LO moderno
El día que conocí a Homero
Ulises nunca existió. Pero Homero sí existe. Se llama Carlos García Gual, y yo he tenido la suerte de conocerlo
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Cada día, justo cuando la aurora de rosados dedos toca el horizonte, el hombre cruza el umbral de su puerta de Madrid y se adentra en la línea de sombra que dibuja sobre el asfalto la hilera de copas de los árboles más altos del ... Retiro. Pasa inadvertido entre la gente, con un abrigo oscuro y un gorro de lana porque el invierno es más duro lejos de Ítaca. Sus palabras cantarinas, propias de un aedo, inundan la mañana y poco a poco la ciudad desaparece. Hoy me ha hecho un hueco en el cuenco negro de su nave griega, justo donde comienza la 'Odisea'.
Conversa con sencillez, como si ignorase que las musas lo acompañan, y mira el horizonte con la sabia tranquilidad de un pescador del Peloponeso: «Feacia se esconde en Corfú; la isla de los Cíclopes pudiera ser Trinacria, que es Sicilia; Circe viviría cerca de Nápoles, y Calipso en algún lugar del norte de África». «Pero, ¿Ulises existió?» —le interrumpo impaciente, ajena a la desproporción de la geografía, que en mí siempre se ha resumido en el hombre amado— El aedo sonríe con la mirada perdida en algún punto del pasado: «Odiseo es el héroe más moderno de la antigüedad; no es un héroe de la guerra, sino de la astucia; muy griego, pues ese era mi deseo: cantar las hazañas de un hombre capaz de ser ejemplar frente a Aquiles, que es el guerrero de la fuerza, y ante Héctor que es, al fin y al cabo, un defensor de la ciudad, el primer patriota de la literatura en sentido moderno.
Pasa inadvertido entre la gente, con un abrigo oscuro y un gorro de lana
Ulises es más completo y más complejo que aquellos. Es el polytropon; el hombre de los mil trucos o las «múltiples tretas»; «astuto ante el enemigo; infiel a la esposa, ausente en el hijo; cruel con las amantes. Usted sabrá si quiere que un hombre así exista de verdad», concluye encogiéndose de hombros. Yo lo miro desaparecer por detrás de su propia sombra y regreso al bullicio de Madrid convencida de que Ulises nunca existió. Pero Homero sí existe. Se llama Carlos García Gual, y yo he tenido la suerte de reconocerle.
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