ARCO 2023
Juana de Aizpuru: «En el arte, mientras no se tenga un puesto a nivel internacional, no se es nadie»
La galerista y fundadora de ARCOmadrid cuenta cómo surgió el proceso de creación de la feria
MARTA CARCELÉN PEÑUELA
Madrid
Más de 40 años han pasado desde que a Juana de Aizpuru (Valladolid, 1933) se le ocurriera la idea de ARCOmadrid. Ahora, el brillo en sus ojos demuestra la pasión con la que recuerda la época que dio a España y al mundo ... una de las ferias de arte contemporáneo más importantes.
Un proyecto brindado tanto por su entusiasmo como por su experiencia y recorrido. En un tiempo en el que la cultura y el arte españoles habían sido descuidados por la esfera sociopolítica, De Aizpuru habla de la importancia que por entonces tenía para el mundo del arte llegar a ponerse a la altura de sus «colegas internacionales» por las posibilidades tan «extraordinarias» que ofrecían.
«Yo siempre he tenido muy claro que el arte es universal y, mientras no se tenga un puesto a nivel internacional, no se es nadie», afirma. Además, expone que desde el principio comprendió que ARCO, dado que aquí no había coleccionismo ni museos de arte contemporáneo, tenía que tener un carácter cultural y divulgativo cuya primera incumbencia fuera promocionar el arte internacional.
El punto de partida fue Barcelona, pero por diversas razones no cuajó. Al poco tiempo, con la llegada de Ifema, la vallisoletana vio «una puerta abierta» y desde el momento en que Adrián Piera, primer director del recinto ferial, aceptó la idea, se empezó a hablar de ARCO. «Elegimos este nombre por la combinación de las palabras 'arte' y 'contemporáneo'. También por la connotación que tiene un arco con su flecha de apuntar hacia arriba, de buscar lo nuevo», recuerda.
La creación y progreso del certamen supusieron para la galerista un periodo de trabajo «realmente delicioso» y en el que «la gente se dejaba la piel para trabajar, aportar cosas nuevas y apoyar cualquier buena idea que surgiera», comenta. «Fue la etapa de los grandes comisarios, de las grandes muestras internacionales, donde iba gente del mundo entero. En definitiva, los grandes personajes se concentraron en la era en la que ARCO estaba en pleno apogeo», añade.
Una evolución
El desarrollo y evolución de la comunidad artística han traído consigo la variación de las ferias de arte. Lo que antes era «un lugar de encuentro» ahora, según de Aizpuru, tiene un carácter «mucho más comercial», y habla de una «segunda generación de coleccionistas» en la que estos han pasado a ser más bien compradores. «La gente con dinero ahora no compra con pasión, sino porque un cuadro les queda bien en el salón de su casa. Les da igual una cosa que otra», cuenta. «Cuando empecé en esto, la situación era muy distinta. Es verdad que había pocos coleccionistas pero los que había compraban con amor hacia el arte y eso es lo que les caracterizaba», rememora.
El cambio de sociedad ha traído consigo un cambio en el consumismo. Hay menos coleccionistas y compran mucho menos. Al menos así lo considera esta veterana. «Es muy triste, a mí me cuesta mucho adaptarme y echo de menos a los coleccionistas que venían al principio», admite.
Para la galerista, y pese a su crecimiento, ARCO tiene varias asignaturas pendientes. «Yo estuve pensando en no ir», declara. «La feria se inaugura un jueves y el primer día los coleccionistas no suelen ir. El fin de semana es muy ajetreado y en tres días apenas tienes tiempo de atender a nadie. Para mí es una equivocación que dure tan poco», explica.
En cuanto a los contenidos actuales, expone su disgusto con las actividades culturales paralelas. «Hay demasiadas cosas a todas horas para rellenar un programa», comenta con un guiño de añoranza hacia las tareas que ella preparaba, que aunque eran pocas, eran «realmente interesantes».
Pese a que de Aizpuru considera todas las ferias de arte contemporáneo grandes acontecimientos donde «indudablemente» se crea coleccionismo, para ella ARCO es especial. «Siento una gran pasión por ARCO. Es una creación mía y mi responsabilidad hacia ella es enorme». Según indica la galerista, el público de esta feria es único y «su entusiasmo, su energía y su alegría», nunca se han igualado con el de otras.
La voz de la experiencia
Tras más de 50 años de trayectoria profesional, para Juana de Aizpuru el valor de una pieza de arte es distinto al precio. El primero reside en la calidad de la obra y el segundo, en la demanda, y ambos no tienen por qué estar unidos. «La calidad se la da el acierto que haya tenido el artista, es una cosa muy intrínseca», opina. Además explica que los artistas «creacionales» son aquellos que «se adelantan a su tiempo, van a contracorriente, descubren nuevos valores y aportaciones y acaban sorprendiendo». Confiesa que «hay artistas muy sobrevalorados y otros muy poco tenidos en cuenta». Ella ha trabajado con los mejores, aunque admite que se le ha quedado alguno en el tintero, como Bruce Nauman.
Juana de Aizpuru abrió su primera galería de arte contemporáneo en el año 1970 en Sevilla y, a lo largo de su carrera, ha recibido diversos premios, entre los que destacan la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1997. Hoy, sigue al pie del cañón en su galería de Madrid, abierta en el año 1983, situada en la calle Barquillo, 44, y confiesa que su vida ha sido «realmente un torbellino». Pese a ello, sigue con las mismas ganas e ilusión que el primer día.
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