LO MODERNO
Sobre barcos e hijos
He recordado a otro marino y gran padre, hoy por desgracia casi olvidado: Antonio de Ulloa, sevillano de nacimiento, hijo de la Ilustración
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Iniciar sesiónHemos visto a la princesa trepar por la escala de la Fragata Elcano en las maniobras junto a los otros guardiamarinas en Cádiz, el discurso de un rey y las lágrimas de un padre que sabe muy bien lo que es el mar, los ... barcos y sus peligros.
Inevitablemente, he recordado a otro marino y gran padre, hoy por desgracia casi olvidado: Antonio de Ulloa, sevillano de nacimiento, hijo de la Ilustración, marino desde los 13 años, miembro de la Real Academia de Guardiamarinas de Cádiz.
Destinado con el grado de teniente de navío junto con su colega Jorge Juan (ahí es nada), a formar parte de la expedición científica dirigida por Bouguer, Godin y La Condamine, y patrocinada por la Academia de Ciencias de Francia para medir el arco de un meridiano en las proximidades de Quito, hizo un tornaviaje que ya por sí solo merecería una superproducción de Netflix; pues entre otras peripecias, su navío fue apresado por corsarios británicos y llevado a Londres donde fue presentado al presidente de la Royal Society.
Entre otras peripecias, su navío fue apresado por corsarios británicos y llevado a Londres donde fue presentado al presidente de la Royal Society
Este, lejos de despreciarlo o castigarlo, al tanto de la valía del joven Antonio, lo propuso como miembro de la Sociedad, de la que entró a formar parte. Este hecho sería sólo el principio de una carrera naval y científica rica, diversa y apasionante. Como colofón de su vida extraordinaria escribió un librito dedicado a sus hijos que tituló, descriptivamente, ‘Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la marina’, instructivas y curiosas, sobre las navegaciones y modo de hacerlas, el pilotaje y la maniobra: noticia de vientos, mareas, corrientes, pájaros, pescados y anfibios. Un libro inevitablemente técnico, pero que también se puede leer en clave de metáfora de las situaciones vitales a las que un joven ha de enfrentarse en la vida, con sorprendentes paralelismos entre la tierra firme y alta mar.
Ulloa advierte a sus hijos que, ciertamente, sosteniendo determinadas actitudes, disciplinas y respeto a órdenes precisas en el momento adecuado, se puede salvar la dignidad, el honor o la vida. Palabras que hoy suenan extrañas. Quizás releer a Ulloa e incluir su librito en la biblioteca de los Reyes de España, tan apenados por la ausencia de su hija, sea una noble manera de recuperar el consuelo de los meses sin verla y, de paso, honrar la memoria de los grandes hombres de nuestra historia.
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