PUES DICES TÚ
Masa madre
Las dos personas 'normales' comparten con nosotros un paseo por las calles de un barrio que no es el suyo. Lo primero que se encuentran es una panadería
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Iniciar sesiónLas dos personas normales pasean por las calles de un barrio que no es el suyo: a veces sienten la llamada del destino y saltan la frontera de alguna avenida grande para entregarse a la exploración de aceras nuevas, sensaciones nuevas, farmacias nuevas, parques nuevos. ... La primera persona normal inspira profundamente.
—Huele distinto.
—¿Cómo dices?
—Huele distinto, ¿no crees?
—Huele a pan, ¿no?
—A pan distinto.
—A mí me huele a pan normal. Será por la panadería esa. —La señala.
—Y ¿no es distinta?
—Yo creo que no. Para mí que es una panadería de pan.
—Pero no es lo mismo un pan que otro, que ahora ya no encuentras pan del bueno, que ahora o te lo comes rápido o enseguida es chicle.
—Y antes también, ¿no?
—Ahora más. Salvo en los sitios muy buenos, que lo hacen de masa madre y sabe lo mismo, pero cuesta el doble. Y que no es de masa madre, que lo he visto en la tele, que iba Chicote por los sitios investigando panes y, de masa madre, lo justo.
—¿Qué será la masa madre?
—Ni idea. Será una marca, ¿no?
—Será una masa muy buena. La madre de todas las masas. Será una masa tan buena que el pan no se hará chicle, o, si se hace, será chicle del bueno. Será la masa de los chicles buenos, pero aplicada al pan.
—La levadura es la clave, por lo visto. Si no le echas levadura, el pan no florece.
—Para eso está. Se amustia.
—Se aburre. Pobre pan.
La segunda persona normal se queda pensando en algo. Luego, casi sin darse casi cuenta, asiente.
—La verdad es que este pan huele como todos, tienes toda la razón. Me lo estaba inventando, creo, para que me diera la impresión de que me había merecido la pena andar.
—Pero si no hemos venido a por pan...
—Quería que me compensara, me parece. La sensación del paseo, digo. Y por eso me ha salido hablar así.
—Pues me parece muy honesto lo que dices.
—¿Sí?
—Yo creo que sí. Porque viajar es un poco eso, ¿no? Hacer lo mismo de siempre, pero cambiando de hora el reloj.
—Eso si te vas lejos...
—Es una forma de hablar. Viajar es hacer allí las cosas que haces aquí, pero haciéndote fotos luego.
—Te advierto que ahora la gente se hace fotos donde sea.
—Ya me entiendes. Viajar es quedarse quieto mientras pasan cosas. Eso es viajar de verdad.
—Qué profundo todo, ¿no?
—Hoy estoy un poco así, ya me conoces. Viajar es mirar las cosas como si no las conocieras, pero las cosas de siempre. Porque al final el pan es pan.
—Entonces, ¿estamos a favor o en contra de los sitios?
—Tendría que pensarlo un rato. Yo creo que ni a favor ni en contra. Las cosas son como son.
—Estamos de narices, ¿no?
-Ya.
—Pues dices tú, pero yo antes vivía en otro barrio y me tuve que ir al nuestro porque no había colegios buenos y, claro, cuando nació el pequeño…
—¿El mayor os daba igual?
—Con el mayor probamos a quedarnos, pero había que andar mucho, y el trabajo me quedaba también lejos, y al final, mira, nos cambiamos. Pero a veces echo en falta el otro barrio. Y mira que era igual.
—¿Tenía pan mejor?
—Qué va, peor, si acaso. Tenía lo que tenía, pero era el mío, y estaba acostumbrado a todo: a los árboles, a las papeleras, a las cabinas…
—¿Te acuerdas de las cabinas?
—… a la peluquería, que me daba un poco lo mismo, pero que ahí estaba, con sus cosas…
—Ya sé lo que quieres decir.
—Que luego es una bobada, que luego hay peluquerías en todas partes, como, mira, esa. -La señala-. Y esa. #-La señala también.
—Dos peluquerías juntas. Qué cosa, ¿no?
—Es que una es de perros.
—¿La llevan perros?
—Pues igual. Ahora es así. Ahora es así todo, no es como antes de ahora, en el otro barrio.
—¿En el otro tuyo o en el nuestro?
—Da igual. En cualquiera. Ahora es todo diferente. Ahora es diferente la vida. Por eso echamos de menos las cosas, porque ya no están, porque, si estuvieran todavía, nos darían un poco lo mismo.
—¿También te ha dado a ti el día?
—Seguro que en el otro barrio…
—¿La muerte? —Se santigua.
—No, en el mío, digo. En el de antes. Seguro que en el otro barrio ahora también peinan perros.
—Pero de otra manera, ¿no?
—Con un toque más de clase obrera, claro. Seguro que no les ponen chalecos, les ponen camisetas sin mangas.
—Pues seguro.
—Aunque hay cosas que no cambian, como digo yo.
—Y otras que sí.
—Y otras que sí. Pero hay cosas que no.
Las dos personas normales se quedan prendidas de recuerdos que al principio parecen sólidos y luego, a saber cómo, se van deshilachando, o convirtiendo en otros recuerdos. Al final no hay de donde prenderse.
—¿Qué dices, entonces? ¿Volvemos?
—¿Al barrio tuyo o al nuestro?
—Al nuestro de ahora. Lo que no es de ahora no existe. Lo que no es de ahora no es.
—Menuda mañanita llevas.
—Ya. Si es que hoy estoy así.
—Volvemos, venga. Total... Si al final todo es lo mismo…
—Por eso digo.
—Pues por eso. —Se queda un rato pensando—. Al final el pan es pan.
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