Donde habita el olvido

Küstrin: un pasado sin huellas

La ciudad, destruida en el avance soviético a Berlín en 1945, fue dividida entre Polonia y Alemania

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El río Oder hace frontera entre la parte alemana y la polaca Wikimedia Commons

El 25 de enero de 1945, el Ejército Rojo llegó a orillas del Oder, a poco más de 80 kilómetros de Berlín. Tras el derrumbamiento del frente del Vístula, casi tres millones de soldados soviéticos confluían hacia la capital alemana. Hitler dio la orden de ... resistir en Küstrin, una ciudad bañada por los ríos Oder y Varta, de unos 25.000 habitantes. Sus órdenes fueron cumplidas: sus defensores lucharon hasta el 29 de marzo, fecha en la que sus puentes, su centro histórico y sus barrios quedaron arrasados. Era el último obstáculo en el camino a la cancillería del Führer.

Las secuelas de la batalla son hoy apenas visibles en Küstrin, cuyos pobladores fueron expulsados al terminar la II Guerra Mundial. La ciudad quedó dividida en dos municipios en la Conferencia de Potsdam. Lo que era la villa histórica y su zona de expansión hacia el este, donde vivía prácticamente toda la población germana, pasó a estar bajo soberanía de Polonia con el nombre de Kostrzyn. En el lado occidental del Oder, quedó Küstriner Vorland, un suburbio industrial, cedido a la RDA comunista, desaparecida tras la caída del Muro. Hoy pertenece a Alemania.

El Oder marca ahora la frontera entre Alemania y Polonia. La ciudad vieja entre los dos ríos, una isla fortificada por la Wehrmacht, quedó aniquilada y allí fueron sepultados los cadáveres de los varios miles de soldados alemanes que perecieron en el asedio tras una resistencia numantina en condiciones de clara inferioridad. En la madrugada del 29 de marzo, el coronel Heinz Reinefarth ordenó a sus hombres la retirada al otro lado del río tras superar los soviéticos el último muro defensivo. La histórica ciudad prusiana, en la que estuvo encarcelado Federico el Grande, nunca fue reconstruida. Las autoridades polacas declararon personas 'non gratas' a los alemanes que habían sobrevivido.

A principios del siglo XIII era un feudo de los caballeros templarios. Federico Guillermo I convirtió el enclave en un bastión defensivo en el siglo XVII

La caída de Berlín a finales de abril de 1945 eclipsó la cruenta batalla de Küstrin. A mediados de febrero, los soviéticos habían cortado las comunicaciones con el resto de Alemania, habían volado los puentes y habían destruido el canal que suministraba agua a los soldados sitiados. Casi toda la población civil había sido evacuada al otro lado del río Oder, pero cerca de 10.000 efectivos de la Wehrmacht, las SS y las milicias de la Volkssturm habían permanecido combatiendo a un Ejército Rojo que disponía de aviación, blindados, artillería y una enorme superioridad numérica. Los cientos de prisioneros y algunos civiles capturados fueron ejecutados de forma sumaria, sin derecho a juicio.

La resistencia de Küstrin fue encarnizada, pero sólo sirvió para retrasar el avance sobre Berlín unos pocos días. Aunque la propaganda de Hitler insistía en que los soviéticos no podrían superar el Oder, las tropas de Stalin no pudieron ser frenadas por las divisiones alemanas en descomposición, desmoralizadas, faltas de artillería pesada y sin cobertura aérea.

Hoy es posible cruzar sin ningún trámite la frontera entre Alemania y Polonia e imaginar la devastación de aquella ciudad que, a principios del siglo XIII, era un feudo de los caballeros templarios. Federico Guillermo I convirtió el enclave en un bastión defensivo en el siglo XVII. Allí tuvo que presenciar Federico el Grande la ejecución de un amigo cuando estaba confinado en una torre, acusado de traición, por orden de su padre. Napoleón también ocupó la ciudad en 1814.

Ningún rastro queda de ese pasado histórico ni de las generaciones de alemanes nacidos allí como el mariscal Fedor von Bock o el filólogo Kaspar von Barth. Küstrin o Kostrzyn es hoy una ciudad polaca sin historia y un mudo testimonio de los horrores de la II Guerra Mundial. Un lugar donde ni siquiera habita el olvido porque todas las huellas de sus viejos pobladores han sido borradas.

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