«Narrativas de emancipación, deseo e intimidad», de Erwin Olaf en el Centro Cultural de la Villa: El problema del cuarto cuerpo

En España, la obra de Olaf experimentó un creciente reconocimiento a partir de su inclusión en la colectiva 'Barrocos y neo-barrocos: el infierno de lo bello' (2005) en el DA2 de Salamanca, así como por sus individuales en la galería Espacio Mínimo. Uno de los teóricos que con mayor profundidad ha indagado en su poética es Paco Barragán, responsable de algunas de sus principales muestras internacionales, además de comisario de la exposición que le dedicó el Centro Niemeyer de Avilés en 2023, abierta al público pocos meses antes del fallecimiento del propio Olaf, ocurrido tras someterse a un trasplante de pulmón.

Barragán también está a cargo de esta nueva cita en Madrid, que abarca cuatro décadas de producción artística: desde los primeros trabajos en blanco y negro hasta incursiones menos conocidas en los ámbitos del vídeo-arte y la instalación. No obstante, queda fuera de la selección el nutrido grupo de obras que Olaf creó para las campañas publicitarias de grandes empresas como Vogue o Louis Vuitton.

El conjunto permite comprender el discurso del artista más allá de los hitos marcados por sus sonoras polémicas, las cuales siempre se han situado en la red conceptual de lo transgresor. Aunque la cita no sigue un orden cronológico, es posible apreciar la transición de Olaf hacia un universo progresivamente distanciado de lo carnal y cada vez más introspectivo.

La muestra comienza con una selección de sus numerosos autorretratos. El núcleo principal se organiza en tres capítulos que exploran el cuerpo como una construcción cultural atravesada por narrativas de emancipación, deseo e intimidad. Sin embargo, el audaz diseño expositivo permite al espectador transitar por otros muchos caminos, gracias a cambios inesperados de color e iluminación, montajes asimétricos, puntos de detención estratégicos y diversos dispositivos escenográficos.

El primer capítulo, dedicado al cuerpo político, acoge la esteticista contribución de Olaf a los grandes temas de la teoría crítica, como el género, la identidad y la raza, desarrollada en series como 'Squares' (1983-2018), 'Chessmen' (1987-1988) o 'Blacks' (1990). Este bloque también examina aquellos conjuntos que, según el comisario, reflejan las fisuras del estado del bienestar, como 'Rain' (2004), 'Grief' (2007) o 'Berlin' (2012), así como el interés de Olaf por la crisis medioambiental, desarrollado en las espléndidas 'Palm Springs' (2018) o 'Im Wald' (2020).

El segundo capítulo, dedicado al cuerpo sensual, se condensa en una sala de intenso color rojo donde se despliegan las provocativas fisionomías que caracterizan sus icónicas series de finales del cambio de siglo y que le valieron un amplio reconocimiento internacional. Ejemplos de ello son 'Mature' (1999), 'Royal Blood' (2000) o 'Paradise' (2004), caracterizadas por el empleo de Photoshop, un recurso que se verá notablemente atenuado en trabajos posteriores.

El tercer capítulo se enfoca en lo que Barragán denomina el cuerpo afectivo, siendo la serie 'Separation' de 2003 el punto de partida de una nueva etapa donde Olaf aborda temas como la incomunicación o el desasosiego, dentro de un enfoque más intimista que culmina en trabajos como 'Keyhole' (2011-13) y 'Shanghai' (2017).

En 1943, el poeta Paul Valery, consciente de que nuestro cuerpo no es tan dócil como suponemos, expuso su teoría de los tres cuerpos: el primero sería nuestra propia presencia; el segundo, la imagen reflejada en el espejo; y el tercero, los fragmentos de carne tras una cirugía. Pero también fantaseó con un cuarto, una mezcla de absurdo, enigma y poesía, más parecido a una 'cosa' que a un organismo viviente.

De forma intuitiva, en sus últimos años, Olaf exploró algo similar a ese 'contra-cuerpo' descrito por Valery: lo hará con especial intensidad en 'April Fool 2020', serie que sirve como epílogo de esta exposición. En ella, el artista se autorretrata como un payaso atónito ante un mundo que ha dejado de existir tal y como lo conocíamos.

La pandemia de covid-19, con sus implacables medidas de supervivencia para la población, sirve como telón de fondo de este nuevo imaginario visual: calles desiertas, rostros pintados de blanco, gestos alienados, estantes vacíos y celdas domésticas que actúan como metáforas de aquel estremecedor colapso de la vida cotidiana y de la ética social.