Cinco minutos de gloria
Más extraño que la bondad
Nick Cave y Patricia Highsmith cruzan la laguna de novedades que están llegando
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Iniciar sesiónNormal que a la vuelta de vacaciones cualquiera, hasta el cráneo más zen del planeta, ande despistado, desorientado, con la brújula enloquecida, con la cabeza dando vueltas entre Pinto y Valdemoro, con un pie en la playa y otro en la montaña. Al cabo, sin ... saber si dirigir sus pasos al Museo del Prado o al Reina Sofía para reubicar ese descoloque entre las novedades clásicas o las contemporáneas; si leer a Patricia Highsmith o a Leonardo Padura o -¿qué sé yo?- a algún otro de los innumerables libros con sus flamantes portadas que te susurran ‘leeme’ desde la otra orilla de esta laguna Estigia.
Todo el mundo echa el resto para que la temporada arranque a doscientos por hora y nosotros venimos con el freno y la marcha atrás puestas. No queremos correr, pero nos empujan para que no perdamos el vagón, aunque sea el de cola. Ando agarrada a la barra para guardar el equilibrio y antes de echarme a los lomos toda esta mochila de incentivos intelectuales (laborales), me he parado en seco delante de un reluciente tomo, de tapa dura, que pesa lo suyo, que no aguanta una lectura en la cama y en cuya parte superior de la cubierta lleva esculpido este título: ‘Más extraño que la bondad’. A sus pies, el nombre del músico australiano Nick Cave acompañado de un (doble) retrato que firma el artista también australiano Ben Smith, ‘Tinta y consuelo’. Lo edita Sexto Piso.
Perdonen que me ponga trágica, pero el mundo no está para otros bemoles
Desde hacía mucho tiempo no caía en mis manos un libro de música que hiciera oídos sordos a los ritmos de los populismos más festivaleros. Desde luego, Nick Cave es más extraño que la bondad y su universo se sumerge en un río de corrientes suicidas. Perdonen que me ponga tan trágica, pero el mundo no está para otros bemoles. Sí, han llegado a la correcta conclusión de que me cuesta seguir la corriente de esta vuelta al cole que no ofrece mayor aliciente que revisitar lo ya revisitado. Y encima tenemos que poner cara de sorpresa. Como la Highsmith, me voy a dar de comer a mis gatos.
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