25 años de 'El Hereje', de Delibes
¿Quién es 'El hereje' en 2023? La libertad de conciencia en nuestro tiempo
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Se cumplen 25 años de 'El hereje', de Delibes. La temática no puede ser más adecuada ni más oportuna. Porque vivimos tiempos complicados para la libertad
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Iniciar sesiónEL 29 de septiembre de 1998 se ponía a la venta 'El Hereje', novela por la que Miguel Delibes recibiría el Premio Nacional de Literatura y que supondría, a la postre, la última que escribiría en su carrera. Ponía así fin a una extensa ... y exitosa trayectoria literaria. Y lo hacía, curiosamente, debutando en un género e iniciándose en un registro que nunca antes había tratado: el de la novela histórica. Aquello sorprendió a muchos, hasta el punto que se llegó a cuestionar de su autoría.
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Aunque todas esas dudas malintencionadas están absolutamente aclaradas —el manuscrito demuestra sin lugar a dudas que la obra es de Delibes— 'El Hereje' sigue siendo una 'rara avis' dentro de la obra narrativa del vallisoletano, una excepción en la temática habitual de sus novelas, centradas, por lo general, en cuatro ámbitos de preocupación preeminentes: el mundo rural, un conservacionismo ecologista 'avant la lettre' compatible con la caza y con la pesca, el mundo de la infancia y la reivindicación de las condiciones de los más desfavorecidos.
Delibes viene hoy a reivindicar las derivadas de la libertad de conciencia
El tema central de 'El Hereje'—un canto a la tolerancia y a la libertad de conciencia— no casa aparentemente con ninguno de esos cuatro temas. Pero solo aparentemente, ya que la obra de Delibes no debe circunscribirse únicamente a sus novelas. Delibes fue, ante todo, un periodista, un periodista integral íntimamente comprometido con la defensa de la libertad a lo largo de toda la dictadura y con la responsabilidad vital de dar voz a los débiles. Porque eso fue el periodismo para él: una herramienta —sin la limitación de papel de la prensa— para contar lo que pasaba, desafiar a la censura a través de la supuesta ficción y poner contra las cuerdas a los que no quieren que se sepa lo que pasa. Es decir, al Régimen. Lo hizo durante toda su carrera. Su lucha contra la censura es constante, beligerante e incesante, lo que le convirtió, sin duda, en el gran luchador por la libertad de expresión en España. Sonada fue su pésima relación con Fraga que llegó, incluso, a apartarle de la dirección de 'El Norte de Castilla', diario que según el parisino periódico 'Le Croix' fue, bajo su dirección, la publicación más independiente de la España de lo años sesenta. Esa persecución a su propia libertad de conciencia le amargó literalmente la vida. Es decir, Cipriano Salcedo, también es él.
Un 'outsider'
Delibes fue un hombre con dos preocupaciones: la defensa de la libertad de conciencia y la defensa de los humildes y de los apartados, pero también de los humillados. De los Ciprianos Salcedos. Vemos, así, que el tema central de la novela—la libertad religiosa como sublimación de la libertad de conciencia— casa perfectamente con su obra entendida como un todo. El humillado y el apartado, aquí, es un protestante nacido en la capital del mundo católico de la época: Valladolid. Un 'outsider'. Pero es que, además, el tema no solo casa perfectamente con la obra; también casa con la persona, con el humanista radical, con aquel católico renovador volcado con los aires aperturistas que trajo consigo el Concilio Vaticano II. Precisamente a dicho concilio mandó como enviado especial para 'El Norte de Castilla' a José Jiménez Lozano, un joven reclutado por él junto a Manu Leguineche, a Martín Descalzo, a César Alonso de los Ríos o a Francisco Umbral para dar una nueva visión de las cosas a la sociedad vallisoletana de principios de los 60. Tres Premios Cervantes y dos Premios Nadal a la vez en una misma redacción de provincias. Da para pensar.
La tolerancia puede sernos impuesta, pero solo será defendible si nace de la Humanidad
En aquella cobertura, Jiménez Lozano escribió una serie de textos verdaderamente imprescindibles, recientemente recopilados por la Editorial Encuentro en 'Meditación española sobre la libertad religiosa' que, sin duda alguna, impactaron de modo trascendental a Miguel Delibes. Quiero decir que no solo fue Delibes el que influyó en la redacción que dirigía; la influencia también funcionó en el sentido inverso. Y no descarto que fuera entonces cuando el proyecto de 'El Hereje' comenzara a fraguarse dentro de él. Porque la libertad religiosa es solo una consecuencia de la libertad de conciencia. La libertad de expresión es otra. En palabras de Jiménez Lozano, «la libertad humana, de la que la libertad religiosa es solamente la expresión más profunda, es el principio básico del cristianismo». O estas otras: «Solo donde exista la voluntad de vivir juntos será posible construir un futuro bueno para todos: de lo contrario no habrá un futuro bueno para nadie».
Delibes y Jiménez Lozano beben el uno del otro. Y ambos de una tradición que va de Feijóo a Jovellanos, de Blanco White a Galdón, de Unamuno a Gracián, pasando por la Escuela de Salamanca, por los místicos o el mismo Cervantes. Esa tradición, que llega a ellos en el Concilio, les hace sentirse, de algún modo conversos en su propia Iglesia. Vivieron, como tantos, el tránsito de la «Iglesia de los sermones imprecatorios a una Iglesia-madre que supo frenar formas cismáticas de integrismo», en palabras del Padre Javier Prades.
Populismos
La Fundación Miguel Delibes celebrará entre el 17 de octubre y el 17 de febrero una exposición con motivo del aniversario de 'El Hereje' en la sede de las Cortes de Castilla y León, situada en Valladolid. Y creo que el evento no puede venir en mejor momento. La temática no puede ser más adecuada ni más oportuna. Porque vivimos tiempos complicados para la libertad. Los populismos de derechas y de izquierdas que deterioran las democracias, no solo en España sino en toda Europa y en el resto el mundo, se basan, sin excepción, en una firme creencia contraria a la libertad, a la tolerancia y en una apuesta primitiva por la radicalidad cejijunta.
La tan cacareada 'guerra cultural' esconde, de fondo, una profunda falla espiritual, la de ser incapaces de convivir sin imponerse, la del desprecio profundo al otro, la incomprensión dogmática, la espiritualidad frágil y la debilidad extrema de quien no tolera que alguien piense y viva de otra manera. Esta base 'iliberal' no solo se encuentra en la política, que mana de la sociedad —de abajo arriba— sino también en la Iglesia, que trabaja desde la élite hacia la base —de arriba abajo—. Aunque desde la publicación en 1965 de 'Dignitatis humanae' por parte de Pablo VI la postura de la Iglesia no solo es necesariamente favorable a la libertad religiosa sino que su defensa es imperativa, hay aún grupos reaccionarios negando la mayor e imponiendo una agenda extremista que, fingiendo depender los valores católicos, se oponen radicalmente a ellos. Los autos de fe de nuestro tiempo.
Dignidad de la persona
No parece importarles que el Concilio Vaticano declarase que «la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa, que todos los hombres han de estar inmunes de coacción (…) y que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural. Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil». Es decir, para el catolicismo, la libertad religiosa —y esto incluye al Islam— es obligatoria y ha de ser reconocida legamente. Pero, como decimos, algunos parecen no haberse enterado.
Y no acaba ahí la cosa. 'El Hereje' de hoy, los eramistas del siglo XXI no solo son los defensores de la libertad religiosa, lucha que comenzó en el XVI y que aun seguimos dando, sino, también, los defensores de la libertad sexual, que es el ultimo ariete de la sociedad para defenderse de las imposiciones dogmáticas de quien niega la libertad de conciencia. Porque libertad religiosa y libertad sexual son dos manifestaciones de la libertad de conciencia. La misma libertad que pedimos para los creyentes en las aulas hemos de exigir, y con idénticos argumentos, a su libertad sexual. El día del Orgullo Gay no es solamente esa fiesta de pésimo gusto que vemos por las calles de media España.
Es, fundamentalmente, la defensa del individuo para ser quien ya es frente a los ataques de quienes no le permiten serlo. Los argumentos que oponen contra la libertad de conciencia son igual de erróneos cuando se ataca la libertad religiosa como cuando se ataca la sexual: se opone la verdad 'objetiva' a la experiencia 'subjetiva'. Es decir, se repite de nuevo el dilema de la esencia contra la existencia. O, dicho de otro modo, estamos peleados con la libertad en nombre de la Verdad. Y ese parece ser nuestro sino: atacar al diferente en nombre de Dios, su creador. Si 'El Hereje' lo circunscribe a los problemas de su época — las guerras de religión— hoy habría que ampliarlo a los problemas de la nuestra: no solo se ataca al que tiene otra religión sino al que tiene otros planteamientos políticos u otras preferencias sexuales.
'El Hereje' es una brújula que nos apunta el lado correcto de la historia. La sociedad es solo el mapa
La tolerancia es un mínimo imprescindible. No es algo de lo que estar orgulloso sino, más bien al contrario, es quien no la tenga quien ha de avergonzarse. Pero la libertad está más allá de la tolerancia: no solo te 'tolero' sino que lo que reconozco, a través del respeto de tu libertad, es tu dignidad y la plenitud humana. Es la celebración de las diferencias —y en la diferencia reside toda la dignidad humana para Shakespeare—. La tolerancia puede sernos impuesta, pero solo será defendible si nace de la humanidad, es decir, de la certeza de que es la libertad —lo dicen las leyes, la Iglesia y el sentido común— lo que hace hombres a los hombres. Y Delibes viene hoy a reivindicar las derivadas de la libertad de conciencia allá donde sean necesarias. 'El Hereje' es una brújula que nos apunta el lado correcto de la historia. La sociedad es solo el mapa.
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