LO moderno
La prostituta del Pireo
Y siento unas ganas irrefrenables de volver a Atenas, no ya a la de mi amado Paddy, sino a la de la oscarizada película 'Nunca en domingo'
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Iniciar sesión«Para poder reconstruirse, cada cierto tiempo Occidente está condenado a mirar hacia Oriente», decía Borges. En este ocaso que parece que nos ha tocado vivir, he decidido no apartarme de los clásicos porque hace tiempo que descubrí en ellos lo moderno, así que ... dirijo la vista al principio de casi de todo, o sea, a Atenas a ver qué se cuece por allí y lo que veo es una cúpula de Calatrava levantada en 2004, que se tambalea.
Por deformación profesional, me asaltan las cúpulas de nuestra memoria, esas que pueblan Europa desde hace unos pocos miles de años: la del Tesoro de Atreo en Micenas, la del templo de Mercurio en Baia, la del Panteón de Roma, la de Santa María dei Fiore, en Florencia, la de Santa Sofia en Estambul. Y siento unas ganas irrefrenables de volver a Atenas, no ya a la de mi amado Paddy, sino a la de la oscarizada película 'Nunca en domingo' en la que un descreído filósofo norteamericano, intentando comprender la decadencia de Europa encuentra, para su sorpresa, casi todas las respuestas en la belleza de una prostituta del Pireo, ese viejo puerto ateniense.
Allí termina comprendiendo que la mujer se eleva como el gran misterio de la filosofía
Allí termina comprendiendo que el sexo, los amigos, las risas, el mar, son los diques que sustentan la curiosidad del ser humano y que la mujer se eleva como el gran misterio de la filosofía, encarnada en este caso, en una prostituta griega interpretada por Melina Mercuri y dirigida por Jules Dassin, que es también el protagonista, con el que por cierto se casará en la vida real (su enamoramiento se percibe en cada fotograma). Ella canta una canción: 'Ta paidia tou Peiraia', 'Los niños del Pireo' que es como una oración pagana a la felicidad, porque esa prostituta tenía una costumbre: rechazaba siempre los finales oscuros que reinventaba para sus clientes, convirtiendo los grandes dramas de la historia en narraciones alegres.
Yo me pregunto en esta columna literaria que hoy es filosófica a mi pesar, si realmente la razón de que nuestras cúpulas modernas se resquebrajen no sea un error técnico, sino el enorme peso de la civilización. Empiezo a creer que Calatrava es muchísimo más viejo que Brunelleschi, y sospecho que tal vez la nave de occidente necesite volver atracar un tiempo en el Pireo, donde las mujeres cantan para los marineros canciones dulces que siempre tienen un final feliz.
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