libros
Muñoz Molina: vidas rotas, oportunidades perdidas
narrativa
En 'No te veré morir' el escritor y académico ha sabido combinar de magistral modo una historia sentimental y una historia social
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Iniciar sesión'No te veré morir’ es a la vez la historia de un amor y la crónica de un desarraigo. Gabriel Aristu, el protagonista central de la novela fue concebido en 1939, nada más terminar la Guerra Civil. Se cuenta ese momento en la primera ... parte de la novela, que contiene algunas de las mejores páginas que haya escrito nunca Antonio Muñoz Molina. La razón de tal calidad estriba en su fraseo casi lírico, que fluye en pautas de frase alargadas, nacidas de un impulso rítmico de filiación proustiana, que invita a leerlas como si fuese un único párrafo, pues los capítulos se suceden sin solución de continuidad en una afluencia al mismo tiempo histórica y sentimental.
Como dimensión histórica, la trama narra el difícil momento del padre de Aristu, que queda en ese terreno de nadie de una España de posguerra, en el que él, músico e intelectual relacionado con Pau Casals, Federico García Lorca, Manuel de Falla y Adolfo Salazar, por ser católico y de derechas por poco no es fusilado en checa republicana. Le sirvió tal sufrimiento de salvoconducto en la posguerra al haber ganado los que no eran los suyos ni de corazón ni de estirpe, pero que la Historia situaría como si lo fuesen.
NOVELA
'No te veré morir'
- Autor Antonio Muñoz Molina
- Editorial Seix Barral
- Páginas 238
- Precio 19,90 euros
Ese desarraigo de Aristu padre influye en haber querido que la formación de su hijo tuviera poco que ver con la España de los vencedores, lo educa en el British Council, y propicia una carrera internacional con estudios oxonienses que lo llevarán al éxito profesional futuro como economista en unos Estados Unidos pujantes.
Si reproduzco con tal detalle este asunto es porque toda la novela está quiciada sobre ese desarraigo, que hace romper la protagonista su relación con Adriana Zuber, desatando una lejanía que será rota solo en las emocionadas páginas de su encuentro final, cuarenta y siete años después, entreveradas a menudo con sueños de lo que pudo haber sido y no fue. ¿Puede alguien vivir una vida rota en el interior y exitosa en todo cuanto le rodea?
La primera parte de la novela contiene algunas de las mejores páginas que haya escrito
La historia de Gabriel Aristu alterna con otra, la de Julio Maiquez, un profesor de arte poco brillante, que tras una separación dolorosa, pasa un semestre en la Universidad de Virginia y conoce a Gabriel Aristu quien será su mentor en el mundo americano. Tanto la rememoración de la pequeña ciudad de Charlottesville, donde se sitúa el hermoso campus universitario diseñado por Thomas Jefferson, como el contraste entre las mentalidades americana (ellos dicen América como sinécdoque de su país) y española, refleja muy bien la separación de dos mundos, dos mentalidades y sociedades que han caminado pasos muy distintos.
Muñoz Molina ha sabido combinar de magistral modo una historia sentimental y una historia social, de manera que la sentimentalidad rota tiene que ver con las oportunidades perdidas por quienes han tenido que dejar España por una razón u otra. Esos desterrados sin sol, según evocara el gran Claudio Guillén. El lado del futuro, que asoma en la hija de Adriana Zuber, no queda desarrollado, podría decirse que queda truncado, porque la novela no puede desasirse de un pasado roto que gravita toda ella.
Sin atributos
Es Gabriel Aristu un personaje dócil, amedrentado, egoísta, y en modo alguno un héroe romántico, sería más bien un moderno sin atributos. Es el amante que no ha sabido renunciar a lo que imponía la deuda con su padre. Quiere ganar todo aquello en lo que su padre fue perdedor, entregando su vida a la restitución de una justicia debida. Es personaje complejo, y la sutileza de su trazo, a la vez ambiguo y sincero, compite con la emoción de la remembranza amorosa, tanto la inicial como la final de la novela. Son los dos pilares sobre los que descansa una novela que emocionará a los lectores. Valoro mucho que no se haya plegado Muñoz Molina a la convención amorosa. Lo que la vida rompe puede salvarse solo desde el recuerdo o la añoranza, que poco avanzan hacia el futuro. Miran, como Jano, como la Historia, como la no vida, hacia atrás y enseñan el kairós de oportunidades perdidas.
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