Julian Opie: En movimiento

Formado en la Goldsmiths School of Art, y asociado al movimiento New British Sculpture, es poseedor de una prestigiosa trayectoria con numerosas exposiciones en galerías y museos, y destacadas presencias en eventos como la Bienal de Venecia o la Documenta de Kassel. Su ideario artístico se nutre de una gran diversidad de registros y referencias que abarcan desde el retrato clásico a los jeroglíficos egipcios, las estampas japonesas Ukiyo-e, la señalética pública, los paneles y plafones informativos o las señales de tráfico, en un intento de combinar y poner en diálogo diferentes elementos visuales y cotidianos de nuestro tiempo con factores vinculados a la tradición iconográfica de la Historia del Arte.

Así ha elaborado una sintaxis plástica sumamente personal caracterizada por un lenguaje formal muy sencillo, de trazos simples y figuras muy sintéticas, con un estilo minimalista, de formas casi simbólicas y cercanas a los criptogramas, a menudo siluetas, y para cuya elaboración ha recurrido a tecnologías digitales –donde ha sido pionero–, utilizando ordenadores, cajas de luces, paneles led o pantallas de cristal líquido, que suele compaginar con materiales escultóricos más tradicionales. Otro rasgo significativo, como podemos comprobar en esta propuesta, es la elevada temperatura participativa y relacional que generan sus obras e instalaciones animando al espectador a intervenir y ser parte activa de las mismas.

Todas estas características y rasgos referenciales de su quehacer están ahora bien presentes en la exposición que Julian Opie ha inaugurado en La Lonja y en otros espacios urbanos de Palma. Se trata de un proyecto expositivo realizado específicamente para estos entornos, y que consta de una serie de piezas, entre esculturas y proyecciones led. En el espléndido edificio de La Lonja, que es el principal monumento de la arquitectura civil gótica de Mallorca, presenta 12 obras tridimensionales.

Por un lado, cuatro figuras en aluminio pintado, personas anónimas que se muestran en movimiento escenificando situaciones y gestos cotidianos. Otras cuatro piezas, en este caso retratos en gran escala producidos en cemento de personas que pueden estar, o no, vinculadas al propio artista.

Finalmente, una serie de siluetas, también en número de cuatro, realizadas en acero que representan otras tantas torres de iglesias barrocas portuguesas. A mi juicio, y reconociendo su fuerza visual, quizás son las obras que menos me encajan en su proyecto. Si el espacio que las contiene es un imponente ejemplo del gótico, ¿por qué no haber utilizado este estilo para esas obras?

Fuera de este ámbito se muestran dos esculturas a gran escala y una serie de piezas emplazadas en espacios urbanos, formalizadas usando imágenes digitales en movimiento, algo muy típico de su dicción creativa, marcando una suerte de itinerario visual que acompaña al espectador en su deambular, un poco a lo 'flâneur', por diferentes localizaciones de Palma de Mallorca.