Leonor Serrano Rivas y Blanca Gracia: Dos cosmologías de la urgencia

Este es el punto de partida de 'Magia natural', proyecto que Leonor Serrano Rivas empieza a concebir durante la pandemia y que culmina en la exposición que acoge el Museo Reina Sofía dentro del programa 'Fisuras'. Dividida en tres salas, cada una interpreta un instrumento a través de su 'display' y diversas capas de contenido que se interconectan con sutileza.

El Espacio 1, en cuyo acceso se sitúan esculturas rotatorias contenedoras de una suerte de polvo estelar, remite a la cámara oscura mediante una vídeo-proyección enmarcada por paredes reflectantes que incluyen al espectador en la narrativa de la obra. La banda sonora de 'Espacio 1' se traduce por ondas a la imagen espectral de la Sala de Bóvedas, que revisita la linterna mágica, y a unos impresionantes tapices realizados en la técnica de Jacquard en la Sala de Protocolo, homenaje a la caja de música.

La película 'El Sol está contando las rotaciones de la tierra' expresa cómo una mirada infantil y trascendente –grabada con cámara de 16mm– afecta a la escala real del universo –en digital– y lo transforma. Las protagonistas son tres mujeres que logran liberarse de las imposiciones del mundo (simbolizadas en los zancos) y configurar un cosmos en el que lo natural y lo humano están al mismo nivel.

Un objetivo muy similar persigue Blanca Gracia en su proyecto 'Cabeza de Lobo' en la Sala de Arte Joven de la CAM, también dividido en tres espacios escenográficos que construyen un relato secuencial. El título se refiere a la denominación de los proscritos en la Edad Media, aquellos que no se adaptaban a las normas o cometían algún delito y eran obligados a vivir fuera de la sociedad. La fórmula legislativa del 'cabeza de lobo', escrita en el escaparate de la exposición, encierra un carácter agridulce: por un lado, suponía una forma de ser más libre, como «los pájaros en el aire», por otro, implicaba perder el estatus cívico y la protección del emperador. Gracia reproduce formalmente la evolución de la figura del desterrado a través de las tres salas.

En la de abajo vemos una fantasmagoría de la ciudad opresora, a modo de caverna platónica poblada de sombras, con símbolos en torno al control y lo racional; a pie de calle, un espacio de naturaleza salvaje en el que el expulsado se transforma en lobo y donde un horizonte de tramoya (con reminiscencias del grabado Flammarion) apunta al fin del universo conocido; y en la sala superior, la pieza estrella 'Antidotum Tarantulae', consiste en una vídeo-animación envolvente que muestra la utopía de un bosque en el que conviven todos los inadaptados.

El espectador se imbuye en un entorno mágico por el que desfilan felices los más variopintos personajes propios del exquisito imaginario de la creadora, desde hombres-arbusto y mujeres-mariquita, hasta el artista de 'performance' Ocaña. Con importantes dosis de humor y teatralidad, Blanca Gracia plantea una cosmología urgente que celebra la diferencia y se acerca a la mirada del niño puesta en valor por Leonor Serrano Rivas.