LO MODERNO
El último beso del año
En el nuevo año que entra, ese viaje viejo será un nuevo libro y aquella muchacha solitaria, una nueva mujer: «La Mujer que besó a Virgilio»
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Iniciar sesiónNo son muchos los afortunados que entran y salen del Hades o de la muerte y son capaces de vivir para contarlo: Unos pocos poetas antiguos, el Dios del madero que anduvo en la mar; ese guerrero Mediterráneo; todos los héroes de mi infancia. Para ... aquella niña tímida que nunca miró el mundo a través de las ventanillas del coche familiar sino leyendo tumbada en el asiento de atrás; que jamás pasó las Navidades en una misma mesa, que cada Nochevieja sonreía aturdida a los rostros desconocidos que conjugaban los planes inverosímiles y viajeros de sus padres, el refugio de los libros era en realidad su verdadero hogar.
La noche de Nochevieja le resultaba una suerte de Hades lleno de luces y risas y alboroto y almas gritonas, bebedoras y felices que habitaban un Infierno singular al que ella descendía por unas horas con cierta disimulada desgana, siempre atenta a sentarse cerca del letrero EXIT/SALIDA.
Aquella niña tímida que miró el mundo leyendo tumbada en el asiento de atrás del coche familiar
Por eso, cuando las campanadas del mundo marcaban el nuevo año y se acababan por fin las uvas y el champán burbujeaba en diferentes idiomas, aquella niña sabía que tenía un rostro conocido al que besar y que, como la cena que se multiplica con los años incluyendo a los abuelos sacados de las residencias, los sobrinos que van naciendo, las nuevas novias o los viejos amigos que se incorporan huyendo de la soledad, así se iban añadiendo alrededor de su mesa de Nochevieja secreta y literaria nuevos rostros que, inmediatamente, se convertían en familia: Jasón el Argonauta, su primer amor al que siguió Aquiles el de los pies ligeros, sustituido pronto por Ulises el de los mil trucos; luego llegarían Tintín el trotamundos, Holmes en batín de seda y Don Quijote, que la sedujo a golpe de risa y dulzura.
Con el paso de las Nocheviejas, aquella niña se fue haciendo mujer en los besos de Julien Sorel, Axel Heyst, Tancredi Falconeri, el barón von Trotta, Lope de Aguirre, Hans Castorp, Edmundo Dantés, Lucas Corso. Un largo camino de libros y viajes la llevaría hasta el último beso, precisamente en las puertas del Hades, marcando el principio del fin de una vida. Y así, en el nuevo año que entra, ese viaje viejo será un nuevo libro y aquella muchacha solitaria, una nueva mujer: «La Mujer que besó a Virgilio».
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