Libros
Las mejores novelas para disfrutar temblando de miedo
NARRATIVA
Novedades de calidad de literatura fantástica (incluyendo el 'thriller' psicótico/psicológico y la distopía futurística-próxima y el terror gótico)
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Cada verano están los que se prometen (y rara vez cumplen) por fin leer esa obra maestra voluminosa en páginas y ‘excesiva’ en complejidad. Lo que no deja de ser un tanto extraño. Me refiero a eso de proponerse llevar a cabo un gran esfuerzo ... (y, en lo personal, más asociable a temperaturas frescas y noches largas y vida interior) justo cuando, se supone, es tiempo de relajarse. Pero, se sabe, hay gustos para todos; y así más de uno ya conoce la periódica y vacacional frustración de volver a casa sin siquiera haber abierto (o, incluso, de haber abandonado dejado atrás, en playas o montañas o ciudades) a Joyce y a Proust y a Faulkner y Melville y siguen las firmas.
Recomendación: mejor optar por algo que no intimide y que se disfrute como paisaje exótico y desconocido y que se lea casi sin poder dejarlo y que produzca refrescantes temblores. Por eso, aquí y ahora, fantásticas novedades de calidad sobre literatura fantástica (incluyendo el ‘thriller’ psicótico/psicológico y la distopía futurística-próxima y el terror gótico) para temer a cuestiones tanto más sofisticadas e imaginativas que ese final infeliz de agosto para que comience septiembre: mes mucho más cruel que abril. Así, lecturas para temblar de placer (y con el mejor miedo).
Dos rescates más que dignos de consideración del espanto sociológico coincidiendo con los 75 años de la publicación de ‘La lotería’ de Shirley Jackson. Publicada en 1974, variación hembra de ‘El otro’, de Thomas Tryon, y en su momento película con una muy joven Jodie Foster, ‘La chica que vive al final del camino’, de Laird Koening (272 págs; 21,37 euros. Impedimenta, ****) vuelve a abrir la puerta de su casa en tiempos en que abundaban los niños y adolescentes disfuncionales y siniestros (yendo desde la paternidad diabólica, pasando por la percepción extrasensorial, hasta una particular propensión a la solución de conflictos de la edad con modales más bien radicales) y la brecha generacional con los mayores a menudo se solucionaba a golpe de lo que sea. Mientras que, desde 1977, 'Ellos' ( 132 págs; 17 euros. Automática ****) de la ahora reconsiderada Kay Dick (la muy de moda Carmen María Machado es una de sus paladines) pinta el onírico paisaje nada bucólico de una sociedad al borde del caos y se adelanta a todo aquello que J. G. Ballard propuso en sus últimas distopías sociales y urbanas.
Karen Russell por su parte abre bien los ojos de la pesadilla despierta en 'Donantes de sueño' (180 págs; 19,90 euros. Sexto Piso ***). Su premisa no es original — lo del insomnio como plaga, recordar el Sleepless de Charlie Huston— y ya fue varias veces explorada; pero su tono y detalles la acercan más a la sátira paranoide de George Saunders y eso finalmente la redime y la hace merecedora de descanso.
Felices escalofríos bajo el sol y cuidado con los turistas extranjeros poseídos por ancestrales dioses mediterráneos
Quienes parecen no dormir nunca son Louis y Angel: colegas del detective paranormal Charlie Parker en ‘Tumbas sin nombre’ (448 págs; 20,90 euros. Tusquets ****). Aquí, como en ‘Los hombres de la guadaña’, los sicarios más adorables y amorosos se marcan aventura en solitario sin su jefe (ya de largo sabático luego de esa cuasi-conclusión que fue ‘Antigua sangre’, seguida luego por la precuela a todo que fue ‘En lo más profundo del sur’ y luego por las dos novelas cortas reunidas en ‘The Furies’). La novela los enfrenta a un clan de serbios asesinos ultra-violentos, y todo el asunto se lee como un cruce entre los tiroteos de Peckinpah con los diálogos de Tarantino. Y, sí, Parker a veces los llama por teléfono porque, claro, los extraña mucho.
Catriona Ward es la nueva reina del género (aunque se corone a una casi cada mes), pero en ‘Sundial’ (320 págs; 21,95 euros. Alianza Runas ***) demuestra que tiene mano firme para sujetar el cetro tras la estela de, de nuevo, la imperecedera Shirley Jackson. Súbitamente muy traducida al español, aquí se detectan ya recurrencias de y en lo suyo: parajes baldíos, animales totémicos, relaciones familiares poco claras, alucinaciones en vigilia y, por encima de todo, eso del narrador poco confiable.
Doble crimen
Párrafo aparte merece lo de John Darnielle y Daryl Gregory. El primero, con ‘La Casa del Diablo’ (492 págs; 20 euros. Aristas Martínez *****), invoca un meta-apócrifo ‘true crime’ con dejos lovecraftianos y especialista investigando doble crimen/caso abierto desde aquellos episodios de ‘pánico satánico’ en la USA '80s. Darnielle —líder de la banda indie-rock The Mountain Goats— descuella especialmente, con un toque del Danielewski de ‘Casa de hojas’, en la disección de las sombras de la mentalidad adolescente que, se sabe, son mucho más densas que en ‘Stranger Things’.
El segundo, con ‘La reveladora’ (392 págs; 24,90 euros. Blackie Books *****) invita a saga gótico-familiar con deidad privada durante la Gran Depresión con clan contrabandista de alcohol y heroína juvenil que es como chica de Carson McCullers poseída por el espíritu de Emily Brontë esperando todo el tiempo a que ese color caiga del cielo cuando, en verdad, ya acecha desde hace generaciones y a la que la ya no pequeña Stella Ward volverá para desentrañar secretos largamente susurrados. De lo que aquí se trata no es de matar a un ruiseñor sino a —más castigador que perdonador de pecados— Diospapá.
‘Iluminaciones’ (600 págs.; 22 euros. Nocturna***) reúne cuatro décadas de ficciones breves del portentoso Alan ‘Watchmen/V de Vendetta’ Moore. Por lo que, inevitablemente, es irregular en su conjunto y, en algunos casos, apela a un cierto facilismo derivativo de ‘The Twilight Zone’. Pero, atención, aquí están la desaforada ‘nouvelle’ ‘Lo que podemos saber de Hombre Trueno’ (deconstrucción de la Era Dorada de los Cómics), la alegoría política de ‘La improbable complejidad del estado de alta energía’ con un aire a Italo Calvino y John Crowley, ‘Ni siquiera leyenda’ (mucho mejor que lo de Neil Gaimen en ‘American Gods’) y el ‘pastiche’ ‘beatnik’ ‘Luz americana: una valoración’ en el que Moore juega a ser el Nabokov de ‘Pálido fuego’ y casi le sale bien. Casi, dije.
A la espera de Stephen King
Luego de todo esto, con el descenso de las temperaturas y las tarjetas de crédito al rojo vivo, quedará el consuelo de —en otoño— subir y no bajar la cuesta luego de la fiesta en busca de la muy esperada ‘Holly’ de Stephen King.
Mientras tanto y hasta entonces, felices escalofríos bajo el sol y (si de aterrorizarse se trata) cuidado con los turistas extranjeros poseídos por ancestrales dioses mediterráneos.
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