LIBROS
Marie Jalowicz Simon, vivir sin estrella en el Berlín nazi
NARRATIVA
Su obra 'Clandestina' forma parte de lo mejor de esas literaturas del Holocausto que no tienen como trasfondo los campos de concentración y exterminio

«No podemos ir en el metro, tampoco pasar por esas calles, están vedadas a los judíos», le explicará la joven Marie Jalowicz, autora del impresionante y excepcional libro de memorias ‘Clandestina’, a un atónito policía de Berlín. Un honrado funcionario de los de ... antes de la llegada de los nazis que aún no se ha aprendido las demenciales ordenanzas diarias, esas mezquinas vejaciones dictadas para avasallar y humillar a los judíos. «¡Bah! —dirá el agente— Sois tres chicas muy majas, os quitáis esa estrella de mierda, os subís al metro y se acabó el problema».
MEMORIAS
'Clandestina'

- Autora Marie Jalowicz Simon
- Editorial Errata Naturae
- Año 2022
- Páginas 466
- Precio 24 euros
Este es un libro no solo extraordinario en su género, sino que forma parte de lo mejor de esas literaturas del Holocausto que no tienen como trasfondo los campos de concentración y exterminio. Junto a la magnífica novela autobiográfica ‘Vida con estrella’, del checo Jirí Weil (Impedimenta) o ‘Anotaciones de Jokob Littner desde un agujero bajo tierra’, de Wolfgang Koeppen, que transcribiría los recuerdos dejados por un comerciante de Múnich (Alba), ‘Clandestina’ forma parte de esas cuantas obras de arte literarias que tienen como protagonistas a judíos que decidieron esconderse o suplantar identidades, en ocasiones en agujeros y sótanos inmundos, en el momento de las deportaciones masivas.
En estas memorias de una ‘untergetaucht’, es decir, de una «sumergida» de la época nazi, la joven berlinesa Marie Jalowicz tiene veinte años en el comienzo de su historia. Nacida en el seno de una familia acomodada de judíos procedentes de Rusia, Marie tomó una decisión el 22 de junio de 1942 que cambió su destino. Aún no se sabía si para bien o para mal, pero ella tenía claro que no se dejaría atrapar e ir mansamente hacia una muerte que intuía como segura.
Se lee como una novela de aventuras atravesadas en la más total de las soledades
Huérfana de padre y de madre, fallecidos antes de la persecución y exterminio salvaje de los judíos, testigo de la deportación de familiares y amigos, tomando la identidad de una aria antinazi que la protegería hasta el final, Marie decidió no llevar la estrella y que ella no se iría, escondiéndose donde pudiera. Rompía así con su propia comunidad e incluso con las peticiones de familiares cercanos rogándole insistentemente que les acompañara en ese «viaje» incierto al Este: «Nací y crecí aquí, en esta ciudad (donde los hechos son los que son y no es posible cambiarlos), es aquí donde me siento en casa», diría mucho después, una vez acabada la guerra, y cuando se le preguntaba por la razón de no haber emigrado a Palestina, aun siendo sionista.
Trabajadora forzada
Nacida en 1922 en Berlín y fallecida en esa misma ciudad en 1998, Marie tenía 11 años cuando el Partido Nazi se hizo con el poder en Alemania. En 1941, tras haber sido trabajadora forzada, como otras muchas mujeres judías, en la fábrica de Siemens de Berlín, el jefe nazi de su sección le deseó secamente «buena suerte», tras ella pedirle que la despidiera, ya que no le era permitido renunciar. «¿Por qué quiere irse? ¿Qué pretende hacer sola?», dijo el SS, intentando en cierto modo protegerla. Marie, con la resolución que la caracterizaba respondió: «Quiero salvarme. Prefiero estar sola porque sé cómo va a acabar esto. Nos deportarán y será el final de todas nosotras».
Muestra ganas feroces de vivir antes que dejarse morir sin resistencia e inteligencia natural
Poco después, cuando dos oficiales de la Gestapo vinieron a arrestarla a las seis de la mañana, consiguió, imitando sagazmente los acentos del Berlín más popular y barriobajero, distraerlos y huir vestida con una simple combinación.
Fantástica intensidad
Desde entonces se convertiría en una «clandestina». La furiosa determinación a no dejarse dar caza, su capacidad de inventiva e improvisación sobre la marcha, sus ganas feroces de vivir antes que dejarse morir sin ofrecer resistencia y, sobre todo, su gran inteligencia natural, esa que recorre toda y cada una de las páginas de este libro maravilloso, pespunteado de momentos jocosos, de anécdotas asombrosas y de un sinfín de personajes dibujados con la fantástica intensidad de un presente que jamás ha dejado de revivirse, se lee como una frenética y fabulosa novela de aventuras atravesadas en la más total de las soledades. Riesgos trepidantes dividían, en una décima de segundo, esa frágil frontera que separa la vida de una muerte segura.
Al acabar la guerra, convertida en una prestigiosa profesora de la Universidad de Humboldt de Berlín, Marie apenas hablaría ni con sus alumnos ni con su familia de lo sucedido durante la guerra. Hasta que en 1997, poco antes de morir, animada por su hijo historiador Hermann Simon, y ayudada por su prodigiosa memoria, dejaría grabadas 77 cintas con sus recuerdos de aquellos años. Con ellos, su hijo elaboraría el manuscrito de ‘Clandestina’. En una ocasión, en una carta a un amigo también profesor, enumeraría las razones de haber seguido en aquella ciudad «maldita» para muchos y no haber emigrado al acabar la guerra.
Ante todo, rechazaba la idea «de hallarse, frente a la nada, en algún sitio, como refugiada, como mendiga». De lo que había emigrado era de la Alemania de Hitler «no de la Alemania de Goethe y Bach». «Los alemanes —diría Marie en aquella misiva— han asesinado a millones de judíos pero también hubo muchos otros que, jugándose la vida, hicieron grandes sacrificios por salvarme».
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