A la sazón
Peor que inútiles es ser útiles
A quienes acusan a mi generación de inútil cabría lanzarles la respuesta, ligeramente alterada, del gánster Ilich a Fernando de los Ríos: inútil, ¿para qué?
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Iniciar sesión¿No es llamativo que una generación consagrada al ocio nunca esté ociosa? Llamativo y alarmante, pues tan embrutecedor como el trabajo puede ser el tiempo libre (que, por la forma en que abruma y aturde, parece de todo menos ‘libre’). A la monomanía del ... negocio sigue la hipertrofia del ocio. El niño que echaba moneditas en el arcade es hoy el ‘workaholic’ adicto a la tragaperras de faltriquera.
A quienes acusan a mi generación de inútil cabría lanzarles la respuesta, ligeramente alterada, del gánster Ilich a Fernando de los Ríos: inútil, ¿para qué? Porque emplear dicho insulto en abstracto es como tratar de lapidar a alguien sin agarrar antes alguna piedra. No basta con ser útiles, en general; salvo que se trate de convertirnos en útiles, esto es, en utensilios del poder, a la manera de un martillo muy disciplinado que aporrease clavos ajenos...
La utilidad es la medida de todas las cosas. Útil es el zagal que acicala las vergüenzas de un señor que no es su padre y útil es el viejo que entrega la pensión a ese joven para que le cambie los pañales.
Se les convenció de que el mundo les abriría las puertas y todavía no han cruzado ni la casa paterna
El viejo solo nos parece útil cuando media el vil metal (y sin él nadie le limpiaría el tafanario); los jóvenes, en cambio, son útiles para trabajar como galeotes, bailar como derviches y vivir como ilotas. Se les convenció de que el mundo les abriría todas las puertas y todavía no han cruzado ni la casa paterna.
¿Hay algo más fútil que la tiranía de lo útil, que produce sujetos hueros y baldíos? Todo lo tenemos al alcance de la mano —basta rebuscar en un bolsillo mágico repleto de cachivaches, como el de Doraemon— pero nadie nos toma en serio por ese gorrocóptero calado con el que creemos estar volando.
Ignoro qué puede dar de sí una generación educada en la veneración de lo práctico y el culto a la utilidad. De la oficina al gimnasio, vamos a la husma de bagatelas con la ansiedad con que Pac-Man perseguía fantasmitas, escapando a toda velocidad de nosotros mismos. Si eso es ser útil, yo prefiero ser inútil.
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