Cinco minutos de gloria
Sellado con un beso
Los besos de verano ya no son robados a la luz de la luna y entre timideces adolescentes
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Iniciar sesiónA Bobby Vinton la historia de la música ligera, popular, del siglo XX, le recordará cuando se escriba su necrológica –aún vive y tiene 88 años–, por ser el intérprete de 'Blue Velvet'. El terciopelo azul que también dio título a la famosa película ... de David Lynch. Imagino que ya están tarareando su pegadiza e inmortal melodía porque debe tener versiones para 'aburrir' a todas la generaciones. Pero el señor Vinton también llegó a la cima de las listas norteamericanas y británicas en la década de los 60 con la canción titulada 'Sellado con un beso' ('Sealed with a Kiss'). Un clásico romántico que glosa un amor de verano que acaba con ese beso que luego abrigará todas las nostalgias del invierno. Recuerdo el 'single' que se guardaba en casa de mis padre scon una carátula entre el kitsch de la época y ese punto hortera que roza lo cursi. Lágrima, tras lágrima, tras lágrima.
Mucho ha caído de aquellos tiempos a estos y los besos de verano ya no son robados a la luz de la luna y entre timideces adolescentes sino impuestos a la vista de todo el mundo; retransmitidos en vivo y en directo encaramados en el pódium de un señorío que encima se toca los 'cataplines' porque le sale de los mismos. Ya saben a que ósculo me refiero y que ha sellado nuestro verano del 23 con una prepotente vulgaridad. Si algunos lo quieren denominar como 'piquito' –palabra que no figura en el diccionario de la RAE; te remite, por poder estar relacionada, a 'poquito-ta'– o baboso –término que sí incluye: «dicho de una persona, especialmente de un hombre, que es molestamente obsequioso con otra…»–, lo mismo da porque ambas categorías provocan el mismo asco.
La canícula de nuestros días y noches oscila entre los excesos de calor y las trombas de agua muy poco bendita. Los cantantes famosos se separan y nos deleitan con vengativas melodías que tildan de románticas y más bien descuartizan al contrario. El otoño llega turbio y enturbiado por el mal (re)gusto.
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