Donde habita el olvido / Alcocero de Mola
Luces de mortalidad
Un impresionante monumento evoca la memoria del general Mola en el lugar donde se estrelló su avión en 1937
Un teatro romano en la nada
El palacio maldito

El 3 de junio de 1937 el bimotor Airspeed en el que volaba el general Mola se estrelló contra un cerro en Alcocero, un pueblo de la Bureba (Burgos), en medio de una espesa niebla. Se dirigía desde Vitoria a Valladolid. El jefe ... del Ejército del Norte, su ayudante, el piloto y otros dos tripulantes murieron en el acto en el accidente.
Mola había sido el cerebro del levantamiento contra la República y era el militar que podía hacer sombra a Franco. Tenía el apoyo de los carlistas y se había ganado una reputación de eficiencia y dureza en su etapa en Marruecos. Su muerte suscitó muchos rumores y la sospecha de que alguien pudo haber manipulado el aparato. Pero no se ha encontrado ni la menor evidencia que corrobore esa hipótesis.
Un impresionante monumento conmemora la memoria del general Mola en el mismo lugar donde se estampó el avión contra ese cerro de varios cientos de metros de altura, situado junto al río Oca, desde cuyo mirador se divisan los campos de trigo y cebada del valle de la Bureba. Las obras se iniciaron antes de acabar la guerra y terminaron en junio de 1939, la fecha en la que Franco inauguró el mausoleo con toda solemnidad. Presos republicanos y habitantes de la comarca construyeron la torre, las cruces y las escaleras, hoy cubiertas por la maleza en un paraje donde habita el olvido y la desolación.
La torre de piedra de 22 metros de altura, que se eleva sobre el bosque de pinos del cerro, puede verse a muchos kilómetros de distancia. Lleva inscrito el nombre de Mola en letras de bronce bajo el escudo nacional franquista. Hay una carretera a la entrada de Alcocero, muy cerca de la N-1, que indica el camino al monolito.
Se puede subir a pie mediante una ancha escalinata de 500 metros de longitud que conduce a la torre y a los cinco grandes arcos de piedra, situados en la ladera, que evocan la memoria de los muertos. Hay muy cerca un recinto con cinco cruces que reproducen el lugar exacto donde se localizaron los cuerpos. El conjunto es de una llamativa grandiosidad y uno de los testimonios que restan de la arquitectura franquista.
Su muerte suscitó muchos rumores de que se pudo manipular el aparato, pero no se ha encontrado ni la menor evidencia
Puede verse todavía en el muro de los arcos la inscripción que recuerda literalmente «el día de niebla sobre esta tierra» en el que Mola perdió la vida. En la última línea del grabado se lee «abierto a las luces de la inmortalidad». El cuerpo del general fue enterrado en Pamplona y el monumento de Alcocero mostraba ya visibles signos de abandono a finales de los años 60. Era un lugar muy familiar para mí, puesto que solía ir a pescar cangrejos con mi padre en el Oca en mi adolescencia. En más de una ocasión, subí al cerro tras echar los reteles al río a la espera del anochecer.
Hace unos años, había pintadas y grafitis en el monumento en los que se pedía su demolición. El régimen del yugo y las flechas rebautizó el nombre del pueblo como Alcocero de Mola, pero alguien había tachado el nombre del general en el indicador de la carretera. Si no existe hoy ninguna polémica sobre este lugar es sencillamente por su olvido y abandono. Casi nadie sabe de su existencia. Ello plantea la cuestión de si tiene sentido conservar este mausoleo, perfecto exponente de la arquitectura de la época y de una estética hoy repudiada. De lo que no cabe duda es de que merece la pena desviarse un kilómetro tras bajar el puerto de la Brújula en dirección Briviesca para constatar el efecto devastador del tiempo.
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