticas que se precien, que repiten tópicos vetustos. Lo mismo sucede con Thomas Mann o Bernanos. Este último, más conocido de lo que Rieman pueda pensar: católico antifascista, refugiado en nuestro país durante la guerra, autor de la memorable adaptación del 'Diálogo de carmelitas'
Por otro lado, Riemen vuelve a repetir la millonésima reinterpretación de 'El principito' de Saint-Exupéry y saca el fantasma de Oppenheimer. A mi parecer, debería haber indagado en otros creadores tan importantes como los mencionados, pero menos publicitados. Por este motivo yo destacaría a otros dos personajes ejemplares que cita algo menos conocidos.
Me refiero a Jannusz Korczak y a Irma Seidler. El primero, director del orfanato judío del gueto de Varsovia; mientras que la segunda, igualmente judía, fue la novia leal del ensayista comunista húngaro Lukács. Korczak tenía sesenta y cuatro años y toda una documentación falsa que le hubiera permitido huir. Prefirió acompañar a sus niños al campo de concentración de Treblinka y morir asesinado con todos ellos.
Tráfico de personas
Frente a Grandeza-Gran Cantidad-Mamón-lo Máximo- la Dominación-el Imperio o la Riqueza, Riemen saca a la luz, esta vez ingeniosamente, a las Musas y charla con ellas. Las nueve Musas, hijas de Mnemósine, la memoria. Desde la antigüedad ayudaron a educarnos y a crear un lenguaje que combatió a la muerte. ¿Dónde están ahora? ¿Dónde Clío o Euterpe? La primera, Musa de la Historia; mientras la segunda, Musa de la Poesía. Yo le diría a Riemen que han sido raptadas y yacen en los prostíbulos.
Y ¿quiénes son los responsables? Pues todos los aquí citados. Hoy son carne del negocio del tráfico de personas. Trump y Epstein, Putin y su harén de jovenzuelas olímpicas y de Sánchez y señora qué decir que no nos avergüence al resto de los españoles. Hay que ir a rescatarlas, volver a recuperar su lenguaje y sus enseñanzas, volver a darles un ser y una forma a la existencia humana. No podemos dejarnos caer en las garras del Dominio deshumanizador.
Tenemos que volver a la Resistencia. Hay que recuperar el sentido del amor, la belleza, la compasión, la justicia o el autoconocimiento. Grandeza y Cantidad, a pesar del apoyo tecnológico, simbolizan el enorme vacío espiritual. Hoy, el único dios mitológico que persiste es Marte, en guerra contra la 'nobleza del espíritu'. Marte, ante quien solo Grandeza se inclina. Hoy, yo le diría a Rob Riemen que hay que liberar primero a las Musas de sus chulos, matones y explotadores, aunque haya que parar el mundo para ello.
Lo han pedido miles de intelectuales. Parar, detener el mundo, reflexionar sobre si a la velocidad que vamos estamos todos condenados a la esterilidad. Salvar a las Musas, a nosotros mismos de los Trump y Putin. ¿Por qué tienen que regir nuestras vidas? Luchar contra las fuerzas que han querido desterrar, encerrar, censurar, quemar nuestros Dones, los de las Musas.
El mundo espiritual es un orden moral y la Cultura no es otra cosa que el acto de expresar lo verdadero. La Cultura es siempre la manifestación de una conciencia moral y su soporte, según Riemen, «es una conciencia religiosa». Estos poderosos citados pretenden masificar al individuo, humillarlo, esposarlo física y mentalmente.
Corramos a liberar a las Musas de los prostíbulos y, entre todos, combatir a los demagogos, proxenetas y pedófilos del poder. Todo esto se me ha ocurrido leyendo al autor de este ensayo. Sabemos que, a pesar de nuestra lucha contra la muerte, a veces ésta es benefactora, porque ninguna de estas alimañas sobrevivirá. Pero sí, seguro que tienen buenos y rápidos reemplazantes. Nosotros esperemos que también.
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