Crítica de:
'María Blanchard, pintora a pesar del cubismo' en el Museo Picasso de Málaga: historia de una artista contra todo y contra todos
Una artista pionera
Una exposición en el Museo Picasso de Málaga recupera y revisita la obra de la gran pintora del Cubismo. Una muestra sobria, concisa y seria hasta la tristeza
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No resulta fácil reconstruir la figura de María Blanchard, a quien José Lebrero, comisario de esta exposición del Museo Picasso de Málaga, califica como la mejor pintora del Cubismo. Por encima de nombres más canónicos en la historiografía, como Natalia Goncharova. Ni su ... vida ni su obra, la de Blanchard, han entrado en los libros ni en los museos con la frecuencia y valía que se merecen. Si miramos hacia el pasado, dos son las exposiciones que se han montado sobre ella con anterioridad. La más inmediata en el tiempo, la del Museo Reina Sofía en el año 2012, una retrospectiva. La que ahora nos ocupa sería la tercera en la lista, bajo el título 'Pintora a pesar del Cubismo', todo un enunciado de y con intenciones, aunque, más bien se podría apuntar 'pintora a pesar de todo y de todos'.
Sobre María Blanchard no es que caiga la sombra del olvido o de las dudas poco metódicas sino que se acumulan mil y un vacíos, huecos por rellenar, detalles que poner en su sitio y reivindicaciones que elevar a las más altas instancias del arte del siglo XX. No es que ella quedara en los márgenes ya que ni siquiera pisó esa línea de sombra a la que puede que en algún momento le llegue un haz de luz. María Blanchard fue única y por eso venimos a hablar de ella ahora. Única por su manera de entrar y de salir del Cubismo y única por su forma de ser, de vivir, con unas limitaciones físicas evidentes, en las que algunos quieren encontrar razones a sus obras, a sus temas, pero de las que rehúye José Lebrero a la hora de mostrarnos el personaje. Él, simplemente, se ciñe a la pintura, a sus cuadros, para explicar el todo.
Fue única por su manera de entrar y de salir del Cubismo y única por su forma de ser, de vivir
Argumenta Lebrero que muy pocos detalles se conocen de su vida, apenas se conservan testimonios sobre ella. Si acaso, unas palabras cariñosas de García Lorca, quien alude a la belleza de su pelo negro, y una carta/comentario de Vicente Huidobro en la que da cuenta de su entierro a la par que se lamenta de que ya en el cubismo quedan muy pocos soldados. María Blanchard nace en Santander en el mismo año que Picasso, 1881, en el seno de una familia relativamente culta y liberal, abierta. En Madrid estudia con los señores (señoros, diríamos hoy), maestros, de la época (Emilio Sala, Fernando Álvarez de Sotomayor...). Blanchard decide dar el salto a un tipo de pintura que en nada se parece a lo que dicta la academia. Una mujer que da de lado lo romanticón y cursi de las escenas de la época. En 1915 Ramón Gómez de la Serna la invita a que forma parte de 'Los pintores íntegros', la primera exposición Cubista en Madrid, que recibe críticas demoledoras. Especialmente, sus obras que, por aquel entonces, todavía firma con su apellido paterno, Cueto. Decide marchar a París y tomar el apellido de su madre, Blanchard. En la primera sala de esta exposición habremos de ver una breve pero soberbia selección de cuadros de esta primera etapa.
Dicen los hombres y los hombretones, como Ernest Hemingway, que París es una fiesta y que llega la liberación de la mujer y que allí todo es sexo, alcohol y arte, mucho arte. Bueno, sí, pero no, o depende del lado en el que te encuentres de la historia. Como argumenta Griselda Pollock y Andrea Weiss en dos de los textos del catálogo (soberbio), París es una fiesta sobre todo para ellos que se creen con el derecho de pernada para acostarse con todas las mujeres del mundo porque la moral es muy laxa y porque ellas pueden hacer más o menos lo que les venga en gana entre las nubes del tabaco y los vapores de la absenta. Es decir, ser musa, modelo, amante... y ya saben lo que va detrás de estos puntos suspensivos.
María Blanchard no es una mujer agraciada, tiene unas limitaciones físicas evidentes. Luego, lo de entrar en el círculo de los elegidos para la fiesta le está vedado. De hecho, le gusta ocupar siempre un segundo plano, aquello de ver y oír más que hablar o llamar la atención. Una buscada discreción que nunca atrae un foco, una línea, un comentario... un papel protagonista en alguno de los capítulos de la vanguardia narrado por esos prohombres.



No se sabe son certeza si conoce a Picasso al menos tanto como para intercambiar opiniones sobre el Cubismo y la pintura, aunque resulta obvio que se cruzan en vida y hasta en muerte (en el entierro de ella, según cuenta V. Huidobro en la citada carta a su madre). Tampoco se arrima al ascua de Gertrude Stein, reina madre en el París de la época. María Blanchard hizo la guerra del arte (o «estaba en otras guerras», como apunta José Lebrero) por sí sola hasta tal punto de que abandona el Cubismo y da un giro de 180 grados para regresar al Realismo. Ella abre y cierra los caminos cómo y cuándo le da la gana. Esto sí que es ser mujer libre y liberada en los años veinte del siglo pasado. En las piezas cubistas que vemos en esta exposición se aprecia un estilo personal sobre todo en las manchas de color.

María Blanchard
Pintora a pesar del Cubismo. Museo Picasso Málaga. C/ San Agustín, 8. Comisario: José Lebrero. Hasta el 29 de septiembre 4 estrellas
Pero, como reza el título de la muestra, «pintora a pesar del Cubismo» y eso es lo que habremos de ver en las secciones finales de la exposición. Su regreso a un realismo volumétrico en el que sobresalen temáticamente las maternidades, los niños, mujeres leyendo o escribiendo... Unas reivindicaciones de género y estilo.
Son apenas veinte años los que pinta María Blanchard pues muere en el año 32 de tuberculosis. Su producción es corta. Tras su fallecimiento su obra se dispersa. Unas piezas las traen a España sus herederos y otras, quién sabe dónde acaban. Con el tiempo entran en importantes colecciones públicas y privadas. Exposiciones como ésta del Museo Picasso Málaga la recuperan en todas sus dimensiones. Una muestra, breve, concisa y muy rigurosa. Seria, muy seria, hasta la tristeza.
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