cinco minutos de gloria
'Tirarse' a la taquillera
El 50 aniversario de la muerte de Picasso con Gloria Fuertes como telón de fondo
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Iniciar sesiónRecién salido del horno está el libro de poemas 'Lo que pasa es que te quiero', de Gloria Fuertes, editado por Blackie Books. Palabras calentitas, como le gustaban a ella, en el amor, en el desamor y en el humor. Mucha socarronería. Del sano ... ejercicio de reírse de sí misma antes que llorar por los sinsabores sentimentales, por tristeza (al cabo, de lo que va este libro), por los disgustos, por las fidelidades e infidelidades, salió de su puño y letra bailarina aquello de que «antes de tirarme a las vías del Metro, me tiro a la taquillera». Gloria Fuertes, genio y figura. No, no era una frase vulgar que luego se hizo popular. Viral, diríamos hoy. No, pura desesperación atajada con humor negro tizón. Un brillante requiebro, una patada en el culo, al mal de amores y a cualquier mal que pudiera amargarle el día, la existencia.
A la par que leo este poemario, repaso la biografía de Picasso a las puertas del cincuenta aniversario de su muerte. Aquellos señores del París de principios de siglo tenían muy poca gracia y muy malas pulgas y si encima ese mal rollito lo mezclaban con unos buenos tragos de absenta, mejor quitarse de en medio, desaparecer del horizonte. Si les salía mal algún ligoteo les daba por coger una pistola y liarse a tiros. Ni una pizca de sentido del humor y mucha mala leche.
El famoso Casagemas, aquel amigo del alma de Picasso cuya muerte le dejó desolado y le inspiró el cuadro con el que arranca el Periodo Azul, hoy, sin tapujos ni presunción de inocencia, entraría en el listado de agresores a los que hay que tener bien lejos, y a raya. En la cárcel. Al pintor y poeta que inmortalizó Picasso en 'La habitación azul', no lo conocemos por sus obras sino por un solo acto: disparar a la joven Germaine Gargallo después de que ella le rechazara una y mil veces (acoso, en una palabra). La hirió en la sien y acto seguido él se pegó un tiro. Cayó fulminado. Sentido del humor, poco. Violencia, mucha. Así se escribe la historia sin romanticismos.
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