El otoño europeo de June Crespo

Entrar en la lista no es fácil. Pocos nombres españoles se ha colado en ella. Es notable, que, tal como sucediera con Lara Almarcegui hará quince años, la escultora June Crespo (Pamplona, 1982) haya sido elegida para este otoño de 2025.

Este septiembre, Crespo suma además una segunda cita europea, con otra individual en Le Crédac, el prestigioso centro de Ivry-sur-Seine, próximo a París. Un comienzo de temporada frenético que ratifica algo nada nuevo: que esta escultora cuenta entre los raros artistas españoles con prestigio exterior.

La sala de la Secesión es un lugar privilegiado para la escultura, pero también muy exigente, pues impone una visibilidad radical, bajo la luz uniforme de un techo plano de cristal traslúcido, con su trama en cuadrícula. Sería una trampa perfecta para la insignificancia, pero el trabajo de June Crespo es cualquier cosa menos banal. De hecho, tiende a sumar sentidos, a crear cierta densidad de equivalencias, con la virtud, nada habitual, de ser referencias inteligibles desde la intuición, desde el cuerpo.

La exposición vienesa guarda parentesco con la que se vio en Madrid (galería Ehrhardt Flórez), este mismo año, aunque sólo se repita una escultura. Dos elementos definen el terreno de juego en la Secesión. Por un lado, una enorme pieza de pared, que utiliza toda una lona roja de camión, tensada y perforada por tubos de ventilación. Por otro, sobre el suelo, también gigante, a modo de alfombra de vinilo, una foto que reproduce ropa plegada. Esta idea traslada y amplía un uso habitual de Crespo –heredado de su maestro Ángel Bados– de utilizar prendas usadas de la artista como base o articulación. Este juego entre textiles blandos y metales duros se ejemplifica en la escultura que descansa sobre esa enorme imagen, donde se propone la oquedad como elemento a arropar.

Las esculturas que animan y pueblan la sala justifican el título de la exposición: 'Danzante'. Se ha montado toda una coreografía y la verticalidad es su pauta. En otras exposiciones, Crespo ha forzado la relación entre esculturas, paredes y suelos; aquí se enfatiza la interacción con el techo. El de esta sala se abre, en dos o tres casos, para superar la gravedad y tensar desde lo alto las obras. Son piezas que toman como modelo ciertas flores (la 'strilitzia' y el iris), planteando, una equivalencia entre locomoción erguida del humano y formas de crecimiento vegetal, lo que identifica la artista como «régimen diurno».

Esa búsqueda de la luz cenital está perfectamente representada en la Secesión, aunque no deja de ofrecer un lado siniestro, pues las obras de Crespo tienen algo de cyborg, de réplica imperfecta, en un modo complejo en que moldes y modelos se confunden. También sucede que la verticalidad puede invertir la lógica del crecimiento, y la flor pende como una víctima, o intenta alzarse. Estas metáforas vegetales encajan muy bien, curiosamente, con la sensibilidad simbolista, y el contexto jugendstil vienés.

June Crespo

'Danzante'. Secession. Viena. Friedrichstraße 12. Hasta el 16 de noviembre. Cuatro estrellas.

'Rose Trraction'. Le Crédac. Ivry-sur-Seine. Pl. Pierre Gosnat, 1. Comisaria: Claire Le Restif. Hasta el 14 de diciembre. Cuatro estrellas.

Crespo se permite manejar varios registros. Si esta cita vienesa maneja la verticalidad, las imágenes del montaje en Francia, en Le Crédac, hablan de horizontalidad, estética industrial y estratificación.