En el nombre de Carson McCullers casi todo está permitido

Su mal efecto secundario, claro, puede ser el de contagiar a quienes no leyeron ni leerán a McCullers pensando que con leer a Shapland leyendo a McCullers alcanza y sobra. Y no es un buen pensamiento. Y Shapland también demuestra que ha leído con esmero a Didion, Janet Malcolm, Olivia Manning, R.Cusk, K. Roiphe y Maggie Nelson.

ENSAYO

'Mi autobiografía de de Carson McCullers'

• Autora Jenn Shapland
• Editorial Dos Bigotes
• Año 2022
• Páginas 568
• Precio 23,50 euros

Y no se preocupa por admitir de entrada y con honestidad que hasta no hacía mucho poco y nada sabía de la gran escritora sureña. Pero enseguida se obsesiona y —tan poseída pero cada vez más poseedora— se propone conocerlo/reconocerlo todo acerca de la autora de ‘La balada del café triste’ y, de pronto, sí, Carson ‘c’est moi’ y Carson es mía. Especialmente el aspecto sexual/sentimental de McCullers (Shapland afirma que ha sido poco conocido y considerado aunque no sea tan así, y desde la biografía canónica de Virginia Spencer Carr se lo reconoce, incluyendo su correspondiente entrada en Wikipedia).

Así, su más bien poco ortodoxo matrimonio con Reeves McCullers, las ardientes cartas de Carson a la filósofa-antropóloga-narradora Annemarie Schwarzenbach o la transcripción de sesiones con la psicóloga Mary Mercer y otros documentos que —cuestiones de copyright— no se reproducen sino que se glosan. Pronto, Shapland se corta el pelo ‘à la Carson’, asume su lesbianismo y —cada vez menos académica y más fan desatada— se postra y escribe frente a los camisones de McCullers. Y así Shapland —como médium— vive y revive en la casa de McCullers y reside en la colonia para escritores Yaddo y... El interesante efecto —seguramente involuntario—es el de ver como Shapland va mutando paulatinamente en posible gran personaje de otra escritora genial y perturbadora: Patricia Highsmith.

En resumen: si ‘Mi autobiografía de Carson McCullers’ fuese una novela sería casi una obra maestra; siendo un fragmentario ensayo elaborado a partir de ideas fragmentadas en busca de un todo es, apenas, logrado y divertido y didáctico y, sí, en más de un momento irritante. Una de las páginas más emocionantes y terroríficas jamás escritas y leídas por quien firma esta reseña es —cerca del final de ‘El corazón es un cazador solitario’— ese instante terrible en el que la joven prodigio Mick Kelly descubre y se resigna a perder para siempre su don musical. En ‘Mi autobiografía de Carson McCullers’ Jenn Shapland, en cambio, empieza sin nada que perder y acaba con todo para ganar.