Lo mejor de poesía, teatro, cómic... en 2022

Por eso no hay nada más divertido que leer 'Verbolario'. Tuvo que venir Rodrigo Cortés, después de darle la vuelta a la realidad como un calcetín en su novela 'Los años extraordinarios', donde acercaba la orilla del mar a Salamanca y descentralizaba de manera pícara la capitalidad de nuestro país, para que encontrásemos la única defensa posible a nuestra indefensión frente al lenguaje: aceptar de una vez por todas que las palabras juegan con nosotros, que se ocultan y que saben marearnos de manera elocuente, nunca mejor dicho.

El 'Verbolario' es la lucidez elevada a necesidad. Con escalpelo y mirándose de soslayo en el viejo 'Diccionario del diablo' de Ambrose Bierce, Cortés inventó un método para lograr que la verdad que portan las palabras fermentase en un vivero en el que mantiene un centenar de voces y las va sacando, a diario, en ABC (página 5). Las extrae por el orden que marca su estricta maduración y esa casualidad provoca chispas maravillosas como esta misma semana, en la que publicó, sin premeditación, ni alevosía: «Desjudicializar, v. tr. Convertir al juez en político». Quienes hemos leído a diario el 'Verbolario' durante los últimos años sabemos el tesoro que se oculta en su versión de libro. Cada definición es una nota, el libro es una fuga de sentidos que sólo el lector puede disfrutar. Es la fusión fría del lenguaje que devuelve la energía significativa a las palabras gastadas. ¡Y la encuadernación es una belleza! ¡Y las ilustraciones son únicas! ¡Regálenlo! ¡Regálenselo! Por Jesús García Calero.

Como el espacio es corto, mis recomendaciones para leer en Navidad, todas ellas publicadas en los últimos meses, son casi telegramas. Vamos allá: Se abre camino como tema todo lo relacionado con el cambio climático y el daño que alegremente le causamos a la Tierra los seres humanos. Blain y Jancovici retratan con brío la asombrosa indiferencia del ciudadano medio ante el cambio climático en su 'El mundo sin fin'; y Darío Adanti incide en nuestra capacidad de destrucción del planeta, ya desde el título de su obra, 'El meteorito somos nosotros'.

Esta misma idea aparece en El fuego de David Rubín, una distopía de ciencia ficción que muestra literalmente la destrucción de la civilización actual. Y el problema es que no estamos preparados para colonizar otros mundos, como sucede en el magnífico Arconte de Fidel Martínez, que crea un drama íntimo ambientado en las lunas de Júpiter.

Así las cosas, dan ganas de retirarse del mundanal ruido, tal y como narran Jorge García y Angel Trigo en la adaptación al cómic del libro 'Niadela' de Beatriz Montañez.

Pero no es el único problema que nos acucia, hay que recordar que tenemos una guerra en la puerta de casa, por lo que sería bueno echarle un vistazo a 'Zar accidental, vida y mentiras de Vladímir Putin', de Weis y Brown.

Y si todo esto os deprime como a mí, refugiaros en el cine, que siempre es bálsamo ante los sin sabores de la vida. Desde la viñeta recomiendo tres obras que nos retrotraen hasta el cine clásico: 'Fatty', de Nadar y Frey; 'Chaplin en América', de David François y Laurent Seksik; y 'Lugosi, ascenso y caída del Drácula de Hollywood', de Koren Shadmi.

Y como el espacio se acaba, solo me resta desear al lector de ABC una feliz Navidad con una última recomendación, un clásico de estas fechas que José Luis Munuera adapta de manera tan personal como magistral, 'Cuento de Navidad, una historia de Fantasmas'. Por Asier Mensuro.

Luis Antonio de Villena es un nombre imprescindible no solo de la poesía española sino de la cultura de nuestro tiempo. Es, de muchas formas, el poeta que ha caminado siempre en la transgresión moral, que ha hecho de su biografía una búsqueda conflictiva de la identidad y una forma de rebelión. 'Lujurias y apocalipsis' es uno de los grandes libros de este año, un libro en el que combaten con fuerza vejez y deseo, nostalgia, melancolía y decadencia de un mundo. Villena siempre busca elevarse a esos momentos en que la vida es posible vivirla plenamente, pero, lo mismo que Faetón, ve cómo todo inicia su derrumbe, su caída, incluso ante el espejo.

Stefan Zweig dijo de Hölderlin que era el ruiseñor que cantaba en las tinieblas, eso mismo es Villena aquí, alguien que se refugia en los recuerdos porque siente los embates de una época oscura, que mira las arrugas del presente para decir que todavía es posible un consuelo, un poco de calor. Sus poemas narran o evocan todas las geografías de ese corazón que no se quiere moderar… Y la de aquellos corazones que hicieron del goce de vivir y de sufrir algo inexplicable: Emmy Hennings, Sandro Penna, Casanova, Elíseo Diego, el seductor y hermoso Shikibu… La historia de un hombre es también la historia de su tiempo, dijo Mújica Lainez, por eso Villena señala y critica esta edad sin brillo, esta decadencia, este reino de la incoherencia donde hay comportamientos soeces y gentuza que saquea, como en la Grecia de los gramáticos. 'Lujuria y apocalipsis' es un libro de una belleza convulsa, donde la voz de Villena no deja nunca de ser emocionante, arriesgada y verdadera.

Un libro hondamente biográfico donde encontramos de nuevo ese retrato deslumbrante de las conmociones y los placeres de estar vivo. Un libro donde la vida propia y la vida de los otros levantan en cada página una dimensión moral. Somos pasto de una Furia, dijo Kleist, buscamos un momento de entusiasmo mientras otros no dejan de construir infiernos. Por Diego Doncel.

A diferencia con lo que ocurre con tantas recopilaciones de cantautor (donde su lectura sin voz ni música apenas conforma como innecesario recordatorio para memoriosos fans), lo de Paul Simon (con Art Garfunkel o a solas), sí permite en cambio el disfrute pleno y hasta acrecienta admiración por su gran técnica narrativa. Prueba de ellos es 'Letras 1964-2016 que -con los silencios de su sonido- invita a leerlo como si se tratase de magistral colección de cuentos cortos.

Títulos como 'I Am a Rock', 'Me and Julio Down by the Schoolyard', 'America', 'The Boxer', 'April Come She Will', 'Mrs. Robinson', 'Duncan', 'Still Crazy After All These Years' (acaso lo mejor jamás rimado acerca de cruzarse con ex y que esté todo bien con gran solo de saxo), gozan de melodioso y perfecto naturalismo y precisión pasmosa en el dibujo de personajes; para luego mutar hacia maestría más abstracta de 'world music'privada (en 'Think Too Much', 'Graceland, 'The Boy in the Bubble', 'So Beautiful or So What', 'Rewrite', 'Cool Papa Bell', 'The Werewolf'); y cerrar con 'Insomniac's Lullaby' sonando tanto a sus inicios. La impresión recibida es la de Hopper y Pollock intercambiando pinceles o de lo que comienza muy perfectamente formal y 'à la Robert Frost' yendo a dar a lo más aventurero de Charles Simic. Puesto a hojear una para decidirse, a no dudarlo: en la página 322 está 'Darling Lorraine' donde -con ternura de bisturí- Simon narra auge, decadencia y caída de un matrimonio y destila en diez estrofas lo que podría ser una novela de Cheever o de Updike o deYates o de Dixon o relato de Carver. O, si se trata de potenciar el espíritu navideño, ahí (pág. 36) cascabelea ese logrado experimento que es '0' Clock News / Silent Night': donde las angelicales armonías de Simon and Garfunkel entonan un consolador villancico —nocturno y pacífico y amoroso— mientras locutor de radio desgrana pésimos titulares. Afortunadamente, las malas noticias pasan y las excelentes canciones permanecen como puentes sobre aguas turbulentas.

Felicidades. Por Rodrigo Fresán.

En este 2022 que ahora se despide, hemos conmemorado los cien años del nacimiento de Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975). Para la ocasión, Punto de Vista tuvo la feliz iniciativa de reunir por primera vez en español las piezas más representativas y canónicas del cineasta y escritor italiano. Una magnífica oportunidad para descubrir al Pasolini dramaturgo, un tanto opacado por su célebre trabajo como director cinematográfico. Sin embargo, su producción teatral encierra un enorme atractivo y sobre todo nos permite comprender mejor la cosmovisión de un creador de su talla, no ajeno a la controversia, pero siempre revelador. Máxime cuando la escritura teatral revistió para él una clara fascinación e interés, y a ella se dedicó con entusiasmo y perseverancia. Como ha señalado con acierto Juan Mayorga, quien recientemente participó en un encuentro sobre su figura y presentación de este volumen en el Teatro de La Abadía: «Para Pasolini el teatro no fue una aventura en los márgenes de su actividad creadora, sino una misión fundamental en el núcleo mismo de su obra».

El libro cuenta con una excelente traducción a cargo de Amelia Pérez de Villar y un clarificador prólogo de Mario Colleoni, que realiza, entre otros asuntos, un recorrido cronológico por distintos montajes de sus piezas en España. Incluye: 'Calderón', 'Fabulación', 'Pílades', 'Pocilga', 'Orgía' y 'Bestia de estilo', junto con el 'Manifiesto para un nuevo teatro', (1968). Este texto resulta esencial, pues el propio Pasolini explica las líneas maestras de su dramaturgia.

El teatro de Pasolini hunde sus raíces en varios momentos en los grandes trágicos griegos, tan admirados por él . Así, 'Pílades' que retoma la impactante 'Orestíada', de Esquilo, trilogía que Pasolini había traducido y que llevó a la pantalla en un filme inconcluso, 'Apuntes para una Orestíada africana', o 'Fabulación' que se abre con un parlamento de la Sombra de Sófocles.

No es extraño, pues, que Pasolini abogue por un «teatro de la palabra» frente al «teatro de la cháchara» y al del «grito y el gesto». Estamos ante un teatro que «no tiene ningún interés espectacular, mundano, etc. Su único interés es cultural, y es un interés común al autor, a los actores y a los espectadores que, al reunirse, llevan a cabo un rito cultural».

El lugar natural para cualquier pieza de teatro son las tablas. Pero, por favor, no olvidemos que el teatro también se lee. Y que su lectura puede ser una gratificante experiencia. Por Carmen R. Santos.