Cinco minutos de gloria
Quiero un 'podcast'
Hoy, hasta el más tonto o listo de la clase tiene un 'podcast'
No entiendo que a un ser humano con un mínimo de sesera le guste, se regodee en el verano. Mucho menos si tu vida se circunscribe a achicharrarse en cuerpo y alma en el infierno del asfalto, con los pies pegados a la loseta ... de una parada de autobús. Es más, odio el verano. Ya sé que me van decir, queridos lectores, que ese sentimiento a ninguna parte lleva; que aplaque mi furia con un abanico o con un pai pai (nada de aire acondicionado a precio de paraíso tropical). Definitivamente, al estío no hay que tolerar ni un grado más de lo que cualquier ser humano en su sano juicio pueda o deba aguantar. Por encima de los cuarenta y tantos que marcan los termómetros a la sombra, todos k.o, sin fuerzas, sin ganas siquiera de 'aniquilar' al puñetero mosquito que ronda nuestra oreja en las noches de insomnio.
Totalmente de acuerdo
Un zumbido penetrante como el de esa voz 'anónima' que el otro día dejaba caer por Twitter una juiciosa certeza: de tanto hablar de las olas de calor y de sus temperaturas abrasadoras, empezamos a sentir más sofoco que el ya exagerado, inaceptable, que dictan los termómetros callejeros. Totalmente de acuerdo. No encuentro consuelo ni pisando los refrescantes espacios de un museo en cuyas salas se expone, por ejemplo, la colorida obra de Alex Katz.
Tan desesperada ando por las calles de este Madrid a pleno sol en este verano apocalíptico que me he lanzado a la escucha de algún 'podcast' chispeante. Hoy, hasta el más tonto o listo de la clase tiene eso que se llama 'podcast' y que no es otro invento que una grabación sobre lo que sea –si digo lo que sea, es lo que sea, hasta de lo más peregrino– que escuchas en el móvil cuándo y como te da la gana. El humor hace de las suyas en estas ondas y si resulta inteligente, más, y si lo escriben y recitan las mujeres, mejor que mejor. Aquí les dejo las dos pistas que me han sacado de esta desidia veraniega: 'Deforme semanal' y 'Estirando el chicle'. Con los cascos bien 'atornillados' en las orejas sudo la gota gorda.